Director de la Feria del Libro de Frankfurt: “Que Chile no haya sido invitado de honor en 2025 para mí fue una desilusión”
Juergen Boos viajó esta semana a Santiago para firmar el convenio que transforma a Chile en el país invitado de honor de versión 2027. La firma, junto a la ministra de las Culturas, Carolina Arredondo, cierra la polémica que significó la salida de la carrera por el 2025, que -afirma el ejecutivo- habría significado “una presión de tiempo" para el país. Ahora -añade- hay holgura suficiente para preparar una cita que es muy importante y que llevará como eslogan la frase “A través de los cielos de la literatura”.
Juergen Boos tiene 61 años, nació en Lörrach (Alemania) y es extremadamente afable. Sus ojos oscuros miran al interlocutor con interés y empatía a pesar de la distancia cultural, o quizá gracias a ella. Al fin y al cabo, una de sus especialidades es la de proveer y provocar el encuentro entre seres humanos. Sentado a una mesa de cafetería, rodeado de ruido de platos, escoltado por asesores, cuenta que tiene el trabajo más fascinante de la tierra: ser el director ejecutivo de la Feria del Libro de Frankfurt, la mayor feria comercial del mundo, una cita a la que editores, agentes y autores tienen que ir sí o sí, porque -como se dice en el ecosistema especializado- quien no va a Frankfurt no existe.
Ese encuentro, que este año tuvo como invitado de honor a Eslovenia y se celebró entre el 18 y el 22 de octubre, es el mismo que provocó una auténtica crisis política en el ministerio de las Culturas chileno. Pasó cuando, en junio pasado, se supo que este país había declinado permanecer en la carrera por ser el invitado de honor de 2025. El hito provocó indignación en territorios culturales y marcó un quiebre público entre el presidente Gabriel Boric y su entonces ministro del ramo, Jaime de Aguirre.
“Esta decisión no pasó por mí ni me fue comunicada oportunamente. Yo le manifesté al ministro De Aguirre mi discrepancia, porque considero que gastar en cultura es una tremenda inversión, no es un gasto”, expresó el presidente para contradecir el argumento central de su ministro. De Aguirre, en estimación de su rol, había optado por botar la candidatura chilena, para evitar así un desembolso que cifró en alrededor de $8.000 millones, dado que en Frankfurt quien corre con los gastos de ser el invitado de honor -y todo lo que eso significa- es el propio invitado de honor.
Antes de dejar el puesto, en agosto, el exministro ya había iniciado las conversaciones para revertir el desacierto y Juergen Boos viajó a Santiago desde la Feria de Guadalajara (México) precisamente en ese cometido. Él y la actual titular de las Culturas, Carolina Arredondo, firmaron durante la tarde del viernes el acuerdo que convierte a Chile en el invitado de honor de Frankfurt 2027: “Es un deseo cumplido después de muchos años. Habíamos tenido la esperanza de que fuera antes, pero lo fundamental es que ahora es”, afirmó Boos.
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La Feria de Frankfurt tiene 500 años de historia y se remonta por eso mismo al propio Johannes Gutenberg. En ella, sin embargo, no se venden libros, sino que se transan ideas, derechos, nombres de creadores y se tienen muchas reuniones. En Frankfurt -dice una conocedora- hay muchas mesas y muchas sillas. También es posible ver allí a alguno de los 600 agentes literarios que pululan, o quizá a ministros de Cultura, a personeros políticos o a grandes nombres del pensamiento y la literatura. Datos de este año, que correspondió a la versión 75, hablan de 4 mil expositores de 95 países y 180 mil visitantes literarios.
Ser invitado de honor, además del desembolso económico correspondiente, implica mucha cobertura. Juergen Boos lo resume así en entrevista con Culto: “Este año tuvimos casi 7.000 periodistas en los cinco días de Frankfurt. El 60% de los artículos que los periodistas escribieron fueron sobre el invitado de honor”. Es decir, el país invitado de honor en la Feria de Frankfurt debe saber que durante cinco días estará de auténtica moda.
-¿Es un honor para Chile ser invitado de honor en Frankfurt?
Es un honor para ambos, para la Feria y para Chile. Hay una larga lista de países, de regiones lingüísticas, que se están postulando y que tienen un punto de referencia en Frankfurt. Siempre nos estamos preguntando qué escena literaria se vive en cada país en determinado momento. Nos preguntamos qué tipo de sociedad se está viviendo, qué tipo de cultura hay, si hay voces jóvenes interesantes y diversas. También nos preguntamos qué momento político está viviendo ese país, en qué medida existe un dinamismo que lo haga interesante y si ese país está listo para mostrar dónde está en su propia discusión política.
-¿Y qué hace que Chile sea interesante?
Hay una tradición literaria extraordinaria, no sólo en el contexto latinoamericano sino en el mundo, desde Pablo Neruda en adelante. Ahí están nombres como el de Roberto Bolaño, que vivió en México y que de alguna manera representaba un tipo de literatura perdida. Hace quizá unos 15 años me encontré con Alejandro Zambra, que está publicado en Alemania. Lo leí y quedé fascinado. A partir de ahí comencé a leer muchas más traducciones de textos chilenos. En un evento llamado “Litprom”, que está vinculado a la feria, estuvo presente Lina Meruane. También estuvo en la feria María José Ferrada, por nombrar algunas mujeres. Vinimos a Chile hace unos cinco o seis años. Hablamos con editores, con autores, estuvimos con Skármeta y con otros. Nos interesó mucho la visión social, cultural, política que había. Pudimos detectar un crecimiento de voces diversas y fue así como nació el proyecto. Para nosotros era muy bienvenida la presencia de Chile. Luego hubo algo de confusión política, pero ahora estamos aquí de vuelta.
-¿Está al tanto de que esa confusión política significó la salida de un ministro de las Culturas?
-Sí. Para ser francos, no es la primera vez que ocurre. En Frankfurt hay una dimensión política que es muy importante, y es así porque la literatura nace en la crítica social. En Brasil, por ejemplo, tuvo que irse un comisario. Y está el caso de Eslovenia, que fue invitado de honor este año, pero no por la feria. En el proceso de preparación hubo cuatro o cinco ministros de la cultura, además de un cambio político. Se pasó desde un gobierno de centro izquierda a un gobierno de centro derecha que modificó todos los enfoques. Ir a Frankfurt implica un proceso de auto reflexión de los países, de cómo quieren que los vea el mundo.
-Precisamente cuando con Chile sea invitado de honor, en 2027, va a haber otro gobierno.
Lo experimentamos con Eslovenia. El cambio de gobierno cambió el punto de referencia en términos de contenido y hubo que esperar. Pero creemos que ahora hay un tiempo de preparación suficiente y un fuerte compromiso del actual gobierno. No creo que eso vaya a cambiar en lo esencial. Este es un proyecto tan importante para el país, que independientemente de los cambios políticos que haya, será importante para quienquiera que esté en el poder.
-¿Haber declinado la carrera para 2025 fue un error?
Deseábamos que hubiese pasado en 2025 y ahora será en 2027. Pero para nosotros lo principal es que Chile vaya. Necesitamos tres años de preparación y ahora tendremos más tiempo. La Feria de Frankfurt no es sólo un acto de cinco días, sino que es todo un proceso. Están las traducciones, hay programas de preparación, hay una cooperación estrecha con el Goethe Institut y con la embajada.
-Da la impresión de que Chile no estaba bien preparado para el 2025.
No lo diría así, pero sí hubiese habido una presión de tiempo interesante. Ya llevábamos un año conversando y en ese año se perdió tiempo, hasta que luego se articuló el tema, que luego se canceló. Si se hubiese planteado el trabajo desde el comienzo, cuando empezamos a hablar, habríamos tenido el mismo tiempo que vamos a tener ahora.
-O sea, definitivamente no estábamos a tiempo.
En cualquier caso, ahora tenemos suficiente tiempo. Ayer tuvimos un encuentro muy interesante, con un centro de inteligencia artificial, en torno a la pregunta de cómo se crean los contenidos de la inteligencia artificial, a quién le pertenecen, de quien es la propiedad de esos contenidos. Son temas profesionales y de socios académicos que nos interesan mucho.
-¿Puede considerarse que haber declinado la carrera para 2025 sea una descortesía?
-No, yo no diría que fue una descortesía, pero que Chile no haya sido invitado de honor en 2025 para mí fue una desilusión. Trabajamos mucho con las editoriales, con los editores y con las instituciones, como la embajada chilena en Berlín. Yo mismo colaboré estrechamente, y estábamos seguros de que iba a pasar. De hecho, en la feria de Bolonia del año pasado, aunque todavía no se podía hablar del proyecto porque no se había firmado nada, ya organizamos un primer encuentro entre editores chilenos y editores de habla alemana, preparando el camino.
-En 2019, el lema del invitado de honor fue “Noruega, el sueño que llevamos”. ¿Sabemos ya cuál será el lema de Chile 2027?
Sí, es “A través de los cielos de la literatura”. A mí me parece muy poético. Si uno mira el cielo chileno, creo que funciona muy bien. Ahora eso hay que llenarlo de vida. Aquí hay una sociedad en movimiento, que también tiene que ver con la protección de la naturaleza y con la ecología. La embajadora chilena en Berlín, Magdalena Atria, me mandó un set de fotos relacionadas con la astronomía y es muy fascinante. Otro tema que hemos conversado mucho es el tema del agua.
-¿En el sentido medioambiental?
Por un lado, sí. Pero también es una imagen muy poética, porque el agua es algo que nunca se estanca.
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Juergen Boos es licenciado en marketing, pero los libros han estado siempre en su vida: “Vengo de una familia de compradores de libros”, afirma. Y aunque él mismo no escribe hizo un aprendizaje profesional en una librería y estudió comparación de ciencias literarias. A la Feria de Frankfurt llegó porque lo llamaron. Antes había acumulado millas pasando por Nueva York y viajando por Asia y Medio Oriente: “Tenía la característica de ser alemán y la experiencia internacional, porque Frankfurt es muy internacional. El 70% de los libros en la feria son internacionales”.
-El regreso de intelectuales judíos a Alemania después de la guerra fue fundamental para el regreso de la feria en 1949. ¿Cómo se vivió este año con la guerra de Israel en desarrollo?
Fue un gran tema en la feria de este año. Tuvimos al filósofo Slavoj Zizek como orador principal y él dijo que es un momento en que hay que detenerse y reflexionar. Hubo muchas voces que dijeron que ante este ataque terrorista sólo queda espacio para las emociones, como la compasión o el sufrimiento. Pero yo creo que ambas cosas tienen su justificación y que la reflexión y la emoción pueden ocurrir simultáneamente.
-Usted citó la inteligencia artificial, que fue uno de los grandes terrores de 2023. ¿Cómo se la ve desde el mundo de los libros?
Hay dos perspectivas. Por un lado, existe una inseguridad en las editoriales porque está la pregunta de quién es el dueño de esos textos y qué pasa con el copyright. También hay miedo entre los traductores. Pero para ellos no va a haber mayor problema, porque la inteligencia artificial no es capaz de traducir literatura. Por el otro lado, hay procesos que pueden ser facilitados. Por ejemplo, para una editorial es mucho más fácil hacer un paquete publicitario o la digitalización de contenidos. Nosotros estamos en intercambio permanente con editoriales de todo el mundo, para ver cómo se puede encontrar un camino medio.
-¿Cree de verdad que puede haber un cambio medio con la inteligencia artificial?
Desde hace 40 años he visto varias veces anunciada la muerte del libro. Por primera vez cuando llegaron las fotocopiadoras. Después con la llegada de los ebooks. La tercera muerte iba a venir con las descargas y los streaming. Ahora es con el sistema de suscripción y pago, en el que una vez al mes puedes bajar la cantidad de libros que tú quieras. Pero yo creo que es como, cual serpiente, un cambio de piel, porque al final de cuentas se trata de contar historias.
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