Los Tres: la trastienda de una reconciliación (casi) imposible
La banda volverá con su formación original con shows en Santiago y Concepción en 2024. Los cuatro miembros que dieron vida a su era de mayor éxito se han reunido durante agosto por primera vez en 23 años. Aunque en un principio el retorno estaba proyectado para el año pasado, la vuelta de Los Bunkers frenó los planes. Los ensayos comenzarán en las próximas semanas.
En octubre del año pasado, el baterista Francisco “Pancho” Molina entró a comer con unos cercanos al tradicional restaurante de mariscos y pescado Faro Belén de Concepción. Apenas se sentó en la planta baja, un garzón se le acercó y le dijo que mirara hacia el segundo piso: “Arriba está Alvarito”.
“¿Qué Alvarito?”, consultó el músico.
“Álvaro Henríquez”, siguió el mozo
“Dele mis saludos”, fue la respuesta de Molina.
El garzón subió corriendo la escalera, le entregó el recado al cantante y éste le dijo de vuelta que también le enviaba saludos. El mensajero bajó para completar la misión y cerrar el reencuentro a distancia.
Minutos después, Henríquez dejó el lugar. No hubo un abrazo de reconciliación ni un cara a cara de viejos camaradas. Lo que pudo ser, a sólo unas mesas de distancia, quedó en nada. Pero ese momento fue lo más cercano que los dos músicos, miembros fundacionales de Los Tres y amigos desde la adolescencia en Concepción, estuvieron de volver a mirarse de frente luego de más dos décadas de lejanía.
Desde 2000, cuando el conjunto se disolvió por primera vez, nunca más se volvieron a ver. Incluso en 2006, cuando la agrupación retornó para una segunda vida con dos espectáculos en el Movistar Arena, Molina fue el único de los miembros originales que dijo no. Los otros tres, Henríquez, el bajista Roberto “Titae” Lindl y el guitarrista Ángel Parra, se unieron sin mayores inconvenientes.
Pero este 2023, Molina ha vuelto a verse y hablar con Henríquez, así como también con el resto del grupo que mejor retrató el cancionero chileno de los 90 y la transición. Uno de los reencuentros más esperados de la música nacional en el último tiempo está resuelto desde hace algunas semanas y se materializará en el primer trimestre de 2024, con un concierto en Santiago y otro en Concepción. Por ahora no hay contemplados festivales ni otra clase de eventos.
Luego de 23 años, tras un último show de despedida el 19 de mayo de 2000 en precisamente su natal Concepción, los cuatro integrantes estelares de Los Tres volverán a funcionar como colectivo.
Pero el renacimiento fue un proceso de larga cocción y que se maceró durante años.
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Tras el receso anunciado en 2000, Molina se consagró al jazz y cuatro años después se fue a estudiar a Boston al ganarse una beca en la prestigiosa Berklee College of Music. En entrevistas, recalcaba que ya no sentía afinidad alguna con Los Tres ni ganas de encontrarse con ellos, aunque guardaba los mejores recuerdos de un conjunto que aún consideraba propio. También aclaraba que ninguno de sus ex compañeros lo había telefoneado para la reunión de 2006.
Una vuelta que para muchos seguidores estuvo mutilada: sin Molina en la alineación, sin su toque preciso y su muñeca insustituible, el retorno no podía considerarse pleno.
El proyecto se desdibujó aún más en 2013, cuando Parra decidió abandonar la banda argumentando que quería priorizar proyectos en solitario, en ese entonces también vinculados al jazz, a su abuela Violeta Parra y a una estrecha colaboración con el cantautor Manuel García. Un año después, Henríquez declaró a un medio mexicano que la partida de “Angelito” había sido “un alivio”, ya que lo tenía “cansadísimo”. Parra respondió que consideraba su paso al costado “una bendición” y que hace tiempo se sentía “una piedra en el zapato” para el resto de sus compañeros.
A partir de ahí, sólo Henríquez y Lindl quedaron a bordo, secundados por instrumentistas más jóvenes con los que mantenían vivo el catálogo del conjunto sobre todo en los escenarios.
Ante ello, a mediados de junio de 2017 se registró el primer intento serio por reunificar al elenco clásico. Por esos días, los representantes de Los Tres contactaron a Molina y Parra, y les propusieron unirse para una gira nacional que esa temporada celebraría los 20 años del disco Fome (1997). El plan era que los cuatro amigos de antaño revivieran viejos éxitos como Olor a gas, Bolsa de mareo o La torre de Babel, todos parte de su obra cumbre. Molina se mostró entusiasmado con la idea, pero Parra propinó un portazo inmediato. Al enterarse, el baterista también prefirió bajarse: o eran los de siempre o nada.
Dos años después, en 2019, sucedió lo que para muchos fue la primera vez en que los cuatro integrantes volvían a trazar un vínculo más profundo que podía precipitar una reunión por voluntad propia. En esos momentos, retomaron el contacto para ordenar y poner al día todos los aspectos relativos a regalías de sus contratos discográficos con Los Tres, sobre todo aquellos pactados con la multinacional Sony, donde despacharon gran parte de su catálogo, incluyendo sus piezas angulares, como La espada & la pared (1995), Los Tres MTV Unplugged (1996) y Fome. Había varios detalles que coordinar y actualizar, como las ganancias que en los años recientes empezaron a acumular por la presencia en plataformas digitales, no consideradas en los primeros acuerdos del grupo.
Eso sí, gran parte de la comunicación fue nuevamente a través de correos electrónicos, terceros o representantes. Pero de algo sirvió: era la primera vez en décadas que, por ejemplo, Molina volvía a relacionarse a fondo con temas referentes a Los Tres.
El flujo amistoso despertó en algunos las tentativas muy preliminares de una futura reunión y una pregunta en ese instante embrionaria: “¿qué pasaría si Los Tres vuelven con su formación original?”. En rigor, tampoco era un escenario demasiado nuevo para sus integrantes, habituados por años a interrogantes similares por parte de la prensa.
Pese a que la posibilidad por primera vez merodeaba a los artistas de manera un poco más formal y consistente, todo quedó en nada. Otra vez hubo un portazo. Aunque esta vez fue externo. En 2020 llegó la pandemia y cualquier proyecto de apetito masivo fue atrapado por el encierro.
Había que esperar un tiempo para que las condiciones fueran más favorables.
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Y pasó el confinamiento. Junto con eso, hacia principios de 2022, se reactivaron las conversaciones para que los hombres de Amor violento retomaran su historia. Hubo fechas, plazos, renovados acercamientos y los primeros acuerdos. Pero nuevamente un factor ajeno los frenó: el regreso de Los Bunkers.
Cuando Los Tres vieron que la vuelta de sus coterráneos era una realidad -anunciada en mayo del año pasado, en un principio con un concierto en el Estadio Santa Laura que terminaron siendo dos-, consideraron que tal noticia dominaría la atención masiva, los titulares y los gustos del público, por lo que era mejor replegarse hasta nuevo aviso. Quizás sin saberlo, sus alumnos más aventajados se habían adelantado a los padres artísticos.
“La reunión estaba bastante resuelta, pero salió lo de Los Bunkers y se resolvió mejor no hacerla. Era el momento de Los Bunkers, no era el momento de Los Tres para estar haciendo ruido. Es un mercado chico y era mejor no toparse. Se propuso entonces retomar el tema más adelante”, comenta una fuente cercana al proceso.
De alguna forma, poner freno de mano al retorno ejemplificaba la manera en cómo todas las partes estaban asumiendo la idea: con calma, sin urgencias, sin prisas, aguardando que todo decantara en el minuto preciso. Por tanto, se esperó que pasara todo 2022.
En paralelo, a fines del año pasado, la última versión de Los Tres -con Henríquez, Lindl, el guitarrista Sebastián “Chiporro” Cabib y el baterista Boris Ramírez- determinó que llegaría a su fin. La información recién se divulgó en abril pasado, cuando a través de sus redes sociales hablaron de “un receso indefinido”.
Con ello, el camino quedaba allanado para el retorno definitivo de la formación más reconocida de los autores de Déjate caer. Henríquez, por ejemplo, sólo estaba con su proyecto paralelo Pettinellis. Pero faltaba un capítulo. Quizás el más relevante de todos: el reencuentro humano entre los involucrados. El cara a cara que los hiciera retomar los afectos que parecían sepultados.
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Para muchos consultados del círculo cercano a la agrupación, Henríquez hoy, a sus 53 años, tiene otra actitud frente a sus socios de ruta y considera que está en el instante exacto para volver a tenerlos cerca en un escenario. El vocalista viene de años complejos y desafiantes en lo personal, luego que en 2018 fuera sometido a un trasplante de hígado que le salvó la vida. De hecho, en una entrevista a mediados de este mes con Culto, reconoció que actualmente atravesaba uno de los momentos más felices de su existencia. “En general estoy mucho más focalizado en lo que hay que focalizarse, que es la música. El resto de la chaya, la fiesta y la huevá, para mí ya no existe. No me interesa”, reveló en esa conversación.
Tal actitud ha sido clave para que en los últimos meses haya decidido compartir escenario con gente tan diversa como Carlos Cabezas o Lucybell. Y para volver a darse un apretón de manos sin complejos con el propio “Pancho” Molina. El percusionista -que volvió al país en 2016 y hoy reside en Concepción- también ha aceptado que nunca guardó ninguna mala vibra con Los Tres y que, por lo mismo, está llano al reencuentro.
Además, su nueva vida en Los Tres la toma como un estímulo profesional y creativo: en 23 años fuera de sus filas, apenas una sola vez tocó en un escenario un tema de ellos. Fue en diciembre de 2018 en el Teatro Regional del Bío Bío, cuando se sumó como invitado a una presentación del mismo Cabezas y se puso tras los tambores para interpretar Bolsa de mareo. “Esta no la tocaba hace 18 años”, fue su comentario de esa oportunidad.
La misma disposición y energía admite Parra. Incluso hace no mucho había dado señales de acercamiento con Henríquez, cuando en 2019 se toparon en el backstage del festival Lollapalooza Chile. Mientras el cantante participaba de la cita con Los Tres, el guitarrista lo hacía con su proyecto Los Retornados. Ambos estamparon el hito tomándose una fotografía y conversando amablemente.
Con ese aspecto ya destrabado, con los cuatro miembros convencidos de volver a tocar juntos, sólo quedaba reunirse bajo un mismo techo luego de 23 años. El hito ha sucedido durante varias ocasiones en este mes, instancia donde resolvieron, acordaron y cerraron todos los términos de la operación retorno. Hubo buen ánimo y la química que caracterizó sus mejores días. También se tomaron fotografías y planificaron los inminentes ensayos, los que empezarán en las próximas semanas.
Para estampar una mayor sensación de cofradía, el regreso lo organiza el mismo personal que ya venía trabajando con Los Tres, sin dar pie a productoras externas, pese a que al menos cuatro compañías en los últimos meses ofertaron hacerse cargo de los espectáculos. Ellos prefirieron armar todo por su propia cuenta. Además, no está involucrado ningún mánager o promotor que haya participado en la resurrección de 2006.
Se estima que después de las Fiestas Patrias llegará el anuncio definitivo y oficial de una de las reuniones más solicitadas del rock nacional en las últimas décadas. Un abrazo de reencuentro que esperó todo lo que lleva el siglo XXI y que por mucho tiempo asomaba imposible. Ahora, como antes, más que antes, como ayer, parecieron ejecutar ese credo perpetuado en uno de los títulos de las canciones esenciales de Fome: De hacerse se va a hacer.
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