Succession: mi villano favorito

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Fotos: HBO

Este domingo 28, a las 21:00 horas (en HBO y HBO Max), se despide la colosal serie sobre la familia Roy. Fascinantes y detestables, sus protagonistas son materia de análisis de seis plumas convocadas por Culto.


*Roman: el más complejo

Por Yenny Cáceres, periodista y autora de Los años chilenos de Raúl Ruiz.

Es un amor tóxico, lo reconozco, pero me encanta Roman. A diferencia de Kendall, que se debate entre ser el digno heredero de su padre y seguir sus sueños, Roman tomó su propio camino hace rato. Su lengua incisiva ya es legendaria: es capaz –y tiene los millones– para decir lo que todos pensamos, pero no nos atrevemos a decir. No tiene complejos en apoyar a un candidato de extrema derecha, no por una cuestión ideológica, sino que porque heredó el mismo olfato depredador y el pragmatismo de su padre para los negocios. Es el más parecido a Logan Roy, lo cual también es su perdición. Roman es políticamente incorrecto, gracioso y hasta malvado, pero también es el más complejo de los personajes. Porque detrás de toda esa fachada habita un niño herido, un hijo que no soporta la idea de la muerte de su padre, un solitario y un actor, Kieran Culkin, que, como diría Roman, está jodidamente magistral.

*Logan: la pregunta del patriarca

Por Simón Soto, autor de Matadero Franklin y La sangre y los cuchillos, y guionista de Secretos en el jardín.

Pese a fallecer en el capítulo tres de la actual temporada, Logan Roy es la fuerza dramática más poderosa de Succession. Su peso narrativo sigue alterando el destino de los personajes, condicionando sus decisiones, modificando emocional y moralmente a todos quienes estaban a su alrededor. No hay momento del relato donde no intervenga, ya sea de forma explícita o subtextual. Sus hijos continúan bajo su poderoso influjo. Desean agradar los oídos del padre muerto, doblegarlo, anularlo, superarlo; al final, en el fondo de sus voluntades, quieren la aprobación total del padre, la elección como sucesores dignos, algo que ya no sucederá. Allí está aquel documento donde el nombre de Kendall Roy está subrayado o tachado. Como una broma macabra e involuntaria desde la imposible zona de la muerte, Logan deja a su hijo en un espacio de ambigüedad irresoluble al no definir el trazo sobre el papel. Siempre fue la estrategia con sus hijos, no aclarar nunca completamente su venia hacia ellos. También lo hizo con Shiv y Roman.

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Pero hay algo más complejo y profundo con relación a Logan en la serie. Se trata de una de las interrogantes centrales de Succession, una pregunta incómoda y difícil, que a mí terminó por quedarme clara en el capítulo penúltimo, durante el funeral. La expresan todos quienes hablan públicamente en la ceremonia, de una forma u otra, pero es Kendall quien mejor verbaliza la inquietud sobre la valía de su padre, es decir, si aquella fuerza patriarcal que poseía Logan, maligna y positiva a la vez, es una fortaleza o no. Yo voy más allá: me pregunto si la autoridad patriarcal es necesaria para la subsistencia y el avance de las sociedades. El gran crítico Harold Bloom lo expresa con elocuencia al reflexionar sobre El rey Lear (una pieza imprescindible para pensar acerca de Succession): “La grandeza de la obra tiene muchísimo que ver con la patriarcal grandeza de Lear, un aspecto seriamente devaluado en esta época”. Parafraseando a Bloom, sin duda alguna que la grandeza de Succession tiene muchísimo que ver con la patriarcal grandeza de Logan. Es el centro desde el cual emanan todos los conflictos de la serie. Su ausencia material es la crisis máxima de su clan, y los espectadores nos preguntamos si los Roy podrán sobreponerse a la muerte del patriarca.

*Gerri: la babysitter

Por Isabel Plant, periodista y panelista de Hora 25.

Debe ser la más inteligente de todo Waystar RoyCo, pero pasó buena parte de su carrera sirviendo al monstruo de Logan, y ahora siendo la niñera de sus hijos y sus malas ideas. Como diría Shiv, su padre era incapaz de ver a las mujeres como seres humanos completos, y para llegar a donde llegó Gerri tuvo que ser igual de leal, brillante y desalmada que Karl o Frank, pero también más cautelosa. Por su género su posición era más frágil y la vimos moverse de manera más calculada que sus colegas. Gerri siempre estuvo mirando dos pasos adelante, incluso en sus geniales intercambios maternal/platónico/sexuales con Roman.

El personaje podría haber sido un cliché de la ejecutiva top, con sus trajes dos piezas y su frialdad forjada en la cultura empresarial de los 80 y 90. Pero la grandiosa J. Smith-Cameron la transformó durante cuatro temporadas en una ídola, dura y ambiciosa, con humor y las mejores reacciones faciales ante los disparates de los Roy, leal pero no servil ante su jefe. Hasta se convirtió en una sex symbol de 65 años. En un mar de personas poco serias sabemos que ella debería ser la reina, pero la misoginia de una empresa de ese tipo jamás lo permitiría (lo mismo pasa con Shiv, la más inteligente de los cuatro hermanos).

Hay una escena muy enternecedora de Gerri cuando por fin es nombrada CEO interina y se toma fotos en su oficina “para mis hijas”. El puesto siempre debió haber sido suyo, y por un breve momento, pareciera haber triunfado el aguante y el mérito por sobre el nepotismo. No podía durar.

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*Kendall: bajo la sombra del padre

Por Jonathan Cuchacovich, guionista.

Es en la segunda escena del primer episodio, justo después de ver a Logan Roy desorientado y orinando, que irrumpe en la historia: lanzando golpes al aire, vestido de un impecable traje y atravesando Nueva York en un Mercedes al ritmo de An open letter to NYC. Pero cuando la música de los Beastie Boys desaparece, su voz queda al desnudo: es frágil e infantil. Porque esta, en el fondo, siempre ha sido su historia: la de Kendall Logan Roy, el hijo fallido y quebrado, y su errática cruzada por suceder a su padre.

Succession nunca ha sido una serie sobre buenas personas, sino sobre personajes fascinantes, contradictorios, despiadados y disfuncionales, y Kendall es sin duda uno de los que más se van a extrañar –junto con el siempre bizarro e incómodo primo Greg–. Es que su abanico de dimensiones lo convierte lejos en uno de los más magnéticos y versátiles del show: ya sea vendiendo humo tecnológico con energía electrizante, zapatillas de diseñador y jerga hípster; tocando fondo al confesarle a sus hermanos que mató a alguien; rapeando un (¿vergonzoso?) tributo a su padre en medio de su cumpleaños o sacando la voz en su funeral para rendirle pleitesía por última vez. Puede ser soberbio, patético, carismático, maquiavélico e infantil, y todo al mismo tiempo.

Como padre es negligente. Como hijo intentó traicionar a su padre cada vez que tuvo una oportunidad. Como hermano, no duda en manipularlos y pasarles por encima con tal de conseguir el trono. Y por alguna razón, por incorrecto que sea, es imposible no querer acompañarlo en ese tortuoso y adictivo camino. Logan Roy ha muerto. ¡Larga vida a Kendall Logan Roy!

*Shiv: frente a una dicotomía

Por Bárbara Zemelman, guionista.

La única hija de Logan Roy es práctica y competente. Una sirena que sabe navegar en las tormentosas y generalmente turbias aguas del mercado. Al igual que esos seres que pueblan los viejos mitos de occidente, Shiv es magnética y astuta, pero al mismo tiempo, fría e inhumana.

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Como todos los Roy, está construida desde sus traumas, que en ella se manifiestan a través de la distancia emocional. Es inevitable que haga sentir insignificantes y excluidos a los que la rodean. Tom es el mejor ejemplo: Shiv lo busca para que la muerda con fuerza porque necesita sentir algo.

Siobhan hizo algo que ninguno de sus tres hermanos se atrevió a hacer: se alejó de las faldas familiares y fue en busca de un camino propio, lejos del privilegio de ser el hijo del dueño. Sin embargo, el rey la quiso de vuelta y la puso a competir. Es aquí donde la serie nos regala un personaje que encarna los principales conflictos que las mujeres que ambicionan deben atravesar. Al unirse a sus hermanos, Shiv va cambiando, desde su pelo, su vestimenta, hasta su actitud. Entonces, ¿tenemos las mujeres que masculinizarnos para ser tomadas en serio? Tom no está a su altura, pero ambiciona tanto como ella. ¿Cómo se vive una relación de pareja en donde ambos quieren más? ¿Alguien debe renunciar o se compite hasta la muerte?

Hasta que llegamos a la reina de las dicotomías: ser o no ser madre. Como en Succession nunca escatiman en crueldad y crudeza, su embarazo es un conflicto, un obstáculo y una debilidad, al punto de que el personaje tiene que prometer que será una mala madre, tan cruel y ausente como la que ella misma padeció, todo esto para poder seguir avanzando. Nunca es buen momento para un embarazo cuando se persigue una carrera, pero aun así Shiv persevera, sin saber cómo lidiar con todo lo que quiere.

Es la más preparada de sus hermanos, pero lo más probable es que no gane, porque aún en el 2023 las acciones femeninas se transan a la baja en el mercado; sobre todo las acciones maternales.

*Tom: payaso maldito

Por Pablo Illanes, autor de No la mires a los ojos y creador de la serie Perfil falso (en Netflix desde el 31 de mayo).

Como todos los Toms que pululan en la vida real, el interpretado por Matthew Macfadyen empieza de a poco, liviano, provocando risas nerviosas y alertas de cancelación como el detestable juglar de ojos burlones que seguramente recuerdas de alguna película de época. Sí, hasta ahora Macfadyen había tenido una carrera marcada por las polainas y los sombreros, llegando, además, a participar casi como extra en el falso trailer de Don’t, dirigido por Edgar Wright para Grindhouse (2007), la incomprendida película doble de Quentin Tarantino y Robert Rodriguez.

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Tom Wambsgans es un arribista que no trepa porque a veces no le resulta. El villano de las mil capas y caras del que todos se ríen sin asco porque de verdad se lo merece, aunque todos seamos un poco él, el advenedizo. El cuñado letal que en un segundo puede pasar de la brillantez a la estulticia y que ha hecho de la manipulación una exquisita marca de estilo. Víctima del bullying constante de su familia política, esos insufribles Roy, al igual que Dwight de The office, Tom también es campesino y adora el poder. De ascendencia noruega, Mr. Potato, como lo llama un amante de su mujer, transita de la picardía a lo diabólico en cada temporada de Succession. Sabe más de palabras que de números y las usa con sorna, siempre para la carcajada fácil de sus testigos y la humillación de sus víctimas, en especial si son mujeres, no-millonarios o simplemente el primo Greg, su amado/odiado disgusting brother que bien podría ser discípulo o amigo con ventaja.

El exmarido de Shiv habla de la cintura para abajo y sin duda es el favorito de los guionistas porque se lleva algunas de las joyas de diálogo de la serie. Aunque los condenados Roy y la galería de parásitos que los rodean se caracterizan por expresar sus ideas con rudeza y convenientemente lejos de la corrección política, nadie dice las barbaridades que salen de la boca de Tom, como si fuera la necesaria válvula de escape del equipo de escritores. En Tom está la crítica mordaz a ese 1% multimillonario del planeta, el dedo en la llaga de la desigualdad y la mirada corrosiva a un sistema decadente, envenenado y donde pase lo que pase los Toms siempre terminan junto al poder, ganando.

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