Cómo se creó el emotivo corto chileno de Star Wars
Gabriel Osorio, ganador del Oscar por Historia de un Oso, detalla a Culto el proceso detrás de In the Stars, el cortometraje animado que forma parte de Star Wars: Visions (Disney+) y que presenta la historia de dos hermanas huérfanas. Aunque la trama se ambienta en un planeta arrasado por el Imperio, la idea está inspirada en el genocidio selk'nam. “Creo que (en Lucasfilm) sintieron que era algo relevante y que le daba quizás un poco más de peso a la narración”, señala.
Niños huérfanos, hermanos separados, padres y madres que mueren antes de ver crecer a sus hijos, villanos que desean matar a su descendencia. Desde su origen, Star Wars es una historia donde la familia suele estar desmembrada, fracturada, aniquilada. Que lo digan Luke, Leia, Ray o Grogu, que encontraron refugio en terceros con los que no estaban unidos mediante sangre.
“Para mí, Star Wars es eso”, afirma Gabriel Osorio (Santiago, 1984). “Entonces, cuando me invitaron a hacer esta historia, de inmediato pensé en que tenía que ser una historia de separación, pero con esperanza al final”.
El director chileno, ganador del Oscar por Historia de un oso (2014), fue convocado a participar en Star Wars: Visions, la serie de Disney+ que reúne cortometrajes de animación de diversas partes del mundo y que estrenó su segundo volumen este jueves.
Punkrobot, la única compañía latinoamericana de la selección, firma el tercer filme del segundo volumen, titulado In the stars (En las estrellas) y centrado en dos hermanas huérfanas que habitan un planeta devastado por el Imperio (en pantalla a través de una oficial con voz de la británica Kate Dickie en inglés y Amparo Noguera en español). Esos personajes femeninos, Koten (Valentina Muhr) y Tichina (Julia Oviedo), son las últimas adiciones a la tradición de figuras desamparadas de la saga creada por George Lucas.
Junto al productor Patricio Escala, Osorio recibió carta blanca para crear la historia que quisieran en torno a la ficción. El único pie forzado consistía en no utilizar a figuras emblemáticas de la franquicia.
“Había libertad completa, mientras no fuera las aventuras de Luke Skywalker entremedio del Episodio IV y V”, ilustra. La sugerencia, cuenta, era “expandir el universo con total libertad y ojalá con personajes nuevos. Y para mí eso fue parte de lo emocionante de esta premisa. Yo, como creador, lo que quiero es poder aportar y crear personajes nuevos con los que nos podamos identificar de manera personal, como chilenos, y sentirlos más locales”.
En la historia que imaginaron –ambientada entre Una nueva esperanza (1977) y El Imperio contraataca (1980), aunque al margen del canon– aparecen elementos icónicos de la saga, como la Fuerza y el Imperio, con los que el filme asienta su trama en el universo de los jedi y los sith.
Sin embargo, el guión –coescrito junto a Antonia Herrera y Francisco Ortega– también incorpora una lectura más local: el genocidio selk’nam, un tema que por años ha interesado a Osorio y que en este caso se representa a través de la devastadora historia de las dos protagonistas, las últimas sobrevivientes de su linaje.
Ese guiño a la historia local fue parte de la presentación que realizaron ante Lucasfilm para obtener la aprobación final del proyecto. “Cuando nos dieron el greenlight y pudieron transmitirnos sus impresiones, ellos estaban muy entusiasmados, (aunque) al mismo tiempo no sabían de la historia de la Patagonia, no sabían de la historia del pueblo selk’nam. Y es comprensible que no lo sepan, porque ni nosotros como chilenos lo sabemos. Creo que sintieron que era algo relevante y que le daba quizás un poco más de peso a la narración”, señala, junto con destacar que “Star Wars trata temas de colonización”.
El cineasta recuerda sus días de infancia para explicar su conexión con el tema. “Cuando chico, estoy hablando de siete u ocho años, más de una vez me dijeron: oye, alacalufe, por mi color de piel. Entonces crecí pensando que ser alacalufe era algo malo, que era lo peor. Tampoco te lo enseñan en el colegio, no sabes lo que es; estoy hablando de otra generación, en los años 90. Pero cuando uno crece y empieza a leer la historia y lo que realmente pasó en la Patagonia, que el genocidio fue avalado por el Estado de Chile, te das cuenta que, uno, no se llama alacalufe, el nombre es selk’nam”.
“Si bien no tengo antepasados selk’nam, porque mis apellidos son Osorio y Vargas, mi piel es morena y sé que tengo algún antepasado de alguna nación original. Toda esa historia, por la parte de mi abuelo, fue borrada. Solo sé que, por mis características, debo provenir de alguna. Entonces, creo que es importante que esa historia sea más difundida y se sepa más lo que pasó en nuestro país hace no tanto tiempo”.
La memoria fue lo que también movilizó la creación de Historia de un oso, su premiado cortometraje basado en la experiencia de vida de Leopoldo Osorio, su abuelo paterno, quien después del golpe de Estado fue encarcelado y exiliado. Ahora, tras terminar In the stars, junto al equipo de Punkrobot volverán a enfocarse en la realización del largometraje basado en el filme que les concedió la estatuilla dorada.
“Es como el heredero espiritual de Historia de un oso, pero con personajes nuevos. El oso aparece, pero es un personaje secundario. No es Historia de un oso: La película”, aclara. “Trata el mismo tema, una familia que es separada a la fuerza, (por lo que) es la misma idea, pero la historia es desde la perspectiva de las personas que quedan”.
Evocando la trilogía original
Gabriel Osorio calcula que tenía entre cuatro y cinco años cuando vio por primera vez El Imperio contraataca en televisión en la casa de su abuela. Aunque no la terminó, hay un momento que se le quedó por años grabado en la retina: cuando los caminantes imperiales AT-AT atacan a los protagonistas en Hoth.
“Esa escena me rayó por completo. Quería saber desde chico cómo estaba hecha”, plantea. Ese vínculo personal con esa secuencia del Episodio V influyó en la definición de la estética de In the stars, distinta a cualquier trabajo previo de Punkrobot. “Decidimos que la animación fuera en 3D, pero apuntando a las técnicas stop-motion con las que se hicieron las películas originales”, detalla.
En las instalaciones de Punkrobot –en la Universidad de Las Américas, donde Osorio y Escala son docentes– construyeron las maquetas en tamaño real para crear los escenarios de la historia de Koten y Tichina.
“La maqueta, pintada a mano, la traspasas con todos sus detalles al computador. Y los personajes son animados en 3D, pero se trabajaron como si hubiese sido stop-motion. Se fue creando pose por pose, lo que le da ese movimiento un poquito más escalonado, un poco menos fluido. Y eso hace que se vea más limitado y tú cerebro lo asocia a estas animaciones más antiguas”.
Mitad broma, mitad en serio, el director dice que mantener la confidencialidad de todos los involucrados fue lo más difícil. “Y lo más emocionante. Todos somos fans de Star Wars”, finaliza.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.