Los goles suenan a la distancia, dice la letra de Primavera Cero, acaso uno de los himnos más reconocibles de Soda Stereo. Una frase que bien se hizo carne el día del legendario partido entre las selecciones de Argentina e Inglaterra por los cuartos de final de la Copa de Mundo México 86′, aquel memorable encuentro en que Diego Maradona descolló por la “mano de Dios” y el golazo tras gambetear a cinco jugadores ingleses que lo volvió una leyenda.
Ese día, como recordó una reciente nota de The Guardian, sorprendió a Soda Stereo de viaje por Reino Unido. Los argentinos se habían embarcado para europa en junio de ese año, en pleno verano boreal, para hacerse de algunas primeras conexiones en el viejo mundo. La idea, cuenta el periodista Sergio Marchi en su biografía de Gustavo Cerati titulada Algún tiempo atrás, se había lanzado desde la agencia Ohanián Producciones, que manejaba a la banda, costeando el periplo con el dinero que se habían hecho hasta entonces. A Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti se les sumó el tecladista Fabian “el zorrito” Quintiero, habitual colaborador del grupo en el escenario.
Por esos días, Soda Stereo ya había publicado sus dos primeros discos (Soda Stereo, 1984 y Nada Personal, 1985) y comenzaba a generar sus primeras giras internacionales. En mayo de ese año habían cruzado por primera vez a Chile, donde participaron en el estelar Martes 13. “Un grupo que es uno de los favoritos de ustedes. El primer aplauso de esta noche para el grupo argentino rock, Soda Stereo”, los presentó el siempre compuesto César Antonio Santis. Allí dejaron una buena impresión, lo que sería clave para impulsar a la carrera de la banda apenas un año más tarde.
Pero en Europa la cosa fue algo más difícil. La primera parada fue en España, bullente de actividad por la movida madrileña y la apertura tras el franquismo, donde el grupo no tuvo una recepción tan efusiva. Pero no se amilanaron. De allí se movieron hasta Francia para cruzar hacia donde realmente querían ir, Inglaterra. El sonido británico había sido la principal inspiración del grupo y en esos días estaban alucinados con el costado dark de The Cure. Por ello, la idea inicial era ver al grupo de Robert Smith en el festival Glastonbury. Pero las cosas tomaron otro rumbo.
Los Soda Stereo en pleno asistieron a shows de The Cure y The Psychedelic Furs. Al día siguiente tenían boletos para un concierto de Simple Minds en el Milton Keynes Bowl. Estudioso, Gustavo Cerati conocía la banda que por esos días encendía las discotecas con el hit Don’t you forget about me. Ese día, sin embargo, el público estaba inquieto. El concierto coincidió con el partido que animarían Inglaterra y Argentina en la Copa del Mundo; una rivalidad futbolera que se arrastraba desde el violento partido del mundial de 1966 y que estaba sazonado por la reciente Guerra de las Malvinas. Y allí estaban, un grupo de chicos argentinos entre un mar de británicos expectantes de una victoria.
“Fuimos al Milton Keynes Bowl, un predio gigante en la ciudad de Milton Keynes, donde había casi doscientas mil personas para ver a Simple Minds en la época de su hit Alive and Kicking. Tocaban también The Cult, Big Audio Dynamite y The Waterboys, entre otros”, apunta Zeta Bosio en Yo conozco ese lugar, su libro de memorias.
Mientras miraban los shows, el bajista de Lloyd Cole & The Commotions subió al escenario para informarle a la gente el resultado “Estaban perdiendo 1 a 0 después del mitológico gol de Maradona con ‘la mano de Dios’ -apunta Zeta-. Enseguida se desencadenó un abucheo general, mientras nosotros nos mirábamos con una alegría contenida y mucho pánico; básicamente, teníamos que disimular para proteger nuestro bienestar físico”.
Allí los músicos decidieron disimular. “No se nos ocurrió mejor idea que empezar a hablar con un acento muy marcado (intentábamos parecer españoles) y cuando nos enteramos de que finalmente le habíamos ganado a Inglaterra sentimos unas ganas tremenda de festejar. Experimentamos la doble alegría de sentir una felicidad enorme y de poder contrastarla con la frustración de ellos en vivo, rodeados de un mar de gente deprimida”.
“Teníamos miedo que nos peguen -recuerda Quintiero en Algún tiempo atrás-; la banda soporte era The Waterboys y sentimos una ovación: gol de los ingleses. No podíamos ver el partido. La puta madre”. Pero cuando avisaron el pitazo final, con el triunfo de los albicelestes, los músicos apenas podían con la emoción. “Nos agarramos las manos los cuatro -agrega Quintiero-, nos dimos un abrazo en silencio. A veinte años de esos dos goles, el de ‘la mano de Dios’ y el otro, le conté la anécdota a Maradona en Frankfurt”.
El periplo por Europa fue provechoso para Soda Stereo. Además de mirar bandas, aprovecharon de comprar ropa y redefinir su imagen y sonido. Una experiencia que a su regreso, plasmaron en el fundamental álbum Signos. “Regresamos de esa travesía con un look totalmente renovado, con cosas que en la Argentina no se conseguían, como los zapatos plataforma tipo rockabilly, algunas capas y las botas puntiagudas que fueron furor”, detalla Zeta Bosio. “Volvimos del Reino Unido vestidos como una banda internacional de la época, completamente entregados a un cambio radical que significó el adiós a la bombacha de gaucho que nos había acompañado hasta entonces”.