Soy un truhán, soy un señor: la biografía que desnuda a Julio Iglesias entre drogas, mujeres y el éxito

JULIO IGLESIAS
Julio Iglesias

A sus casi ochenta años, el cantante español revive su mítica historia con un libro, Hey! Julio Iglesias y la conquista de América, que explica su monumental éxito en los 80, su negativa a las drogas y su capacidad amatoria con, supuestamente, tres mil mujeres. Asimismo, un trabajo audiovisual francés escarba en su relación con el franquismo y cita las críticas a su show en el estadio Nacional, en 1977, en plena dictadura pinochetista. También, estaría escribiendo su autobiografía para desmentir a los que dicen que no recuerda nada y no puede caminar.


Fue una total sorpresa. Cuando Julio Iglesias salió del aeropuerto de Barajas en Madrid, a mediados de 1978, su esposa Isabel Preysler lo estaba esperando. La mujer no estaba feliz al ver a su marido. Tras las giras del cantante, varias veces había encontrado números telefónicos de muchachas en sus ropas, pero esta vez era peor. El solista venía desde Buenos Aires, donde contactos de Preysler le informaron que su pareja tenía una relación con la actriz Graciela Alfano que, a su vez, era amante de Emilio Massera, miembro de la Junta Militar Argentina. Antes de saludarlo, la mujer le exigió a Iglesias que no volviera a su casa y que quería divorciarse.

Fue el primer desliz en la, hasta esa fecha, inmaculada trayectoria del artista. Desde su triunfo en el festival de Benidorm en 1968 con el tema La Vida Sigue Igual, Iglesias era sinónimo de éxito. Al año siguiente de su primer hit, la productora Dipenfa, vinculada al Opus Dei, llevó su historia al cine. El solista reunía todas las características de la buena juventud que quería exportar el franquismo. Un joven que tras un accidente automovilístico había quedado postrado por varios meses en un hospital. Luego, un enfermero que le regala una guitarra para matar el tiempo y, posteriormente, la creación del tema que lo hizo famoso en España y la popularidad masiva con dos millones de personas en su país viendo su película biográfica y, por supuesto, convertido en galán de adolescentes femeninas y madres.

Julio Iglesias
Julio Iglesias

“Es un pionero del personal branding y como cualquier estrella del espectáculo es una marca que construyó un relato heroico de su persona. Era portero de las divisiones inferiores del Madrid, pero no iba para estrella, aunque la película dice que debutaría en el primer equipo. Tuvo un accidente, pero lo que lo tuvo postrado fueron otros problemas de salud. Eso lo dijo hasta su padre en sus memorias. Son medias verdades, exageraciones. El construye un relato verosímil más que verdadero y edifica a un héroe”, señala vía zoom Hans Laguna, autor de Hey! Julio Iglesias y la conquista de América –disponible en Chile-, un estupendo y exhaustivo libro que analiza principalmente el período entre fines de los 60 y su éxito global en los 80.

Aunque el paso del tiempo ha aminorado la popularidad de Julio Iglesias, sus números son incuestionables. Es el único artista latino que ha vendido 250 millones de discos. En los 80, fue el rostro principal –y mejor pagado- de Coca Cola a nivel mundial, superando a Michael Jackson que figuraba en Pepsi. Sus mejores amigos de esa década fueron Kirk Douglas, Frank Sinatra –uno de sus tres ídolos junto a Nat King Cole y Elvis Presley- y tuvo como admiradoras a, por ejemplo, Nancy Reagan. Fue el primer artista en convocar en Sudamérica, según el libro, a cien mil personas en un show en el estadio Nacional de Chile en 1977. Y, por supuesto, acumula un record nunca desmentido por él: se habría acostado con tres mil mujeres. “Esas historias de las tres mil mujeres hicieron que parte de la prensa en España no lo tomara en serio. Siempre estaba en las portadas de la revista Hola más que en las críticas musicales de los diarios. Todo eso condicionó su recepción en la gente, que lo miraba con prejuicios. Nunca lo negó y jugó con esa dialéctica entre el triunfador y el humilde. Algo muy madrileño”, indica Laguna.

El sociólogo nunca entrevistó a Iglesias –”no era positivo para el libro que apareciera su testimonio”, dice- y buscó darle un énfasis más amplio a su figura. “Es un ícono cultural con muchos significados”, añade. Sobre su deseo de lograr fama mundial, el autor asegura que se debe a que en su infancia tuvo una necesidad excesiva de cariño porque sus padres no se llevaban bien y él buscaba agradarlos. En la música, dice, quería lograr aplausos y sobresalir. “Su droga a la que ha sido adicto es el éxito, los flashes, las luces. Se volvió adicto a la mirada de los demás y a gustar. En Miami, donde se radicó en 1978 y se llevó a su madre para que le preparara sus platos preferidos, se paseaba por el aeropuerto para ver si lo reconocían. Las latinas lo conocían, pero las estadounidenses no sabían quién era. Era un narcisista, porque le encantaba que lo adulen y eso lo logró cuando llegó a ser tan grande en Estados Unidos”.

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Julio Iglesias en el Festival de Viña 1973. Archivo Histórico / Cedoc Copesa

-Uno de los temas que toca el libro es la relación de Julio Iglesias con las drogas. Hubo periodos a mediados de los 80 en que daba casi un concierto cada dos días, aparecía en revistas y en televisión y siempre con buena cara. ¿Se drogó para mantenerse así?

-Es un tema delicado y, a simple vista, se podría creer que tuvo relación con la cocaína. Julio tenía que estar muy centrado, quizás tuvo algún coqueteo con las drogas, pero nunca se dejó llevar por ellas y no perdió el control. En el libro escribo sobre unos días que pasa en Ibiza y se aloja junto a su comitiva en el mismo hotel donde Freddy Mercury celebraba sus 41 años con una fiesta apoteósica y con muchas drogas, pero Julio no se muestra muy interesado. Su fin era su carrera. Ser el mejor.

-Cuál es el rol de Julio Iglesias como pionero de los artistas latinos en Estados Unidos en el éxito de estrellas actuales como Bad Bunny y Rosalía?

-Es una gran influencia, aunque no sea explícita. Ricky Martin, Shakira, Enrique Iglesias en los 90 no se pueden entender sin Julio Iglesias. Él abrió puertas. A diferencia de Bad Bunny que canta solo en español, Julio debió hacer discos en inglés sin dominar el idioma. Hubo un trabajo grande, monumental. Rosalía canta en uno de sus temas –Chicken Teriyaki- “como Julio en los 70″ hablando del poder como símbolo de ostentación. Maluma se hizo una foto emulando a la de Julio en el jet privado. Es la encarnación del latino que llegó a lo más alto”.

Documental y autobiografía

A sus casi ochenta años –que cumplirá en septiembre-, Julio Iglesias no pierde vigencia. En febrero pasado se estrenó el documental Julio Iglesias, Vida y Obra, de la francesa Anne-Solen Douguet, que profundiza en hechos políticos como su presentación en el estadio Nacional en 1977 hasta su apoyo en un mitín político a José María Aznar en 1996. “El se aprovechó en sus inicios de las libertades que le daba el franquismo, que no era igual al resto de los artistas. Sé por varias fuentes que Julio intervino ante el régimen frente a uno o dos artistas opositores”, dice la directora.

El documental habla de la competencia que tenía con sus hijos que quisieron dedicarse a la música –Enrique y Julio- así como también de la escasa cercanía que tenía con su hija Chabeli, quien en varias ocasiones encontró en su pieza ropa íntima de amantes ocasionales de su padre en Miami.

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Douguet no entrevistó a Iglesias, pero sí a decenas de personas que lo conocieron y el comentario era unánime: nadie jamás habló mal de él. “Dicen que es un hombre inteligente y encantador. Que si pasas una hora con él, puede ser tu mejor amigo”.

Aunque sus apariciones son cada vez más esporádicas y se especula mucho con un deterioro de su estado de salud, Iglesias admitió en sus redes sociales en marzo que se encuentra perfectamente y que no tiene en proyecto volver a los escenarios. “Vuelvo a leer por todos los sitios que estoy en una silla de ruedas, con la mente perdida y que ni siquiera recuerdo mis canciones. Cuánta maldad”, escribió.

Por estos días, estaría preparando su autobiografía para publicar, en lo posible, durante 2024 o 2025. Allí, ha dicho, contará toda su vida con detalles. Según su Instagram, uno de sus últimos intereses es preocuparse por su ex mujer, Isabel Preysler, tras el término de su relación con el escritor peruano Mario Vargas Llosa. Fiel a su estilo, defendió a la madre de sus hijos. “Isabel es excepcional, una campeona de verdad. El comportamiento del señor Vargas Llosa ha dejado mucho que desear”, dijo.

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