Cecilia Roth y El Amor Después del Amor: “Le faltaba mística, le faltaba alma”
La reconocida actriz argentina visitó Chile para recibir un premio a su trayectoria en la 19° edición de Sanfic, ocasión en la que conversó con Culto sobre su filmografía y su rol en su película más reciente, Conversaciones sobre el Odio (2022). También entregó su opinión sobre la serie de Netflix basada en la vida de Fito Páez. “Hubo momentos en que me emocionó, por supuesto, porque también soy público”, dice.
En la pantalla Cecilia Roth (Buenos Aires, 1956) es una presencia electrizante. En roles protagónicos o en papeles más puntuales, su inclusión semeja un acceso a lo más medular del alma humana. Fuera de la ficción, en el mundo real, es una actriz de respuestas rápidas, opiniones contundentes y de un afilado sentido del humor.
La palabra “carrera” le da alergia y se resiste a elegir un personaje favorito. Tampoco le agrada entregar consejos a futuros colegas. Y mira con recelo a las plataformas de streaming. “El cine en pantalla grande es otra cosa”, dice ante la prensa local. “Compartir esa ceremonia con gente que no conoces, compartir ese instante de epifanía, es muy particular y necesario”.
Esa experiencia es la que está al centro de Sanfic, festival que este año volvió en totalidad a las salas por primera vez desde la pandemia y que en esta ocasión decidió premiarla con el Reconocimiento a la Trayectoria.
La intérprete de Todo sobre mi madre (1999) fue la gran invitada a la gala de inauguración del certamen, realizada en el Teatro CA660 de Fundación CorpArtes, y compartió un encuentro con público en el Centro Arte Alameda. Allí se exhibió Conversaciones sobre el odio (2022), una intensa cinta en que los directores Vera Fogwill y Diego Martínez plantean el explosivo reencuentro entre dos mujeres, donde, sintetiza, “trabajamos Maricel Álvarez, yo, ocho gatos y una lechuza. Ese es el elenco”. Entre ambos hitos, en uno de los salones de la Embajada de Argentina, conversa con Culto.
-¿Cómo reacciona cuando recibe premios a la trayectoria?
El primer premio a la trayectoria me lo dieron en Huelva, España, en 1998. Yo empecé a trabajar a los 16 años, (pero) ya me parecía rarísimo que me dieran un premio a la trayectoria en ese momento. Me sigue pareciendo raro… Hombre, es hermoso recibir un premio, pero por mis características me da cierto pudor, además de enorme agradecimiento. ¿Pero lo tienes que devolver en algún momento? ¿Esto es para siempre? Es muy subjetivo que te den un premio por lo que sea, por lo que me lo tomo con pinzas.
“Los tengo todos guardaditos. No muy a la vista, porque tampoco hace falta. Si entra gente desconocida a mi casa y me amenazan con una pistola, yo tengo un Goya para dárselo por la cabeza. Dos. Para eso sirven mucho. También sirven, cuando hay corriente, para que las puertas no se cierren. Eso es importante que se sepa”.
-Filmaron Conversaciones sobre el odio en menos de una semana. ¿Cuál fue el abanico de emociones que vivió durante esos días?
Estaba loca. Yo creo que todo el equipo. Todos estábamos locos y locas, porque de otra manera era imposible entrar en esa locura que era ese guión. No hay un momento de improvisación, nada. Si no es a rajatabla, en cinco días no lo haces. Fue un laboratorio, realmente. Cine de guerrilla. (Pienso en) hasta qué punto cuando tienes un material inflamable necesitas más que ese tiempo para rodar. La película para mí es extraordinaria, pero no todas pueden tener esas necesidades.
-¿Cuán satisfecha quedó con el retrato ficticio que se hizo de Ud. en la serie El amor después del amor?
Yo no tenía que quedar satisfecha o no. Es muy complicarlo decirlo habiendo conocido y vivido muchas de las situaciones, no todas. A mí me quedó el gusto de que le faltaba mística, de que le faltaba alma. No por nadie en particular ni por nada en particular, sino que porque es una serie, un biopic, y en general en los biopics es muy difícil encarnar el alma de una persona. No es que tienes que imitarla; estás siendo esa persona. No hace falta que te parezcas incluso. Simplemente hace falta encarnar esa alma, y es muy difícil.
“Aquí creo que han trabajado muchísimo, yo lo sé, los actores y los directores. Pero conociendo la historia (pensé): ‘No fue así, no fue así. No lo pueden contar así, no lo pueden contar así. La mirada está puesta en otro lado, la mirada está puesta en otro lado’. Pero me emocionó, hubo momentos en que me emocionó, por supuesto, porque también soy público. Funciona, el lugar común funciona, por eso existe. En los golpes bajos lloras o te ríes”.
-Funciona estructuralmente.
En términos de llegar a la gente de la manera en que quieren llegar en determinados hitos. Todo el tema terrible y tristísimo del asesinato de su abuela y de su tía… Cómo no vas a llorar. Lo que pasa es que para mí la energía de Fito no tiene nada que ver con la energía que hay en el personaje. Fito tiene otra energía. Pero es muy difícil y no es un tema de actuación.
-Uno de sus siguientes estrenos es La Mesías, la nueva serie de Los Javis, los creadores de Paquita Salas. ¿Cuánto le entusiasma trabajar con nuevas generaciones de cineastas?
Muchísimo. Fue muy gracioso cómo nos conocimos. Es una serie de plataforma, de Movistar, pero “muy Javis”: no dejan que les toquen nada. Además de ser parte de una nueva generación, que siempre es muy interesante, son la bomba. Tienen una imaginación, una calidad fílmica y una calidad humana poco común. Es muy fácil amarlos enseguida. Ambos son grandes directores. Y van al hueso sin pudores.
-¿Siente que debido a lo laureada de su trayectoria hay ciertos proyectos o personajes que no llegan a sus manos?
Estoy segura.
-¿Cuáles serían esos personajes?
No lo sé. Lo sabrán los directores y productores que no me llaman porque creen que soy cara. O porque creen que no voy a aceptarlo. Es la pregunta del millón. Pero estoy más que segura.
“Una vez, en un reportaje, hace mucho tiempo, dije exactamente esto y al otro día me llamó Ulises Rosell. Me ofreció el guión de Sofacama (2006), que es una película que adoro. Me dijo: ‘Cuando leí que decías que no te llamaban directores independientes probé y te llamé’.
-Es un llamado a que más cineastas independientes la contacten.
Por ejemplo, Los Javis, a quienes no los conocía. Ellos tienen esa cualidad de llamar a actores y actrices muy diferentes, algunos que han tenido larguísimas carreras y otros que debutan con ellos. Pero me da mucha rabia. Lo mismo pasa con el teatro. Bueno, ahora no. En el teatro cambió un poco, porque empecé a hablar con todos los directores que me encantaban y a decirles: ‘Si tienes algo para mí, acuérdate de mí’”.
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