Reseña de libros: de Jorge Teillier a Francisco Mouat

Jorge Teillier wsp
Jorge Teillier

Los Dominios Perdidos, la formidable antología de la obra del poeta de Lautaro; Un Puñado de Cerezas, un volumen de recuerdos y crónicas autobiográficas del autor de El Empampado Riquelme, y un entretenido libro álbum del escritor Marcelo Simonetti, en las lecturas de la semana.


Dominios

Los Dominios Perdidos, de Jorge Teillier (Fondo de Cultura Económica)

La infancia, los pueblos del sur, los bares y los trenes dibujan el paisaje poético de Jorge Teillier. El poeta de Lautaro fue una de las voces más brillantes y una de las personalidades literarias más notables de la Generación del 50. De algún modo, todos sus libros forman un solo libro, como él mismo escribió. Y esa coherencia y unidad puede verse de un modo privilegiado en esta antología, publicada originalmente a inicios de los 90 con prólogo de Eduardo Llanos y reeditada, 20 años después, con un prefacio de Vicente Undurraga. La memoria, la lucha contra el tiempo, las muchachas de la juventud perdida, la vida gastada en los mesones resuenan en estas páginas como susurros. Y el lector se interna en ellas como en viejos y amables caminos. “Me despido de la memoria/ y me despido de la notalgia/ -la sal y el agua/ de mis días sin objeto-// y me despido de estos poemas: palabras, palabras -un poco de aire/ movido por los labios- palabras/ para ocultar quizás lo único verdadero:/ que respiramos y dejamos de respirar”, anotó en uno de sus poemas más celebres. Fallecido en 1996, el autor de esta poesía emotiva y entrañable concluyó: “Si alguna vez/ mi voz deja de escucharse/ piensen que el bosque habla por mí/ con su lenguaje de raíces”.

Mouat

Un Puñado de Cerezas, de Francisco Mouat (Overol)

Solía ir a casa de su abuela para jugar cartas o tablero chino. Pero ese día la encontró llorando. Era el sábado 5 de septiembre de 1970. “Allende es una tragedia”, le dijo ella. Francisco Mouat tenía 8 años. Tres años después vio el golpe por televisión y en 1980, a los 18, entró al Campus Oriente de la UC. “Estudiar Periodismo en dictadura y comenzar a ejercerlo cuando Pinochet aún se mantenía firme en el poder fue una buena escuela. Me mostró desde el comienzo la precariedad del oficio”. Eran días ásperos, violentos, pero donde también había espacio para el humor. En revista Apsi, con su amigo Rodrigo Atria, imitaban a Fidel Castro y se reían de “la cháchara inflamada” de la izquierda fanática “que dice imperialismo yanqui en vez de Estados Unidos”, cuenta. “Cuando pienso en la revista Apsi que a mí me tocó vivir, pienso en cosas felices antes que en dictadura”, dice en este libro que lleva un verso de Jorge Teillier de título, un libro hecho de recuerdos, escenas, fragmentos, y donde revive -con oficio de cronista y la calidez de las memorias- momentos de juventud, amistad, escritura, la muerte de Pinochet, su frustrado ejercicio de ghostwriter de Sebastián Piñera y el estremecedor asesinato de Rodrigo Rojas de Negri.

Chatwin

Dr. Chatwin & El Chilibilus, de Marcelo Simonetti (Escrito con Tiza)

El Dr. Anton Chatwin dedicó 20 años de su vida a estudiar una especie legendaria y desconocida: el Chili Invisibilus o “chilibilus”. Antes de que se perdiera su rastro, emprendió una exploración en el sur austral. “Jamás he visto un chilibilus. Sé que lo más probable es que me vaya de este mundo sin haberlo conocido”, anotó en su cuaderno, que fue hallado al interior de una canoa a la deriva en las proximidades de la isla Little Wellington. El libro reproduce las anotaciones del Dr. Chatwin, que pasó más de 80 días solo en los paisajes fríos y magníficos que habitaron los kawéskar. En medio de la lluvia y el viento, busca el rastro del chilibilus. Una madrugada ve huellas, otra noche escucha su canto. Avista un grupo de ballenas, pero no el ave que persigue. A los dos meses en esos territorios inhóspitos, la sensación de derrota lo embarga. Recuerda entonces a otros aventureros (Magallanes, Shackleton) y una frase de su padre: “Un hombre se debe, por encima de todas las cosas, a sus sueños”. El autor de La traición de Borges y El fotógrafo de Dios entrega aquí un relato entretenido y cautivante, estupendamente escrito, que encierra un misterio y un homenaje a Bruce Chatwin y los grandes exploradores, con atractivas ilustraciones de Marcelo Escobar.

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