El 28 de diciembre de 2002, el futuro del rock argentino pareció verse amenazado por las autoridades ecuatorianas. Tras una caótica presentación en Quito que terminó de forma abrupta y con disturbios, Charly García fue detenido en su camarín junto a Gustavo Cerati, Fito Páez y personas asociadas a sus presentaciones que, de un modo u otro, cumplían un rol importante en la escena musical trasandina.
Esa noche, los tres músicos habían encabezado el Megaconcierto, un festival del rock latino celebrado en el Coliseo General Rumiñahui de la ciudad. Charly estaba encargado de cerrar la jornada tras las presentaciones de Cerati y Fito, el conjunto colombiano Aterciopelados y la banda local Cruks en Karnak.
El evento se llevó a cabo con absoluta normalidad... hasta que Charly pisó el escenario. El músico, que se encontraba promocionando el disco Influencia, solo alcanzó a tocar seis minutos antes de explotar de ira. Sus audífonos empezaron a presentar problemas, y tras un par de segundos, no halló nada mejor que lanzar su guitarra al suelo y empezar a patear sus amplificadores. Los técnicos de sonido hacían todo lo posible por detener al intérprete, pero este no encontraba la calma.
Tras un rato, Charly dejó el escenario. Sorprendidos por este repentino, pero no inusual momento, las más de 10 mil personas que acudieron a la cita esperaron por más de una hora que regresara a tocar. Cuando se empezó a notar que esto no iba a ocurrir, comenzaron a lanzar sillas, botellas y otros objetos contundentes al escenario, generando lo que el diario argentino Clarín describió como un “pandemónium”.
Al poco rato llegó la policía ecuatoriana para intentar controlar la situación, y el jefe de la organización decretó la detención de García por alterar el orden público. De alguna forma, Cerati, Fito y el séquito que los acompañaba quedaron también privados de libertad en el área de los camarines del recinto, mientras las autoridades evaluaban cómo proceder.
Dentro de este grupo estaba Gonzalo Aloras, guitarrista en la banda que acompañaba en sus presentaciones a Fito y un frecuente colaborador de los otros dos artistas. Con la incertidumbre sobre lo que podía pasar con ellos, Aloras decidió sacar su cámara. “Parte del público -era un estadio cubierto- respondió tirando sillas al escenario. Caos. ‘Sacar belleza de este caos es virtud’, dijo luego Cerati en Déjà vu. Algo de ello siento que se aprecia en el registro”, señaló en una entrevista para el medio argentino Infobae que conmemoraba los 15 años del incidente.
Su video arranca con una toma de Gustavo echado en un sillón, algo intranquilo y tocando algunos acordes en su Les Paul. A su lado está Charly, probando una guitarra acústica y conversando con él. El comunicado emitido por las autoridades ecuatorianas afirmaba que había sido detenido bajo la influencia de las drogas, pero en el registro no se nota.
Entre tomas puede verse a un Fito sonriente, bebiendo una cerveza y fumando un cigarro. Ambos parecen estar en calma, a pesar de todo. La fallecida guitarrista María Gabriela Epumer y el percusionista chileno Kiuge Hayashida, ambos de la banda de Charly, también aparecen en el registro. “Quién lo hubiera pensado, hoy éramos leyendas del rock y ahora...” dice en un momento Charly. “Presos! Presos en Quito!” le termina la frase Fito.
En un momento entra el productor de Cerati, Flavio Etcheto, visiblemente preocupado, para informar que las autoridades ecuatorianas quieren meterlos presos a todos. La cinta luego pasa a una escena en la que se ve a los tres músicos tocando sus guitarras dentro de su improvisada prisión, como si nada. “Habiendo hecho la obra que hicieron estos artistas, no pueden estar intranquilos, ni aún estando detenidos en otro país. Porque ya son música. Eso también quise dejar registrado: cuando no hay salida, cuando hay encierro, siempre está la música, que es nuestra filosofía para volar”.
Reflexionando sobre lo inédito de la situación, y el hecho que haya podido ser inmortalizada en video, Aloras comenta: “Me sigue pareciendo increíble que la única vez que se hizo un concierto con estos tres artistas haya sido en Quito. Y me sigue pareciendo increíble haber estado allí, a la vez como músico y videasta. (...) Me emocionó saber que Charly no quería dejar de repetir el video cuando lo vio por primera vez”.
Cerati, Fito y sus comitivas pudieron dejar el país horas más tarde. El único que terminó realmente preso fue Charly, quien debió pasar dos días en una cárcel de la capital ecuatoriana por incitar el desorden y dañar equipamiento. Llegando a Argentina tras ser liberado, resumió su experiencia así: “El problema fue muy sencillo, la policía ecuatoriana no sabe nada de rock and roll”.