Después de la muerte de la gitana Carmen a manos de un amante celoso en julio y tras el fin de la hija del bufón Rigoletto debido a una maldición en agosto, el Teatro Municipal cambia de tono y desde este jueves 5 de octubre presenta algo para aligerar la vida. Se trata de Don Pasquale (1843), de Gaetano Donizetti (1797-1848), una ópera bufa que es considerada una de las cumbres de su género, el llamado belcanto. Además, como se ha dicho, es cómica (y algo triste de vez en cuando), transformándola en una pieza compleja de interpretar, aunque fácil de digerir para el público.
“Con todo respeto por Verdi, Puccini, los compositores franceses o Wagner, creo que el belcanto es el repertorio más difícil en la ópera”, dice el conductor italiano Evelino Pidò (1953), quien por derecho propio es uno de los grandes directores de este estilo en el mundo, definido por la importancia de la melodía y la belleza y el virtuosismo de la voz.
El maestro turinés, que en mayo del 2024 dirigirá otro Don Pasquale en La Scala de Milán, tiene varias grabaciones de óperas de Gaetano Donizetti y Vincenzo Bellini (otro de los principales belcantistas junto a Gioacchino Rossini) y defiende así su música: “Para interpretarlos, se requiere de una transparencia en la orquesta y las voces que es casi como la de una filigrana. Mucha delicadeza”.
Tal vez por eso en esta ocasión al menos dos de los cantantes tienen bastante figuración internacional. Se trata del tenor español Celso Albelo y su compatriota soprano Sabina Puértolas, ambos habituales de La Scala de Milán, el Covent Garden de Londres o el Teatro Real de Madrid, por nombrar apenas tres. En rigor, Evelino Pidò se mueve en las mismas ligas y su carrera partió como asistente del fallecido director Claudio Abbado en La Scala hasta llegar a ser conductor titular de la Ópera de Lyon y director de los más destacados coliseos de Europa.
Juntos dan vida a una ópera que en esta oportunidad se presentará en versión de concierto, es decir sin la tradicional escenografía y vestuarios adhoc. Eso sí, habrá una dirección dramática del actor y dramaturgo Francisco Krebs. En otras palabras, sobre el escenario si hay actuaciones.
La obra se presentará con distintos elencos durante seis funciones hasta el sábado 14 de octubre con entradas que van desde los $ 4.500 hasta los $ 77.500. Otros de los cantantes importantes en la producción son el bajo Ricardo Seguel en el rol protagónico de Don Pasquale, la soprano Annya Pinto como Norina y el barítono Javier Weibel en el papel del doctor Malatesta. Todos chilenos.
Pero, ¿De qué trata la historia de esta obra estrenada en París en enero de 1843? Básicamente es una farsa en que el adinerado Pasquale pretende casarse con Norina, una muchacha mucho más joven, basante humilde y a su vez prometida de Ernesto, sobrino del vetusto Don. En medio de todos está el doctor Malatesta, quien a pesar de ser amigo del protagonista también alberga buenos sentimientos por los amantes.
A la larga, Don Pasquale queda expuesto en su comicidad y miseria a partes iguales y de ahí que el conductor italiano no considere que todo es risas y jocosidad. Para Evelino Pidò, además, la situación es atemporal y eso es mérito de la obra.
¿Cree que de alguna manera las óperas cómicas o bufas soportan mejor el paso del tiempo que las más serias y dramáticas?
Depende de la obrar. En el caso de Don Pasquale, estamos ante una ópera bastante moderna y desafiante para su época. Lo es incluso hoy. El personaje principal es un señor de 70 años, Don Pasquale, que se enamora de una muchacha. Pero al mismo tiempo fue engañado (en una trama armada por Malatesta). En un momento ella le pega una gran bofetada y saca partido de los sentimientos Don Pasquale. Finalmente, en todo caso, el protagonista se da cuenta de que ya es un tipo de edad y desiste de casarse. Por eso, esta ópera es un drama bufo y no es una obra cómica.
¿Qué significa Don Pasquale en comparación a otras óperas de Donizetti?
Es una obra de la plena madurez de Donizetti, quien también creó la muy famosa Lucia di Lammermoor. Es una de sus dos obras maestras en el género bufo junto a El Elixir de Amor, compuesta 10 años antes. No sólo es sorprendente desde el punto de vista musical, sino que también desde el teatral. Además, a diferencia de lo que hacían otros compositores del belcanto como Vincenzo Bellini y Gioacchino Rossini, Donizetti decide incorporar el coro sólo a partir del tercer acto. Es la última gran composición de Donizetti, estrenada en París, que era el centro musical de Europa en ese momento. Donizetti contaba con todo el respaldo, por ejemplo, de Rossini, que era el gran compositor de ese momento. Esta ópera es su auténtico testamento y al mismo tiempo es una ópera que se estrena cuando ya el género bufo está desapareciendo del mapa y es la última de su especie. Para mí es una auténtica obra maestra, con la curiosidad de apenas cuatro personajes en escena, a excepción de la intervención del coro en el tercer acto. Éste último comenta la historia, como un coro griego.
¿Cómo se puede ser igual de convincente a través de una ópera en concierto, en comparación a una ópera con escenografía?
En una versión de concierto, como la que hacemos en el Teatro Municipal, el espectador puede eventualmente concentrarse más en el aspecto musical de la obra que en una presentación tradicional con escenografía. Sin embargo, esto dependerá finalmente de la destreza de los cantantes, de la orquesta y del director.