Gabriel Salazar: “El diagnóstico de la coyuntura actual no es tan optimista como creen los políticos”
El destacado historiador nacional será parte de la Feria Internacional del Libro del Biobío, en la Universidad de Concepción, donde presentará una nueva edición de su clásico Ser niño huacho en la Historia de Chile. En charla con Culto analiza el libro, la inclusión de nuevos actores sociales en la historiografía, y también, opina sobre la contingencia, el proceso constituyente y su símil en el pasado del país.
Publicado en 2006, Ser niño huacho en la Historia de Chile puede reclamar con derecho propio ser un neoclásico de la historiografía chilena. Por ello, se ha vuelto a editar, a través de LOM Ediciones, y su autor, el destacado historiador nacional Gabriel Salazar Vergara lo presentará este miércoles 18 de enero en el marco de la Feria Internacional del Libro del Biobío, en la Universidad de Concepción.
Como suele ocurrir en el trabajo historiográfico, el tema de los niños huachos a Salazar se le ocurrió mientras hacía trabajo de archivo, en relación a problemas generales de las clases populares, el sujeto de estudio por excelencia del Premio Nacional de Historia 2006.
“En los documentos que fui encontrando, en varios de ellos aparecían referencias de paso a los niños -cuenta-. Como que intruseaban. Esto, en los documentos del Estado, los documentos públicos. Un buen día se me ocurrió revisar todos los documentos -que ya estaban fichados- y así seguirle la pista a estos niñitos que aparecían por los márgenes. Era una presencia latente y que se quería desechar. Al reunir todo ese material surgió Ser niño huacho en la Historia de Chile”.
La novedad no solo era que Salazar trataba a sujetos con poca presencia en la historiografía, sino que en algunos de sus apartados, el historiador asume la voz de los muchachos -que no dejan testimonio propio- y los puso hablando en primera persona. Algo que en la historiografía hasta ese momento no se hacía, ya que seguía la línea tradicional de revisar los hechos con distancia. “Provocó mucho resquemor entre los historiadores, que cómo era posible que yo asumiera en primera persona lo que correspondía a datos objetivos. Pero los niños nunca aparecen en la historia, solo aparecen como dato, como censo, o como caso lastimoso, los huérfanos por ejemplo. No se puede ser objetivo al hablar de los niños. Ese libro lo escribí con el alma”.
En este libro usted incorporó a los niños, unos sujetos que la historiografía no suele considerar. ¿Considera que la historiografía chilena está considerando cada vez más a otros sujetos poco estudiados?
Sí, fundamentalmente desde la Historia Social. Desde el 85 en adelante cuando aparece esta disciplina, se han ido integrando historias de personajes ciudadanos que nunca antes había sido considerado. Aparece la Historia de la mujer, de los niños, de los jóvenes, de las poblaciones, de los sindicatos, de los marginales. Hoy casi no hay personaje que no tenga su historia. La historia del pueblo está mucho más desarrollada que el resto de los actores sociales, aunque también está apareciendo historiografía de los empresarios, de la burguesía, de la clase política. Sin lugar a dudas, la Historia social es la disciplina que ha tenido mayor desarrollo desde 1980 hasta hoy. Por tanto, se ha convertido en un conocimiento peligroso para ciertos intereses que dominan el aparato político del país, no es porque sí, por eso se le sacó de 3ro y 4to medio.
¿Considera que el momento que vive el país, desde un estallido social, hasta la discusión por una nueva Constitución tiene algún símil en la historia de Chile?
No exactamente igual, pero tiene parecido a los años 1919 a 1924, cuando la ciudadanía comenzó a movilizarse desde las calles, porque es el lugar que las Constituciones le han asignado a la ciudadanía. No dentro del Estado, la ciudadanía no participa en las decisiones institucionales, sino desde fuera. Entonces, la calle se ha convertido en una forma natural de acción política de la ciudadanía. En ese período, los ciudadanos se movilizaron, pero con una diferencia importante con lo que ocurre hoy: el estallido social de 2019 fue absolutamente callejero, en cambio el de 1919 a 1924, fue callejero pero al mismo tiempo consistió en convocar a grandes asambleas nacionales de actores sociales que se sentaron a discutir el destino de Chile. Asambleas nacionales de trabajadores, de estudiantes, de profesores, de industriales, de militares, todos querían refundar el Estado, como la Asamblea Constituyente convocada por la FOCH y que se realizó en el Teatro Municipal de Santiago (1925), también hubo una Asamblea Nacional Industrial que se realizó en el Hotel Carrera, y así sucesivamente. Cuando la oficialidad joven del Ejército formó la Asamblea Militar en el Club Militar, convocó a una Asamblea Constituyente, entonces, el movimiento popular por sí mismo organizaba asambleas constituyentes.
¿Qué piensa del nuevo acuerdo constitucional?
Hoy, como no sabemos organizar asambleas constituyentes -porque no hemos formado asambleas nacionales-, la organización la tomaron los políticos. Al principio con un poco de miedo, pero luego del triunfo del Rechazo ya no tienen medio. Lo que plantean ahora es la dictadura constituyente de la clase política. Tal cual suena. La han organizado de una manera dictatorial, con este comité que va a revisar todo como si fuera un tribunal supremo sentándose encima de lo que haga el Consejo Constitucional. Pero el pueblo no es tonto, si creen que ganaron la Batalla de Lircay, están equivocados.
¿Siente que de alguna manera en este período hay una crisis en la elite política del país y que con una nueva Constitución se busca saldar?
No hay duda que la clase política está viviendo una crisis gigantesca. Si cree que tiene todo el poder, es un craso error, porque en este momento, es la clase más desprestigiada en Chile. Según las últimas dos encuestas CEP, el 2022 y 2023, el 96% de los chilenos rechaza a los partidos políticos, rechaza la clase política, no confía en ellos. No tiene ninguna legitimidad. Sin embargo, se creen dictadores del proceso constituyente. Si creen que lo que van a acordar como nuevo texto constitucional va a ser perpetuo, están equivocadísimos. Cualquier nueva explosión de la calle puede volver a ser un 18 de octubre, o una huelga nacional. Puede pasar cualquier cosa. No es una victoria definitiva, es una victoria a lo Pirro. La última encuesta CEP señala que el 64% de los chilenos opina que la situación política es pésima, y el 62%, que no quiere participar. Por otro lado, los militares no han dicho nada, no han apoyado el sistema, no han apoyado a la oligarquía, tampoco al pueblo. Lo dijo el propio general Iturriaga cuando dijo que no estaba en guerra. Entonces, el diagnóstico sobre la coyuntura histórica actual no es tan optimista como creen los políticos.
Cito un libro del historiador Mario Góngora, Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX. Con una nueva Constitución, ¿Usted cree que la noción de Estado que impera actualmente en Chile debiera tener cambios?, ¿cuál es la noción de Estado que debiera tener el país?
Mario Góngora trabajó la idea de noción de Estado, aunque no definió exactamente el concepto. Más bien, estudiando datos, llegó a la conclusión de que el Estado en Chile ha sido construido militarmente, porque ha primado la idea del país guerrero, y ha sido la guerra la que -según Góngora- ha impuesto el Estado. Y a su vez, según Góngora, es el Estado el que forma la sociedad. Los militares, a través del control de las instituciones que redactaron constituciones, conformaron el Estado y el Estado forma la sociedad. Esa argumentación de Góngora es lo contrario a la noción de soberanía popular, porque está en la sociedad. Y deliberando, la ciudadanía construye el Estado. Esto, desde la idea de la sociedad civil. Una cosa son los hechos, los militares formaron el Estado en Chile, pero otra cosa es que la sociedad forme el Estado, y en eso estamos hoy día. Góngora se acercó al tema, pero desde el otro lado.
Gabriel Salazar se presentará a las 18:00 hrs en el Escenario Gonzalo Rojas de la FIL del Biobío.
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