Perro Perdido: la conmovedora historia real tras el filme que emociona en Netflix y su conexión con Chile
Dirigida por Stephen Herek, la película muestra la intensa búsqueda de la familia Marshall por encontrar a Gonker, la mascota adoptada por uno de sus hijos que lleva varios días perdida en medio del bosque. Encontrarlo se vuelve un asunto urgente, pues el perro padece de una enfermedad que, sin una inyección mensual, puede derivar en la muerte. Una historia emotiva basada en un hecho real, y que incluso tiene una peculiar relación con nuestro país.
Muchas veces, el lugar que ocupan las mascotas en el núcleo de una familia resulta fundamental. Así sucede en Perro perdido, la nueva película de Netflix que, a pocas semanas de su estreno el pasado 13 de enero, figura como uno de los contenidos más exitosos de la plataforma en Latinoamérica.
Con una narración familiar y emotiva (protagonizada por Rob Lowe, John Berchtold y Kimberly Williams-Paisley), el filme aborda la historia de la familia Marshall y la búsqueda de Gonker, el perro de uno de los hijos del matrimonio que se perdió durante un paseo por el sendero de los Apalaches, en Estados Unidos. Sin embargo, hay un detalle que hace que el encuentro con el can se transforme en un asunto urgente: desde su nacimiento que Gonker padece de la enfermedad de Addison, una insuficiencia suprarrenal que hace que su vida dependa de una inyección mensual.
A la falta de comida y los peligros propios del bosque se suma la urgencia de que el perro aparezca antes de la fecha de su próxima medicación. El amor hacia la mascota moviliza a todos los miembros de la familia en una búsqueda que, poco a poco, termina por involucrar a gran parte de la comunidad, incluso a la prensa local.
Una historia que parece hecha para la pantalla grande. Sin embargo, gran parte de lo que se muestra a lo largo del filme está basado en un caso real que conmovió a cientos de personas, y que tiene una particular conexión con Chile.
El verdadero Fielding Marshall
En la película, el joven Fielding decide adoptar una mascota durante su último período universitario. Su ex pareja estaba en una nueva relación y la idea de tener un perro aparecía como una compañía segura. Pero el inicio de la relación entre Gonker y su dueño real es distinta.
Para 1991, el verdadero Fielding Marshall pasaba por un mal momento. Su hija pequeña falleció en el quirófano en medio de una operación al corazón, y pasó poco tiempo hasta que su esposa, ahogada por el dolor de la pérdida, decidiera empacar sus cosas y abandonar la casa que compartían.
Las cosas no podían empeorar más. En medio de una vorágine de tristeza, Marshall decidió hacerse de un compañero perruno para que le hiciera compañía. Así fue como terminó adoptando a Gonker, un can mezcla de golden retriever que, más que una mascota, se convirtió en su mejor amigo.
Así lo consignó el New York Post en un artículo que recoge su historia juntos, donde aseguran que la presencia del perro fue crucial para que Marshall pudiera superar sus penas y “llenar el vacío de todo lo que había perdido”.
Tal como se ve en el filme, Gonker era un perro juguetón que disfrutaba de la compañía de los humanos, activo y fanático de ir a buscar ramas. La misma nota consigna una anécdota que deja entrever la excepcionalidad del can. En una ocasión, el perro salvó una vida: después de una fiesta, Gonker alertó con sus ladridos que algo pasaba en la casa. De esa forma, Fielding se dio cuenta de que uno de sus amigos estaba desmayado en el baño, con una serpiente venenosa moviéndose a su lado.
Por desgracia, su salud no estaba del todo bien. Desde su nacimiento que Gonker padecía de la enfermedad de Addison, una insuficiencia suprarrenal que afecta tanto a los animales como a los humanos, y que puede causar un estado de coma cuando no se trata adecuadamente. Justamente, el perro debía inyectarse hormonas sintéticas cada cierto tiempo para mantenerse con vida.
El 10 de octubre de 1998, y a pocos días de haber recibido la dosis del mes, Gonker se escapó durante un paseo con su dueño por los senderos de los Apalaches. Pasaban las horas y no había rastro de la mascota. Con el tiempo en contra, Fielding y sus padres comenzaron a idear un plan que les permitiera encontrarlo antes de que llegara el día de su próxima medicación.
La familia movió cielo, mar y tierra durante la búsqueda. Y a medida que avanzaban las horas, el impacto que causó el caso de Gonker escaló a niveles inesperados. Tanto así, que la madre de Fielding terminó montando un verdadero centro de operaciones para difundir y recibir todas las novedades del caso.
Muchas personas llamaban por teléfono para aconsejar a la familia sobre técnicas para agilizar su encuentro. Hasta los noticieros locales se hicieron presentes, prestando sus páginas para contar la historia del can y su dueño y así mantener a los lectores alerta.
Luego de varios días, y tras pasar una noche lluviosa completa gritando el nombre del animal por el sendero, Fielding estaba a punto de bajar los brazos. Hasta que el 25 de octubre, a las 2 de la madrugada, su madre recibió una llamada de un policía que dijo haber visto a su mascota comiendo en unos botes de basura, a nada menos que 178 kilómetros del lugar en el que desapareció.
En total fueron 15 jornadas en las que el can caminó intentando dar con su familia. Luego del reencuentro, Gonker vivió cinco años más junto a su dueño. Falleció el 2003, a los 11 años.
Todo el proceso quedó plasmado en la novela Perro perdido: el viaje extraordinario de una mascota perdida y la familia que lo trajo a casa, publicado el 2016 por Pauls Toutonghi, cuñado de Fielding que inmortalizó la historia que hoy es recogida por Netflix.
Un chileno más
Después de la muerte de Gonker, Marshall dejó Estados Unidos para radicarse en Chile, donde llegó como turista para conocer los ríos y la naturaleza que rodea a nuestro país. Durante ese viaje, conoció a una chilena de la que se enamoró profundamente. Al tiempo se casaron y tuvieron dos hijos, que nacieron en Concepción.
En total, vivió 15 años en el sur. Pero, según consigna Biobío Chile, hace un tiempo que retornaron a Oregon, Estados Unidos, donde residen en la actualidad.
A través de su cuenta de Instagram, el estadounidense ha compartido varias fotografías inéditas de él junto a Gonker. Asimismo, ha interactuado y recibido el cariño de los espectadores de la película, que le agradecen por compartir su historia con el mundo.
Mediante un video publicado el 16 de enero, y en un español muy fluido, Marshall agradeció todos los saludos, especialmente aquellos provenientes de los chilenos que vieron la película. “Agradeciendo a los chilenos que han visto el video. Tengo la suerte de tener una esposa hermosa chilena y dos niños chilenos. Y también yo soy chileno. Tengo mi pasaporte”, dice en la publicación, donde aprovecha de mostrar a la cámara su documento.
“Aquí estoy con mi gatita (…) No he tenido un perrito después de Gonker. Fue muy especial para mí. Soy amante de los animales y entiendo… Todos ustedes me han escrito (contándome) de su amor por los animales. Sufro contigo cuando pierdes a tu perrito”, agrega en el video, que finaliza con un entusiasta “¡viva Chile!”. Cabe destacar que, durante su estadía en nuestro país, Fielding se dedicó a dar tours en kayac.
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