Cuando Ronald Reagan se enfrentó a los estudios de Hollywood: la historia de la huelga de actores de 1960
A inicios de ese año, en una industria dominada por nombres como Elizabeth Taylor, Marilyn Monroe y Jack Lemmon, el expresidente de EE.UU. encabezó al Sindicato de Actores durante una movilización que se extendió durante 43 días. El hecho guarda varias similitudes con el paro que acaba de comenzar en ese país.
Era otro Hollywood. Uno en que Metro-Goldwyn-Mayer acababa de arrasar con Ben-Hur, y Billy Wilder y Marilyn Monroe se habían anotado un triunfo con Una Eva y dos Adanes. Uno donde Disney había estrenado hace un año su película animada más costosa hasta ese momento (y uno de sus mayores traspiés comerciales), La bella durmiente (1959).
En ese momento de la industria, el Sindicato de Actores (SAG, por sus siglas en inglés) identificó que sus miembros no estaban siendo compensados adecuadamente y aprobó el inicio de una huelga. Si en la actual movilización el centro de sus demandas son temas ligados a la era del streaming y al uso de inteligencia artificial, por entonces el corazón de sus exigencias estaba vinculado a los cambios producidos por la masificación de la televisión.
Ronald Reagan llevaba más de dos décadas en Los Angeles y ya había ocupado la presidencia entre 1947 y 1952. Sus compañeros confiaron en el futuro presidente de Estados Unidos –en ese instante, un militante del Partido Demócrata– para volver a desempeñar el rol y liderar las negociaciones con los grandes estudios de Hollywood.
Los actores buscaban un cambio específico y, hasta esos años, inédito: recibir un pago cada vez que una película era retransmitida en televisión. Las llamadas regalías, que hasta ese momento sólo aplicaban cada vez que sus series tenían una nueva emisión. Con Reagan a la cabeza, el Sindicato de Actores buscaba no sólo instaurar el pago a futuro, sino que aplicarlo retroactivamente, en particular en torno al período 1948-1959.
La demanda desconcertó a los estudios de la época, entre ellos Universal Pictures, Paramount, Disney, Warner Brothers, MGM, Columbia y 20th Century Fox. Todos consideran que ya les habían pagado a los intérpretes cuando habían filmado la cinta en cuestión y que cualquier monto posterior no venía al caso.
Pero los actores se mantuvieron firmes en su postura y, una vez que las negociaciones fracasaron, dieron inicio a una huelga.
Esta comenzó el 7 de marzo de 1960 y provocó consecuencias inmediatas, paralizando los rodajes de las películas que se encontraban filmando Elizabeth Taylor (Una Venus en visón), Marilyn Monroe (La adorable pecadora), Gina Lollobrigida (Go naked in the world) y Jack Lemmon (The wackiest ship in the Army). Hollywood estaba en suspenso por duplicado, porque desde enero de año estaban movilizados los guionistas del medio. La situación era de máxima tensión. Hasta esta semana, aquella era la anterior ocasión en que los sindicatos de actores y escritores estuvieron en paro en simultáneo.
La petición del SAG, considerada un exceso en un inicio, de pronto fue acogida. Reagan hizo gala de muñeca política y Universal Pictures fue el primer estudio en mostrarse de acuerdo con el pago de regalías. Luego el resto de las compañías se plegaron a la idea, causando que la huelga llegara a su fin el 18 de abril de ese año.
Al término de esos 43 días los actores no consiguieron todas sus peticiones, pero hubo avances significativos: recibirían regalías por cada nueva emisión de las cintas realizadas a partir de 1960 y, aunque no habría compensación por las películas estrenadas entre 1948 y 1959, se acordó un pago único de US$2,25 millones que iría directo a las arcas del gremio. Ese monto permitió la creación de un plan de seguro médico y un plan de pensiones, los que se mantendrían hasta nuestros días.
Actores como el mismo Reagan no fueron los más beneficiados (abandonó la actuación durante esa década), pero se estableció una figura que rige hasta la actualidad: el pago por emisiones en televisión o, más recientemente, streaming. El futuro mandatario de EE.UU. y compañía hicieron historia.
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