Historias de Cronopios y Famas: Julio Cortázar y un clásico redescubierto por azar

Julio Cortázar wsp
Julio Cortázar, Cronopios y famas y la historia de un clásico redescubierto

Hace pocos días se subastó el manuscrito original de Historias de cronopios y de famas, del notable escritor argentino, y que fue encontrado en una caja perdida en Uruguay. Publicado en 1962, en rigor, fue escrito 10 años antes como una especie de divertimento. En Culto revisamos su historia.


Fue en medio de un montón de cachureos en un desván, cuyo destino más probable era un gris tacho de basura, donde una familia en Montevideo dio con un tesoro. En rigor, buscaban confirmar algo que habían escuchado de boca del propietario de la casa, fallecido tiempo antes y que en más de alguna sobremesa con asado y fernet les había comentado, como quien se precia de tener un secreto.

“Él conservaba el original de una obra perteneciente al Boom de la literatura latinoamericana y ellos pensaban que se trataría de un texto de Jorge Luis Borges y revisando bibliotecas y cajas donde se encontraban muchos libros y documentos históricos, no localizaban nada que se asemejara a lo anunciado hasta que en un doble fondo de aquella caja, apareció el mecanoscrito -texto escrito a máquina- de Julio Cortázar”, cuenta a Culto Roberto Vega Andersen, propietario de la casa de remates trasandina Hilario, adonde llegó el objeto.

Era nada menos que el manuscrito original de Historias de cronopios y de famas, el inmortal y breve libro del autor trasandino. Consistía en 60 hojas amarillentas, mecanografiadas en una sola cara, con una portada que indicaba el título. Además, indicaba lugar y fecha: París, 1952. Una verdadera joya.

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Historias de cronopios y de famas fue uno de los primeros textos de Julio Cortázar. “La escritura de esos relatos tiene que ver ya con la estadía de Cortázar en París, que se sitúa a partir de 1951″, comenta a Culto el académico español Miguel Herráez, autor de la fundamental biografía Julio Cortázar una biografía revisada (Editorial Alrevés, 2011). Si bien escribió ese libro en 1952, solo se publicó 10 años después, cuando Cortázar ya tenía otros títulos imprescindibles de su producción en las librerías: los volúmenes de cuentos Bestiario (1951), Final del juego (1956), Las armas secretas (1959) y la novela Los Premios (1960). Por supuesto, un año antes de la inmortal Rayuela (1963).

Esa distancia de 10 años, hizo que el contexto en que Cortázar armó los relatos fuera muy distinto al que vivía cuando los publicó. Así lo señala Herráez. “Julio Cortázar en ese escenario ya es un escritor referenciado. El Boom, hay que sumarlo, en los años sesenta ya es un hecho en ebullición. Cuando publica Historias de cronopios y de famas no es el autor anónimo que llega a Europa en el 51 con un volumen de cuentos (Bestiario) bajo el brazo, siendo solo conocido por ciertos intelectuales porteños”. Y por ello, el hispano señala que el tiempo de Historias de cronopios y de famas “es el de un escritor ya alejado del anterior a Rayuela, ahora se encuentra implicado directamente en causas pro derechos humanos, estará el Bertrand Russell y estará en ese tiempo ya Cuba, luego Nicaragua y los sandinistas”.

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Cronopios, famas, y esperanzas, son los personajes que alternan en los breves relatos que forman parte del volumen. En una entrevista de 1977, el mismo Cortázar comentó el origen de esos extraños seres. Una vez, mientras se encontraba en el Teatro de los Champs-Élysées, en París, tuvo una epifanía. “Tuve la sensación de que en el aire había personajes indefinibles, unas especies de globos, que yo los veía un poco de color verde. Muy cómicos, muy divertidos, y muy amigos, que andaban por ahí, y se llamaban cronopios. Se llamaban así…yo empecé a escribir sin saber cómo eran. Luego tomaron un aspecto relativamente humano”.

Cada cual tiene sus propios caracteres. Los cronopios, tienen la conducta del poeta, de quienes viven al costado. Los famas, tienen a ser más formales y ordenados. Las esperanzas son personajes intermedios, tomando influencias de uno y otro.

En rigor, este libro fue un patio de recreo para Cortázar. “Fue una suerte de divertimento. -indica Miguel Herráez-. Hay lectores que acceden a su obra por esta puerta. Hay gente joven, me refiero joven hoy, que hallan en este libro una dimensión inédita para ellos. Gusta. Desde mi punto de vista, este volumen complementa, engrandece su bibliografía, pero porque previamente existe todo lo anterior. Por sí mismo, es un libro lindo y juguetón. Sin mayores pretensiones”.

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“Es un libro que tiene algo juguetón, que lo va a transformar rápidamente en uno de los libros más populares de Julio Cortázar -opina el crítico literario de Culto, Matías Rivas-. No necesariamente el mejor. Habrá que pensar por qué es tan popular. Yo creo porque se trata de un Cortázar más de fácil acceso que el de los cuentos o el de las novelas. También en el sentido del humor. Además, abre un espacio al género popular del relato muy corto”.

Ese último elemento también lo rescata Herráez, como parte de la escritura cortazariana. “A Cortázar siempre le atrapó no el relato de aliento largo y episódico sino el voluntariamente fragmentado. Sus novelas, desde Los premios a El examen, lo son así. No digamos ya Rayuela o 62/Modelo para armar. Construir narraciones autónomas pero interpoladas con cierta sutileza, tal como realiza en Historias de cronopios y de famas, le atraía mucho porque le permitía estructurar emociones y formar una suerte de skaz”.

El volumen también incluyó otros textos que se quedaron en la retina, como el Manual de instrucciones y las Ocupaciones raras. En el primero, se encuentran momentos notables como las Instrucciones para llorar, o el Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj.

Considero que es un libro disparejo -dice Rivas-. Tiene prosas que tienen que ver con los cronopios y los famas, y otros que son las instrucciones. Me gustan más esos textos, porque todo el juego de que los cronopios son los buenos, que tienen una moral de poeta, que los famas son personajes antipáticos, me parece una división de la realidad un poco manida. Creo que la gracia está cuando Cortázar encuentra los dobleces, las ambigüedades, y eso me parece que se genera más en textos como Instrucciones para llorar, que son divertidos y emocionante”.

El pasado jueves 12 de octubre se efectuó finalmente el remate del manuscrito de Historias de cronopios y de famas. Alcanzó los 36 mil dólares, a los que se les suma comisión e impuestos dan poco más de US$ 42 mil. Es decir, unos $39.400.000 pesos.

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