Amasando pan, enseñando inglés y construyendo pasarelas: las 10 semanas del príncipe William en la Caleta Tortel
El hijo mayor del rey Carlos III con Diana de Gales pasó más de dos meses en el país en el marco de la expedición Raleigh, la misma a la que asistió su esposa Kate Middleton. Instalado en la Patagonia, el futuro monarca trabajó con el resto de los voluntarios en proyectos que ayudaron a las comunidades más remotas del sur. Aquí, los detalles de su estadía, que tuvo una importante mención en la última temporada de The Crown.
Los noventa no fueron años sencillos para la realeza británica, especialmente para los príncipes William y Harry. El acoso de los paparazzi y la prensa rosada era brutal y dejó una huella imborrable en la vida de los hijos del rey Carlos III y Lady Di.
Por entonces, la figura de Diana de Gales era una de las más populares y queridas del mundo. Pero su historia de desamor con el entonces príncipe y la cercanía que demostraba con la gente común también la llevó a ser víctima del acoso de los medios. El mayor estrago llegaría a fines de agosto de 1997, cuando falleció en medio de un accidente automovilístico en plena persecución de los paparazzis en Francia, sin ningún tipo de protección por parte de la Corona.
Su muerte marcó a toda la familia real, especialmente a sus hijos. La relación de los jóvenes príncipes y su padre quedó fracturada por mucho tiempo, y así lo refleja la última temporada de The Crown, la exitosa serie de Netflix que retrató las siete décadas de mandato de la Reina Isabel II.
En la ficción, gran parte de esos roces se vieron reflejados en la relación de Carlos y William, el primogénito y futuro rey de Inglaterra. Y aunque no demostró el nivel de rebeldía que su hermano -sobre el cual recaen varios episodios polémicos como la vez en que se disfrazó de nazi para una fiesta-, sí tuvo un considerable recogimiento en su personalidad.
Para el 2000 las cosas no habían cambiado mucho. Tras graduarse de la prestigiosa escuela Eton y antes de ingresar a la universidad, el mayor de los príncipes decidió tomarse un año sabático para, en palabras suyas y de su padre, “fortalecer el carácter”. Así fue como realizó un curso de supervivencia en Belice para luego ingresar a la expedición Raleigh, donde ejerció como voluntario en un viaje solidario en el sur profundo de Chile.
El paso de William no solo fue significativo en su formación humana. Un año más tarde, y ya matriculado en la Universidad Saint Andrews como estudiante de Historia del Arte, descubriría que su esposa y por entonces compañera universitaria, Kate Middleton, igualmente vivió la misma expedición en Chile, sólo que con un par de semanas de diferencia.
Un punto en común que fue crucial en el acercamiento de la pareja, y que puso a nuestro país como una parte importante de la vida del próximo monarca inglés.
Cocinando, limpiando y enseñando inglés
“Después de mucho reflexionar y de una larga charla con mi padre, decidimos que me tome un año sabático. Quiero hacer un curso de supervivencia en Belice y luego iré a Chile a la expedición Raleigh, donde ayudaré en una escuela”. Con esas palabras y de pie junto a su padre, el príncipe William compartía con la prensa sus planes luego de finalizar su etapa escolar en el séptimo capítulo de la temporada final de The Crown.
Las siguientes escenas lo retratan limpiando baños, jugando con niños y acampando a la orilla de la playa. Algo que, según cuentan en la misma web de la expedición Raleigh, no está para nada ajeno a lo que verdaderamente vivió el príncipe durante su paso por Chile.
Según detallan, su estadía en nuestro país duró un total de 10 semanas, donde compartió con otros 102 jóvenes voluntarios que llegaron a trabajar en la patagonia chilena, pasando primero por Coyhaique e instalándose por gran parte del viaje en la zona de Caleta Tortel. Allí, el miembro de la familia real realizó actividades que iban desde la práctica de kayak en el mar a diversos campamentos en rocas o playas, cocinar, limpiar baños, cortar leña, amasar pan y enseñar inglés a niños de una escuela rural.
Sin embargo, uno de los trabajos más valiosos fue la construcción de varias pasarelas de madera para conectar los hogares de los vecinos de la Caleta. Cabe destacar que, por entonces, Tortel era uno de los pueblos más remotos del sur chileno, donde sólo se podía llegar en avión o barco, se cortaba la electricidad a menudo y no había alcantarillado.
Según recopila Biobío Chile, la rutina del príncipe comenzaba a las 06:15 horas. Luego de levantarse, su primera tarea era hacer fuego en una estufa a leña para poder preparar allí el desayuno del día.
En total conexión a lo que había sucedido con Diana de Gales y el posterior interés mediático en la figura de William -que por esos años se transformó en uno de los jóvenes más cotizados por las adolescentes inglesas-, la corona llegó a un acuerdo con la prensa: si ellos dejaban que los dos hijos de Lady Di y Carlos tuvieran una infancia y juventud lo más cercana a la normalidad posible, ellos se encargarían de entregar reportes periódicos sobre sus actividades.
En Chile, uno de los medios que recopiló imágenes de William durante la expedición fue AP, que compartió varios videos y entrevistas con el príncipe en el marco de su estadía en el sur chileno. “Me encanta que aquí no hay nadie que me persiga”, dice en uno de los registros.
Y es que una de los mejores recuerdos tanto del príncipe como de quienes compartieron con él durante su voluntariado es que en todo momento se le percibió como un miembro más del grupo. Sin ningún privilegio o atisbo de su rango.
“Dormimos en el suelo, cerca de 16 personas, hay un baño y eso es todo lo que necesitas con una cocina pequeña y una estufa”, comenta al mismo medio sobre las condiciones de su estadía.
Haroldo Cárdenas, un obrero, contó su experiencia trabajando en el mismo grupo de voluntarios que el príncipe. “Hicimos con él 65 metros de pasarelas, de 1.30 metros de ancho. Trabajábamos pisando barro y piedras. También hombreaba madera, llevaba (en los hombros) tablones y rollizos, que pesaban entre 60 y 80 kilos. Nunca lo escuché quejarse”, dijo, agregando que “era común y corriente, hablaba bien el español. Era bien amistoso y conversador”.
“En ningún momento el príncipe tuvo privilegios”, dijo a Associated Press el ex alcalde de Tortel Bernardo López, que en esos años ejercía de guardaparques. “Siempre se le veía cargar madera, herramientas, siempre trabajando, con botas de goma, muy embarrado”.
“El príncipe estuvo en mi casa tres veces para que yo le enseñara a hacer pan amasado. Tomamos mate e hicimos pan amasado. Él es un chico muy simpático, es como cualquier otra persona”, compartió Bruniilda Landeros, una de las vecinas de la Caleta Tortel en una nota de Las Últimas Noticias. Además recordó que el pan le quedó “muy rico”, y que la última vez que la visitó fue para aprender a hacer artesanía. “(Eran) unos saquitos de aroma de ciprés. Se llevó 12 saquitos que hizo él mismo. Se los llevó de recuerdo. Yo quería tener una foto con él, pero los guardias que andaban no lo permitieron. Lo único que tengo de él es una placa de madera en que escribió dándome gracias por el pan”.
Una conexión con Kate
Aunque oficialmente se conocieron el 2001 en St Andrews, las historias de Kate Middleton y William ya habían coincidido en otro punto de sus vidas. Una conexión que, justamente, tuvo al sur de Chile como el escenario principal.
A principios del 2001, y también en el marco de un año sabático previo a su ingreso universitario, la actual princesa de Gales también formó parte de la expedición Raleigh en Coyhaique.
“Con la expedición de Guillermo había un claro entendimiento de quién se trataba, mientras que en el caso de Kate era como tú o yo. Ella era como todo el mundo”, recordaba Malcolm Sutherland, líder de los grupos a los que pertenecieron Middleton y William, en una entrevista con la prensa inglesa. Asimismo, señaló que la joven era una de las voluntarias más fuertes y atléticas del “Era muy amigable. Allí no hay secadores de pelo y hay muy pocas duchas. Aun cuando seas una princesa, es muy difícil funcionar como una”.
“Estaba sola, como la mayoría de la gente. Definitivamente era uno de los miembros más fuertes y en forma de su grupo, lo que sin duda la ayudó. Por momentos fue físicamente exigente. Ella era bastante tranquila”, afirmó Sutherland al medio The Standart.
En su caso, la primera parte de la expedición consistió en varios días de trekking, cargando una mochila con todas las proviciones para sobrevivir en la naturaleza, seguido por una investigación de tres semanas sobre la vida marina de la zona. Para esto último, tuvo que viajar en un bote inflable para ayudar a científicos chilenos -y también británicos- a analizar la biodiversidad del lugar.
Igualmente participó en la construcción de un nuevo cuartel de bomberos, donde Kate debió trabajar en la instalación de las ventanas y en el revestimiento de los techos. Sin embargo, no alcanzaron a conocerse durante el viaje, pues la expedición de la joven comenzó unas semanas después de la estadía de William.
Según la recreación hecha por The Crown sobre uno de los primeros encuentros del príncipe con su futura esposa, lo vivido por ambos en Chile fue el tema que les ayudó a romper el hielo.
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