Ángeles Donoso Macaya, escritora: “Me parecía importante poner esa perspectiva huinca que tensiona la versión oficial de la historia”
En Lanallwe, su más reciente libro, la autora remueve los recuerdos de su infancia para reconstruir las historias que rodean la casa del lago donde veraneaba con su familia. Un ejercicio de memoria que nace de una serie de polaroids heredadas de su abuelo, y que entrelaza el relato familiar con la historia colectiva del despojo territorial del pueblo mapuche. En charla con Culto, Donoso aborda la importancia de la fotografía como dispositivo de memoria, además de reflexionar sobre otras temáticas que se desprenden de su ensayo.
La idea rondó por su cabeza por mucho tiempo. Contar la historia detrás de la casa del lago que por muchos años acogió los veranos de su infancia se volvió prácticamente una deuda pendiente consigo misma. Sin embargo, aún faltaba que aflorara ese impulso creativo que apareció a principios del 2021, cuando Ángeles Donoso Macaya, investigadora y académica de la Universidad Municipal de Nueva York (CUNY), se anotó en un taller de escritura comandado por la escritora Alia Trabucco.
Allí, entre lecturas y conversaciones colectivas, surgió la tarea de crear un texto a partir de la observación de alguna fotografía. La fuente de inspiración estaba frente a sus ojos, más específicamente en las polaroids que Donoso guardaba en la superficie de su escritorio. Una serie de instantáneas tomadas con la Kodak Fiesta de su abuelo, y que no solo retrataban momentos de su niñez, sino también la imponente imagen de la casa de veraneo, que se erigió por muchos años en la orilla del lago Lanalhue, ubicado entre las ciudades de Cañete y Contulmo.
“Son fotos que veo todos los días”, cuenta Donoso a Culto desde su residencia en Estados Unidos. “Traté de hacer ese ejercicio pensando que esto era una especie de retrato no mío, sino que familiar. También estábamos en el contexto de la pandemia. Yo estaba en sabático, tenía bastante más tiempo, no estaba enseñando clases. Estuve prácticamente dos semanas escribiendo todos los días”.
Ese período de escritura decantó en Lanallwe (TusQuets, 2023), un ensayo autobiográfico que aborda no solo parte de su historia familiar, sino también la historia de la Kodak Fiesta, aparato que protagonizó una polémica con la marca Polaroid por el uso de la tecnología instantánea. Pero hay algo más. Un elemento que resulta tan central en el relato como la misma casa del lago, y que devela la historia del despojo del pueblo mapuche en la Araucanía.
“Me interesó conectar esos tres relatos porque además había tantas coincidencias temporales. El minuto en que esas cámaras llegan a Chile en dictadura, el momento en que mi tío le compra la cámara a mi tata, y que coincidió también con el nacimiento de mi hermano. Había muchas coincidencias temporales por ese lado, y por otro las coincidencias entre el momento en que mi familia comienza a ir de vacaciones a este lugar y la Reforma Agraria, o luego la dictadura. Era cosa de trazar los hilos que a veces no se ven”, comenta la escritora sobre los tres ejes que sostienen su más reciente libro.
La omnipresencia del despojo
De una forma u otra, la presencia ancestral del pueblo mapuche en las tierras colindantes al lago era algo de lo cual Donoso siempre tuvo consciencia, también durante su niñez. “Esa tensión estaba, en estas cosas que se escuchan a veces a media voz”, recuerda la escritora. Pero fue en la adolescencia cuando su percepción de las cosas se complejizó, especialmente cuando, tras el fallecimiento de su abuela, dejó de visitar la casa del sur.
“Había toda una narrativa bastante tierna sobre la construcción de esa casa, sobre cómo llegaron ese lugar, y no había ningún tipo de tensión en ese relato, para nada. Era siempre un relato muy amoroso. Tratar de contar las otras versiones de ese relato es lo complejo”, apunta la académica.
Justamente, esa tensión entre la memoria familiar y la historia colectiva que la rodeaba es uno de los puntos más altos del relato. “Tengo recuerdos muy lindos de mi infancia. Hay una nostalgia, son recuerdos muy entrañables. Pero a la vez está siempre haciendo ruido esa historia pasada. El asunto era cómo resolver eso, que sí es entrañable y no hay vergüenza en ello, pero que a la vez está dentro de un saco mayor que es horrible, que es una historia de violencia, de usurpación. Me parece que lo lindo que permite la escritura, del ensayo en este caso, es quedarse en ese problema. Quizás no intentar resolverlo, sino que trabajar en esa tensión. Para mí, por lo menos, como huinca, como persona que llegó ahí siendo niña y sin saber de ese pasado”, cuenta la autora.
Y en todo esto, resultaba fundamental que todas las voces, desde la familiar hasta la histórica, tuvieran su propio lugar en las páginas del libro. Una forma de problematizar sobre lo ocurrido con el despojo en tierras mapuche desde la posición de alguien externo a la comunidad. “Me parecía que era la forma más honesta de hacer justicia tanto con mi familia como con la escritura de esa historia”, señala la académica, relevando la importancia de que esos testimonios se presentaran de la forma menos mediada posible.
Aunque advierte que “obviamente hay una mediación. Está la escritura. Pero me interesaba que la voz de esa madre, de ese tío, de ese padre, tuvieran su persona, por así decirlo. Porque no es mi voz y no es lo que yo pienso necesariamente”.
Para Donoso, abordar el despojo al pueblo mapuche a través de su propia historia también era una forma de aportar a la forma en que se retrata a dicha comunidad en la historia oficial. “Me parece que siempre hay mucho ruido en los medios sobre lo que está pasando en el Wallmapu. Siempre es una reacción a alguna noticia que obviamente va a causar bastante impacto. Es difícil complejizar lo que pasa, sobre todo desde una perspectiva huinca, y que no sea una cuestión de una toma de posición absoluta. Hay muchísimos relatos mapuche sobre el despojo. Hay libros buenísimos, muchos citados en el texto. Pero, a la vez, no todas las personas leen ese tipo de historias. Quizás no todos los lectores van a comprar un libro que se llama La historia del despojo y van a leer a Martín Correa”, reflexiona la escritora.
“Me parecía que también era importante poner esa perspectiva huinca que tensiona la versión huinca, oficial de la historia, de cierta forma. Y es un gesto mínimo. Es muy difícil para mí pensar en qué puede hacer este libro, pero el gesto es tratar de poner una narrativa ahí que haga una pausa, que trate de problematizar esto desde la historia personal, desde los afectos, pero también tomando en cuenta esa violencia larga. Y esa violencia que no se ve tan fácil, aunque es evidente, pero que se esconde muchas veces”, reflexiona.
Una historia que, además, resulta más reciente de lo que se suele recordar. “Se pretende presentar como si fuera algo viejo, como algo que ya pasó, que ya está resuelto. Pero es muy reciente. Son tres o cuatro generaciones. Y parte de esa historia es más reciente todavía porque hay muchas de esas tierras que finalmente fueron dadas a peso durante la dictadura”.
Un dispositivo de memoria
La fotografía es uno de los campos de investigación que más entusiasman a Donoso. No solo la imagen como objeto, sino también el ejercicio de disparar. “No solamente los y las fotógrafas sacan fotos. Todos sacamos fotos, todos las miramos, es algo muy colectivo. Me interesa esa producción de significado que tienen las imágenes también, porque son muy inestables. Siempre se pueden recontextualizar, volver a mostrar y adquirir nuevos significados”, comparte la autora.
Justamente por eso, el ejercicio contenido en Lanallwe resulta particularmente contingente para ella. “Es como dar vuelta el lente. En vez de mirar hacia afuera, se mira un archivo muy personal, un archivo íntimo, muy mínimo, compuesto de cuatro fotos. Y ver qué sale de ahí. Es exponerse bastante, también. Todavía me impresiona ver esas fotos tan íntimas publicadas en un libro. Son fotos que estaban en un álbum y que ahora están en mi pared”, asegura.
Ese interés particular se refleja especialmente en los capítulos del libro dedicados a la disputa legal entre Kodak y Polaroid por el formato de la fotografía instantánea. Uno de los libros que Donoso cita para abordar esa parte de la historia es La cámara hace el resto: cómo Polaroid cambió la fotografía, de Peter Buse.
Para hacer un punto, la escritora recalca la importancia que dicho autor le da a la materialidad de las imágenes. “Es un discurso que quizás va un poquito en contra de quienes estudian la foto por su capacidad de instigar la memoria. Son como estos polos que se generan en los estudios visuales, pero que es una cosa académica muy de nicho. Había un interés en su argumentación de decir que no, que esta cámara –la Kodak Fiesta– realmente fue hecha para jugar, para ser usada en fiestas. No había una concepción sobre eso que pensamos ahora, de que la fotografía está inevitablemente ligada al acto de memoria o al recordar, esa misma concepción tan naturalizada que tenemos hoy con las imágenes al pensar que sí son activadores de memoria. Eso también es un uso histórico y que no estaba ahí desde el comienzo”.
Y agrega: “Esos usos cambian. Si la Polaroid fue inventada como un aparato para jugar, para ser el alma de la fiesta, ese mismo uso también puede volver a cambiar y convertirse en un objeto de recuerdo, por supuesto”.
Sobre lo que implicó el ejercicio de escritura de este libro, Donoso aclara que no tuvo la motivación de cerrar ciclos personales. Muy por el contrario, una de sus intenciones era que este ensayo abriera la discusión, especialmente en lo que respecta a cómo los huincas se refieren a la contingencia que rodea al pueblo mapuche.
“Me parece que es una discusión que hay que seguir abriendo. Con la manera en la que se tematiza lo que pasa y lo que no pasa en esta zona, pareciera que nos enteramos solamente por lo que dice La Tercera o El Mercurio, o los canales con la estética matinal. Si nos vamos a quedar en eso, no hay diálogo posible. Ni siquiera la posibilidad de empezar a conversar sobre esto. Lo mismo después de todos los debates del proceso constituyente, primero por los escaños reservados de los pueblos originarios, después por las concesiones o supuestamente los privilegios que le estaban dando a los pueblos originarios en el texto borrador”, reflexiona la escritora.
“Creo que este libro trata de ir desde otro espacio, el literario, un espacio mucho más nicho, más pequeño, más reducido. Pero por lo menos trata de hacerle frente a esas narrativas más sensacionalistas, más simplonas, racistas, que son a las que estamos súper acostumbrados. Incluso en cómo se cuenta la historia en la escuela, hablando de pueblos indígenas en pasado. En ese sentido, para mí, este libro abre”, concluye Donoso.
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