La increíble historia de Jessica Watson, la joven australiana que inspiró la película Espíritu Libre

Espíritu libre, película de Netflix
Espíritu libre, película de Netflix

Con sólo 16 años, la adolescente dio rienda suelta al sueño de su vida: convertirse en la persona más joven en dar la vuelta al mundo en solitario y a través del mar. Un viaje que duró 210 días y que incluyó tormentas extremas, hundimientos, olas de hasta 12 metros de altura y varias críticas. Recientemente, Netflix sumó a su catálogo un filme inspirado en su historia, que cuenta con actores de la talla de Anna Paquin


De una u otra forma, la vida de Jessica Watson estuvo siempre ligada al océano. Pasó varios años viviendo en un bote junto a su familia y recibió clases de vela junto a sus hermanos desde muy temprana edad.

Pero hubo un hecho que marcó su destino para siempre. A los 11 años y como parte de los ejercicios para mejorar su dislexia, la niña solía leer junto a su madre el libro Lionheart: un viaje del espíritu humano, que recopila los diarios de viaje de Jesse Martin, el australiano que a los 18 años pasó a la historia como la persona más joven en dar la vuelta al mundo a través del mar. Solo, sin escalas y exento de cualquier tipo de ayuda externa.

Jessica leyó tantas veces los diarios de Martin que hasta memorizó la ruta realizada por el muchacho en 1999. La admiración se tradujo rápidamente en un objetivo claro: romper el récord establecido y transformarse en la nueva persona más joven en realizar aquella hazaña.

Jessica Watson, la persona más joven en dar la vuelta al mundo en solitario y por vía marítima. (Fotografía de Greg Wood/AFP/Getty Images)
Jessica Watson, la persona más joven en dar la vuelta al mundo en solitario y por vía marítima. (Fotografía de Greg Wood/AFP/Getty Images)

A los 16 años, la adolescente cumplió su cometido. El 2010 se embarcó en un viaje de 210 días, que implicó la navegación por miles de millas marítimas en soledad, tormentas violentas y olas de hasta 12 metros de alto, y que quedó plasmado en Espíritu libre, el filme dirigido por Sarah Spillane y protagonizado por Teagan Croft, Anna Paquin y Cliff Curtis, que a menos de una semana de su arribo en Netflix ya figura entre los contenidos más populares de la plataforma a nivel mundial.

Spillane, también oriunda de Australia, comentó en el sitio Movie Web su relación personal con el proyecto. “Tuve una experiencia un tanto paralela a la de Jessica, en términos de la línea de tiempo. Zarpó del puerto de Sídney en octubre de 2009. Fue exactamente ese mismo mes que salí de Australia y fui a Los Ángeles para perseguir mi sueño; que era hacer cine. Aunque no tuve que lidiar con olas de 60 pies y tormentas épicas como ella, tuve mis propios desafíos en Hollywood. Algunos dirían que tuve que luchar contra algunos tiburones en el camino”, recordó la cineasta.

Espíritu libre, película de Netflix.
Espíritu libre, película de Netflix.

De hecho, su gerencia se acercó a mí varios años después de que ella regresara. Uno de los gerentes, Andrew Fraser, es productor del filme. Había visto mi última película australiana, Around the Block. Se acercó a mí para escribir, dirigir y adaptar la historia de Jessica. Para mí no fue pan comido. Fue desafiante. ¿Cómo hago una película sobre una adolescente sola en el océano durante 210 días? Cuanto más tiempo pasaba con Jessica, más tiempo reflexionaba sobre su viaje, más allá del aspecto físico de la navegación, me di cuenta de lo importante que es esta historia”, agregó la directora sobre las implicancias de tomar las riendas de la adaptación, basada en las memorias que la joven publicó a pocas semanas de su arribo a tierra firme bajo el mismo título del largometraje.

En la película queda plasmado el recibimiento que tuvo Watson al finalizar su viaje. Por esos dias, la prensa de la época recalcaba su valentía e incluso las autoridades del país tuvieron felicitaciones. Pero, tal como muestra el largometraje, no todo fue color de rosas.

Entre una prueba fallida y la presión mediática

Desde el momento en que decidió asumir el desafío, Jessica comenzó una extensa preparación que le permitiera afrontar el viaje de la manera más segura. En total, la joven realizó 9 capacitaciones, que incluyeron cursos sobre motores diésel, primeros auxilios, de seguridad y supervivencia en el mar y certificaciones de operador de radio. Además, navegó aproximadamente 6 mil millas costeras y otras 6 mil oceánicas.

Sin embargo, en la prueba de navegación previa a su embarcación definitiva, la joven colisionó fuertemente con un buque granelero de cerca de 63 mil toneladas de peso. Cinco minutos antes del accidente, Watson se había recostado para dormir una siesta. Pero un descuido por ambos lados terminó ocasionando varios daños a su embarcación, un pequeño barco a vela bautizado como Ella’s Pink Lady.

Jessica Watson. Fotografía recuperada del blog www.jessicawatson.com.au
Jessica Watson. Fotografía recuperada del blog www.jessicawatson.com.au

Las críticas por parte de ciertos organismos y medios de comunicación comenzaron en cuanto se hizo pública la aventura que emprendería la joven. Pero el accidente durante la navegación de prueba aumentó esos cuestionamientos, que apuntaban a la falta de madurez con que una joven de 16 años podría asumir el reto, su falta de experiencia mar adentro y los peligros físicos que implicaba el viaje. Todo, al mismo tiempo en que se cuestionaba el apoyo que recibía de sus padres.

En un artículo de la revista Pacific Motor Yacht, catalogaron de “irresponsable” y “arrogante” el hecho de pasar por alto la inexperiencia y la edad de Watson. Incluso una fundación local dedicada a la protección de la infancia llegó a cuestionar la capacidad psicológica que podría tener una menor de edad para comprender los riesgos de dicho desafío.

Aun así, Watson se mostró segura de su decisión. El viaje, que consistió en atravesar todos los meridianos de longitud y cruzar la línea del Ecuador, pasando incluso por Chile a través del Cabo de Hornos, tuvo varias complejidades. Debió enfrentarse con varias tormentas e incluso quedó con su embarcación superada por el mar en más de una ocasión. También tuvo que realizar varias reparaciones, que incluyeron arreglos por deterioros en la batería, el inodoro y la vela mayor del Pink Lady.

“Eran así de grandes (las olas) y no tengo idea de qué tan grande fue la que nos derribó; nos lanzaron completamente boca abajo... Las olas más peligrosas y desordenadas que tuve fueron en el Atlántico. justo después del Cabo de Hornos, pero las más grandes vi que surgían debajo de Australia”, recordó la joven en una entrevista con el medio ABC Local.

A medida que iba superando más obstáculos, las críticas comenzaron a transformarse en palabras de admiración. Y ya para su arribo al puerto de Sídney, miles de personas esperaban para recibirla entre aplausos. Incluso fue nombrada como la joven australiana del año 2011 y recibió la Medalla de la Orden de Australia.

Pese a haber cumplido con la mayoría de los requisitos solicitados por el World Sailing Speed Record Council, el organismo no consideró el viaje de Jessica como una circunnavegación global al no haber llegado a las 21 mil 600 millas náuticas exigidas. La joven señaló que la decisión del organismo fue arbitraria y estaba ceñida al sesgo de no reconocer los viajes realizados por menores de edad.

De todas formas, su figura quedó grabada en la historia y la cultura popular como la persona más joven en cumplir aquel viaje, a pesar de la falta de reconocimiento oficial.

Una vida lejos de la fama

Dos meses después de su arribo en tierra firme, Jessica se dedicó a escribir un libro con sus diarios que contara todos los detalles del viaje. Y aunque era lógico pensar que se mantendría cerca del mar, con el tiempo se decantó por cultivar un trabajo convencional y una vida lejos de la fama.

“Ciertamente no bajé del Pink Lady y dije ‘bueno, ya basta de navegar’ y, en todo caso, mi aprecio por él se ha multiplicado por diez desde el gran viaje en solitario alrededor del mundo. Pero al mismo tiempo, es probablemente algo que me he tomado mucho menos en serio en los últimos años. La navegación de alto rendimiento nunca ha sido algo que me apasione, ni siquiera mi fuerte, pero navegar se ha convertido en algo más importante que eso, y es una pasión de por vida”, comentó recientemente en una entrevista con el medio The Sydney Morning Herald, con motivo del estreno de Espíritu libre.

“Eso era lo que me preguntaban constantemente después de hacer el viaje: ¿Qué sigue? ¿Qué vas a hacer para mejorar eso?” agregó. En conversación con el portal Tudum, la australiana de 29 años profundizó en su presente y en la relación que mantiene con la navegación.

Jessica Watson. Fotografía recuperada de la revista Variety
Jessica Watson. Fotografía recuperada de la revista Variety

“Me dediqué a la vela y las carreras de alto rendimiento durante un tiempo, pero realmente no soy así. Después de unos años, me di cuenta de que quería desafiarme a mí misma de diferentes maneras. Así que volví a estudiar, y en estos días tengo un trabajo de escritorio muy sensato, que realmente me encanta. Navegar es una pasión de toda la vida y en realidad es algo que se ha vuelto más importante para mí que nunca, pero también es en gran medida un pasatiempo”, afirmó Watson, quien también participó en la creación de Deckee, una aplicación náutica que ofrece información local, registro de actividades, alertas de seguridad, meteorología marina y una serie de servicios útiles para la navegación de forma gratuita. También escribió una novela, titulada Indigo Blue.

Cabe destacar que Jessica tuvo una participación activa a lo largo del proceso de la película, donde incluso llevó a Teagan Croft (actriz que la encarna en la ficción) a navegar mar adentro. Sobre el largometraje, Watson señaló a la asociación American Sailing: “Espero que la película sea edificante y un recordatorio para que todos aprovechen todas las aventuras que la vida tiene para ofrecer y audazmente persigan sus sueños”.

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