En las entrañas de Los Asesinos de la Luna: “Scorsese y De Niro se comunican casi telepáticamente en el set”

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En las entrañas de Los Asesinos de la Luna: “Scorsese y De Niro se comunican casi telepáticamente en el set”

El director y el elenco de su portentosa nueva película comparten anécdotas y reflexiones en una conferencia a la que asistió Culto. “La exploración de la condición humana está en el primer lugar de su lista de prioridades”, apunta Leonardo DiCaprio sobre la caligrafía del cineasta de Buenos Muchachos.


Luego de colaborar en un total de seis películas a lo largo de más de dos décadas, Martin Scorsese y Leonardo DiCaprio están unidos por una complicidad difícil de igualar. Saben lo que conlleva contar con el otro en un set de cine, por lo que buscan permanentemente nuevas oportunidades para alargar ese diálogo creativo. Todo eso se traduce en apreciaciones muy depuradas de los intereses del otro.

“Después de haber trabajado con Marty, te das cuenta de que para él la historia es algo secundaria, y que la exploración de la condición humana y de quiénes son las personas está en el primer lugar de su lista de prioridades. Él apuesta por la emoción”, define el actor que lo ha acompañado desde Pandillas de Nueva York (2002).

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Foto: Melinda Sue Gordon / Courtesy of Apple

DiCaprio expresa esas palabras a raíz de Los asesinos de la Luna, el filme que este 2023 los volvió a reunir y que ha motivado algunos de los mayores elogios de las carreras de ambos. En su primer largometraje de ficción desde El Irlandés (2019), Scorsese se introduce en el llamado “Reinado del Terror”, la seguidilla de crímenes perpetrados en contra de la Nación Osage en Oklahoma en los años 20, cuando eran las personas más ricas per cápita del mundo gracias al descubrimiento de abundantes reservas de petróleo en sus tierras. Un episodio sombrío y retorcido de la historia de Estados Unidos que, hasta que el periodista David Grann publicó un impecable libro al respecto en 2017, se mantuvo más bien ignorado.

Modificando su enfoque inicial, el director no se adentra en ese drama a través de la (tardía) investigación policial, sino que mediante la traición cometida por los hombres blancos que eran amigos, familiares, médicos y esposos de la comunidad indígena. Ese cambio de ruta provocó que DiCaprio pasara a encarnar a Ernest Burkhart y no al hombre enviado desde Washington a investigar el caso, Tom White. “Obviamente Marty es alguien a quien no le gusta hacer las cosas de una manera tradicional”, define su estrella.

El director de Buenos muchachos (1990) lo observa y escucha atentamente sus consideraciones, porque ambos comparten una conferencia virtual junto al elenco de Los asesinos de la Luna, a la que asiste Culto. Una de las primeras instancias en las que el equipo se junta después del estreno del largometraje en el Festival de Cannes, en mayo pasado, y tras el término de la huelga de actores que paralizó a la industria durante un tercio del año.

Para Scorsese la cinta semejó un viaje pedregoso, donde nunca dejó de realizarse preguntas difíciles. Antes de concluir que el guión escrito junto a Eric Roth estaba en el punto correcto de cocción y tenía el foco adecuado, dialogó con sus colaboradores y con diferentes miembros del pueblo originario al centro de los acontecimientos que presenta el filme. Durante ese recorrido, y hasta que completó la última escena, se enfrentó a la manera en que esta sección de la historia de su país dialoga con uno de los temas que más se reiteran en su exuberante filmografía: la culpa.

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Foto: Melinda Sue Gordon / Courtesy of Apple

“Alguien podría decir: bueno, Marty, te gustan los viejos westerns, donde los nativos americanos era retratados de una manera equivocada… Sí, me gustaban los viejos westerns. Sí, soy parte del sistema. Sí, soy europeo americano. Y sí, soy culpable”, plantea.

Si su obra más reciente tiene un alcance mayúsculo no sólo es porque sus imágenes están teñidas por el peso de la traición –la de Ernest Burkhart contra su esposa, Mollie Kyle– y por los pecados de su nación, sino porque problematiza al cine y el rol que juega en la representación de hechos como los que lleva a las imágenes en esta oportunidad. La mera realización de una película sobre el “Reinado del Terror” supone un ejercicio complejo, donde asoman hallazgos y limitaciones, algo que está dispuesto a discutir durante los 206 minutos de metraje y durante las conversaciones posteriores.

“Esto es una película y se puede decir que es entretenimiento. Entonces, en cierto modo, ahora nosotros estamos realizando entretenimiento, pero esto está en la vida de las personas. Básicamente, esto está en el alma de las personas y tenemos que recordarlo y mantenerlo en equilibrio”, argumenta.

Scorsese viajó a Oklahoma para conocer y conversar con los integrantes de la comunidad Osage, donde los sucesos ocurridos hace un siglo continúan acechando a antiguas y nuevas generaciones. Entre las personas que lo recibieron estaba Margie Burkhart, la nieta de Mollie y Ernest e hija de James “Cowboy” Burkhart, quien en la cinta aparece como un niño.

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Foto: Courtesy of Apple

“Ellos estaban un poco preocupados por el tipo de filmes por los que soy conocido, por la violencia del inframundo, por ese tipo de cosas. Pero ella había visto Silencio”, indica sobre su largometraje de 2016 acerca de dos jesuitas portugueses que se niegan a renunciar a su fe en el Japón del siglo XVII. “Ella habló sobre que yo había hecho Silencio, pero también señaló que es nieta de Ernest Burkhart, que Ernest y Mollie estaban enamorados, y que muchos de estos engaños, traiciones y asesinatos provinieron de personas que realmente se querían entre sí”.

Esas charlas influyeron en la reescritura que experimentó el guión, donde “en lugar de ir de afuera hacia adentro, iríamos de adentro hacia afuera”, resume Scorsese. “Por muy importantes que fueran los análisis forenses del FBI en esa época, comenzamos a comprender que ella fue realmente un catalizador para llamar la atención en torno a estos asesinatos. Esto estaba bajo la jurisdicción del FBI, pero ella se subió a un tren, reunió los fondos, fue muy directa y trató de hacer justicia por esta comunidad”, explica DiCaprio.

“Ella” es Mollie Kyle, la hija de una familia Osage que perdió a todas sus hermanas a manos de la oscura conspiración que se desarrolló en el lugar. En el filme el personaje es encarnado por Lily Gladstone, actriz que llegó al proyecto tras ganarse un nombre en el cine independiente y convencer a Scorsese y DiCaprio. Criada en una reserva india en Montana, la intérprete también se empapó de la trama leyendo detalles de la historia real y visitando la localidad.

“Lo maravilloso fue que la producción, desde mucho antes que viajáramos allí, construyó estas relaciones con la comunidad. Entonces, cuando llegué, ya había muchas personas que estaban dispuestas a reunirse con nosotros para hablar sobre nuestros personajes y trabajar conmigo en torno a cómo se habría comportado una mujer Osage en ese momento”, detalla.

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Foto: Melinda Sue Gordon / Courtesy of Apple

Además, dedicó tiempo a aprender el idioma de ese pueblo, el que asegura “es un idioma extranjero para mí”. “En otros filmes que he hecho, no en este, la gente simplemente da por sentado que hay 574 naciones diferentes reconocidas a nivel federal en los Estados Unidos. No somos un monolito y no estamos homogeneizados”, advierte.

En la previa al inicio del rodaje, Gladstone también se vio enfrentada a asimilar las contradicciones que proponía la historia que se desarrolla en el largometraje. “En esa época muchos hombres blancos que se casaron con mujeres Osage aparentemente eran abusivos, eran muy controladores, e intentaban convertirlas en esposas obedientes, de la misma manera que Hale intenta animar a Ernest a hacerlo. Ernest Burkhart aprendió a hablar Osage con fluidez, para poder conversar con Mollie y estar cerca de su nivel. No todos los hombres blancos que se casaban con una mujer Osage se molestaban en aprender el idioma, pero Ernest sí”, sostiene.

Según la óptica de DiCaprio, “nuestro trabajo consistía más que todo en intentar concentrarnos en contar algo de la manera más creíble posible. Y por muy descabellado que pueda parecerles a otros lo que ven en esta película, que se conmocionen por las atrocidades que Ernest continúa cometiendo, y el entendimiento de Mollie de lo que está sucediendo, todo se basa en evidencia contundente”.

Codicia y culpa

William K. Hale fue un empresario ganadero que se estableció y prosperó en Oklahoma en el siglo XX. Esa fortuna la amasó en gran medida utilizando toda clase de artimañas en contra de la población Osage. A medida que progresó en sus objetivos, ganó influencia en la política y en la economía local, y cuando Ernest Burkhart, su sobrino, llegó a vivir con él a Fairfax ya era denominado “el rey de las colinas Osage”. Aunque los asesinatos no respondieron a una única mente criminal –uno de los acentos que pone David Grann en su libro–, él jugó un papel fundamental en la conspiración que diezmó a los nativos americanos en los años 20.

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Foto: Courtesy of Apple

Martin Scorsese confió en Robert De Niro para que interpretara a ese siniestro personaje en Los asesinos de la Luna. El resultado está completamente a la altura de la legendaria colaboración que han alimentado desde 1973: juntos lo hacen lucir como un demonio que se desenvuelve impunemente por Oklahoma, actuando en contra de ellos pero guardando las apariencias.

“Siempre ha sido fácil y gratificante, si es que se puede decir gratificante”, sintetiza De Niro sobre su célebre vínculo con el cineasta. “Siempre ha sido genial. Así que he tenido mucha suerte de haber podido hacer diez películas con Marty y espero que podamos hacer un par más”.

Leonardo DiCaprio nunca había trabajado con De Niro en una cinta dirigida por Scorsese, por lo que tuvo la oportunidad de observar en terreno el intercambio creativo del dúo que concibió obras de la estatura de Taxi driver (1976) y Toro salvaje (1980).

“Ha sido una experiencia increíble poder trabajar con ambos y observar su taquigrafía. La forma en que ellos se comunican casi telepáticamente entre sí en el set, mediante gestos y asintiendo el uno al otro, donde una escena completa puede cambiar en un instante”, expresa sobre una dupla que considera “figuras paternas cinematográficas”.

Si Hale es la encarnación de la codicia, Tom White es lo más parecido a un representante de la justicia. Para esa tarea, Scorsese llamó a Jesse Plemons, quien había coincidido con él y De Niro en El Irlandés. “Mi experiencia trabajando junto a Marty y estos muchachos es que hay una exploración y una búsqueda constantes para encontrar la esencia de lo que realmente está sucediendo en cada escena, por lo que hubo una sensación de exploración y descubrimiento”, cuenta.

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Foto: Melinda Sue Gordon / Courtesy of Apple

Ahora que ya ha pasado un tiempo desde su estreno en salas (desde esta semana se puede arrendar y comprar en Apple TV), probablemente no sea un spoiler decir que el director de El rey de la comedia (1982) se eligió a sí mismo para actuar en su último largometraje. Tiene una breve pero poderosa aparición en la secuencia final, en que se recrea el radioteatro que el FBI avaló a partir de la investigación de los crímenes de Oklahoma.

La escena en cuestión se filmó en Nueva York después del fin del rodaje principal y la locación escogida fue la escuela a la que el realizador asistió cuando era joven. Su personaje –identificado en los créditos como “productor del radioteatro”– se ocupa de leer el escueto obituario de Mollie Kyle que circuló en la prensa local en 1937.

“De una manera curiosa, sentí culpa, pero eso me pasó a mí. Después de leerlo, me sentí seguro de que no tenía que volver a filmar la escena con otro actor. Sentí que yo debía asumir el rol”. De nuevo, la culpa lo recorrió. “No pude verbalizarlo mientras la filmaba. Pero cuando la edité, cuando Thelma (Schoonmaker) y yo la incluimos, sentimos eso”.

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