Crítica de discos: la diversidad de Yo La Tengo, The Waeve y Evelyn Cornejo

Discos

Las novedades discográficas de esta semana van en distintas direcciones y apuntan desde el proyecto de Graham Coxon y Rose Elinor Dougall, hasta el álbum consagratorio de una aplaudida cantautora chilena.


The Waeve - The Waeve

A sus 53 años, Graham Coxon, el guitarrista de Blur, dice que cuando los músicos envejecen, en su mayoría, crean canciones malísimas, que pierden la intransigencia y el nervio de sus primeros discos y se vuelven insulsas, de escaso interés. Ajeno a ese contingente de colegas satisfechos de sí mismos, Coxon se mantiene con su cabeza inquieta y plena de desafíos.

Su nuevo proyecto, The Waeve, junto a la cantante Rose Elinor Dougall -que se suma a la reciente publicación de su autobiografía- está compuesto de diez canciones en que la química entre la pareja fluye con naturalidad. Grabado en plena pandemia, el disco homónimo tiene el sonido de esos días: la melancolía que impregnan los bronces en Sleepwalking, la bella esperanza de Undine o el inicio solemne en Can I call you, que se transforma en una melodía energizante con la voz distorsionada del guitarrista o la euforia punk y rabiosa del excelente Someone up there, son fotografías de los oscilantes estados de ánimo de esos meses caóticos.

En todo momento, Coxon cede el protagonismo a Dougall. Su voz es dúctil y versátil. Según la ocasión, suena robótica, celestial o dulce, con su compañero dirigiendo los hilos en segunda fila con una guitarra siempre imaginativa y al servicio de la canción más que del lucimiento propio. Coxon envejece, pero no pierde el ingenio.

Evelyn Cornejo - Sopita de pan

En un periodo en que la música chilena está gobernada sin contrapeso por los sonidos urbanos, el folclor de Evelyn Cornejo es una anomalía. En su tercer disco, Sopita de pan, la solista maulina opta por un camino ligeramente distinto a sus dos álbumes anteriores: se hace acompañar casi exclusivamente por su guitarra y exhibe unas letras directas, políticas y críticas de la evolución de la humanidad en Chile y el mundo.

En su música sobrevuelan los fantasmas de Violeta Parra -su más evidente inspiración- y también la lucidez de la Nueva Canción Chilena. Cada melodía parece encajada en esa época estelar de la creación musical local. La mirada que plasmaba en La chusma inconsciente, el tema más logrado de su anterior álbum homónimo (2017), en este nuevo disco es una constante.

Cornejo tiene desesperanza y perspicacia y una voz que, por momentos, recuerda a Mon Laferte. En Están sacrificando, su tema más emotivo, homenajea a Macarena Valdés, una asesinada activista medioambiental, cantando “A la Negra la mataron/empresarios y sus soldados/dijeron se ha suicidado/y todo fue orquestado” y en Porque el planeta apunta a lo mismo: “somos manito de obra barata/para que ellos ganen más plata”. Sopita de Pan recoge el testimonio folclórico de Témpera (2008) de Manuel García, aunque con más irreverencia y rebeldía. Debería ser su obra consagratoria.

Yo La Tengo - This stupid world

A casi 40 años de su formación, el gran misterio de la longevidad de Yo La Tengo es que jamás creyó demasiado en que la música podía ser su sustento de vida. Pese a su (subterráneo) reconocimiento, los últimos 15 años de la banda pasaron casi inadvertidos, con trabajos que se escuchaban, pero se olvidaban al día siguiente.

Ese rumbo anónimo tuvo su peak en There’s a riot going on (2018), producido por el líder de Tortoise, John McEntire, con canciones ralentizadas en extremo y raquíticas de chispa. Decididos a cambiar la historia, en This stupid world el trío produce por primera vez sus temas y recupera esa química artesanal y obstinada de obras emblemáticas como Painful (1993) y I can hear the heart beating as one (1997). La ensoñación crepuscular de Aselestine -donde Georgia Hubley canta “donde estás?/las drogas no hacen lo que dijiste que hacen”- y el ruido deformado y los sonidos repetitivos de Sinatra drive breakdown, por ejemplo, se sustentan en sus dos más grandes referencias: Velvet Underground y My Bloody Valentine. Yo La Tengo parece llevar el calendario hacia atrás.

A estas alturas, no están pensando en sorprender con nuevos cambios de ritmo, sino que su empeño está en convencerse en que aún pueden hacer buena música. No es un gran álbum pero, por lo menos, esta vez no pasarán desapercibidos.

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