La polémica trastienda de Filadelfia, la película que hace 30 años visibilizó la lucha contra el sida

Tom Hanks en Philadelphia, película de 1993.
La polémica trastienda de Filadelfia, la película que hace 30 años visibilizó la lucha contra el sida

Protagonizado por Tom Hanks, Denzel Washington y Antonio Banderas, fue el primer filme de factura comercial que abordó la epidemia del sida y el VIH a principios de los 90, cuando el desconocimiento y los prejuicios en torno a esta afección crónica eran la norma. Sin embargo, su trastienda no estuvo exenta de controversias.


En 1993 la epidemia del VIH estaba en pleno auge. Sólo en Estados Unidos, la cifra de personas contagiadas ascendía a los 156 mil casos detectados. Para entonces, celebridades como Freddie Mercury, Rock Hudson, Anthony Perkins y Magic Johnson ya habían hecho pública su condición como portadores del virus. Sin embargo, la sociedad aún sucumbía ante la desinformación y los prejuicios sobre esta afección crónica.

Hollywood también se resistía, y Jonathan Demme estaba consciente de aquello. El director venía de ser galardonado en los premios Oscar por El silencio de los inocentes, una historia tensa que inmortalizó a Anthony Hopkins como uno de los caníbales más recordados del cine. Pero su siguiente proyecto estaba lejos de esa tétrica narrativa.

Al igual que una buena parte de la población estadounidense, Demme no estaba ajeno a lo que sucedía con la explosión de casos de VIH. Sólo un año antes, el pintor español Juan Suárez Botas, uno de sus amigos más cercanos, había fallecido por las consecuencias del sida.

Philadelphia, la película que visibilizó la epidemia del sida y el VIH en los noventa.
Philadelphia, la película que visibilizó la epidemia del sida y el VIH en los noventa.

“Mi amigo Juan Botas se enfermó. Juan era el alma gemela de mi esposa Joanne. Tenían el tipo de amistad que era completamente ilimitada”, recordó el director en una entrevista con la revista Rolling Stone en 1994. “Juan y yo también nos hicimos buenos amigos; puedes verlo en su documental, Un pie sobre la piel de plátano. Entonces, cuando Juan dijo que era VIH positivo, reaccioné de la única manera buena que pude, y que fue tratar de trabajar de alguna manera. Hablé con mi socio Ed Saxon, que estaba muy interesado en la idea, y también con Ron Nyswaner, que había hecho el guión de rodaje de Swing Shift”.

Así fue como se puso a trabajar en Filadelfia, un filme protagonizado por Tom Hanks, Antonio Banderas y Denzen Washington que con su estreno se transformaría en la primera película comercial en abordar la problemática del VIH. Una historia que, aunque narra un injusto caso de discriminación laboral, transcurre en la ciudad emblema de la libertad para los norteamericanos.

Hoy, a 30 años de su llegada a las salas, la ficción aún es recordada como un precedente en el cine de los noventa. La entrega de Hanks en el papel de Andy Beckett -un brillante abogado que es despedido de un gran bufete luego de que sus jefes concluyeran que era VIH positivo- y la inmortalización de su soundtrack con Streets of Philadelphia, escrita e interpretada por Bruce Springsteen, hicieron a la cinta merecedora de dos premios Oscar: uno para Hanks como Mejor actor y también en la categoría a Mejor canción original. Sin embargo, el camino recorrido no fue del todo sencillo.

La sospecha de los colectivos LGBTQ+

Las sospechas dirigidas hacia Demme por parte de activistas LGBTQ+ habían comenzado un año antes, y no precisamente por Filadelfia. Tras el estreno de El silencio de los inocentes, algunos colectivos comenzaron a elaborar una serie de críticas hacia la película por el personaje de Buffalo Bill, el villano principal de la película asesino cuya motivación era su obsesión por transformarse en mujer.

Sobre las acusaciones de homofobia, el director señaló a la Rolling Stone que “no había prestado mucha atención a la ausencia de personajes homosexuales positivos, así que salí iluminado de las protestas”.

Ante la pregunta del periodista sobre las especulaciones de que el motor de Filadelfia fuese “expiar la ofensa a la comunidad gay”, el cineasta precisó que, para el momento del estreno del filme protagonizado por Anthony Hopkins, ya se encontraba trabajando en la historia. Y agregó: ”¿A quién diablos le darían una paliza y luego se daría la vuelta y haría algo bueno por las personas que les dieron una paliza? No entiendo eso”.

Philadelphia, la película que visibilizó la epidemia del sida y el VIH en los noventa.
Philadelphia, la película que visibilizó la epidemia del sida y el VIH en los noventa.

Aún así, la película no estuvo libre de otras críticas. Uno de sus mayores detractores fue Larry Kramer, escritor, productor de cine y activista gay que hace unos años había publicado The normal heart (1985), una célebre obra de teatro que también abordaba la epidemia del VIH.

Es una película que no tiene nada que ver con el VIH, que no conoce el mundo gay que yo conozco; no le encontré verdad, no le encontré nada genuino que se aproxime a lo que atravesó la comunidad o a lo que yo mismo vi con mis propios ojos”, concluyó sobre el filme.

En efecto, gran parte de los dardos apuntados a la producción de Demme afirmaban que la historia y las redes de apoyo con las que contaban los protagonistas eran demasiado idílicas, y que no se condecían con lo que vivía la mayoría de las personas VIH positivas. También que reforzaba otro mito que por entonces estaba mucho más arraigado: la creencia de que se trataba de una enfermedad que sólo afectaba a los homosexuales, mal señalada por algunos como el “cáncer gay”.

Philadelphia, la película que visibilizó la epidemia del sida y el VIH en los noventa.
Philadelphia, la película que visibilizó la epidemia del sida y el VIH en los noventa.

“Estuvimos buscando una historia durante mucho tiempo y decidimos que no tendría sentido hacer una película para personas con sida. O para sus seres queridos”, se justificó el director en su momento. “No necesitan ninguna película sobre el sida. Viven la verdad. Queríamos llegar a los que no conocen a personas con sida, que las menosprecian”.

La falta de intimidad entre la pareja protagonizada por Hanks y Banderas igualmente tenía una razón de ser. Para el cineasta, era importante prescindir de una imagen que pudiera resultar choqueante para cierto público en pos de que el mensaje final llegara correctamente a los espectadores. Aún así, tanto Demme como los actores defendieron la complicidad y química que ambos personajes demuestran en pantalla y lo que eso pudo significar para el público.

Entre una demanda y otras polémicas

Tal como contó el director, su primera inspiración para la creación de la película fue lo vivido por Juan Botas. Pero también tomó detalles de otros testimonios.

Sin embargo, hubo un caso en particular donde las similitudes eran demasiado evidentes. Así suciedió con la historia de Geoffrey Bowers, un abogado que, tal como le sucede a Andy Beckett, fue despedido de un bufete de Nueva York cuando sus jefes supieron que vivía con VIH.

En su momento, la familia no contó con el asesoramiento suficiente por parte del estudio para tramitar de forma correcta la autorización por el uso de su historia. Bowers falleció en 1987, seis años antes del estreno en salas de la cinta, por complicaciones relacionadas al virus. Aún así, sus cercanos decidieron formalizar una demanda contra los productores de Filadelfia

Y finalmente, la justicia falló a favor de los Bowers. En el marco del litigio, y haciendo eco de sus buenas intenciones iniciales, tanto el director como el guionista confirmaron que, efectivamente, se habían inspirado en lo vivido por Geoffrey para la escritura del largometraje.

Al margen de la demanda, hubo otras situaciones que complejizaron el estreno. La principal fue la falta de interés dentro de la industria por producir una ficción que abordara no solo el tema del sida y el VIH, sino también la discriminación vivida por la comunidad gay por esos años.

Con Jonathan le dijimos a los ejecutivos lo que queríamos hacer y nos dijeron que en ese momento en Hollywood se estaban haciendo films únicamente centrados en personajes heterosexuales y que eso les resultaba inmoral, que querían responder, mostrar resistencia, así que hablamos con las personas adecuadas para hacer la película”, dijo Nyswaner en una entrevista con la revista Queerty.

La situación llevó a que el guion fuese reescrito una veintena de veces. Un ejercicio que Nyswaner y Demme utilizaron a su favor. “Comenzamos con guiones más enojados, muy politizados, que estaban informados de la rabia que sentí cuando me enfrenté no solo a la indiferencia, sino también a la hostilidad de la sociedad hacia mi valiente y enfermo amigo. Ron y yo estábamos enojados y no sólo éramos agresivos, sino que también éramos agresores. Había un deseo de simplemente ponerles el sida en la cara y decir: ‘Mírenlo, cabrones’”, confesó el director a la Rolling Stone.

El presupuesto fue otra barrera. El financiamiento para la película fue de apenas 26 millones de dólares, una cifra no muy extensa para los parámetros de Hollywood. De hecho, una buena parte del total se destinó al pago del arriendo de un juzgado de Filadelfia donde se filmaron varias escenas de la película. Aún así, y pese a los resquemores del estudio, el filme terminó por recaudar 206 millones de dólares a nivel mundial, transformándose en un éxito por entonces inesperable.

Un elenco brillante

Si hay una película que marcó un antes y un después en las carreras de Tom Hanks y Antonio Banderas, esa es Filadelfia. Por entonces, y con papeles en largometrajes como Splash (1984) y Socios y sabuesos (1989), gran parte de la filmografía de Hanks se sostenía en la comedia. Cuando comenzaba a anhelar otro tipo de papeles su agente llegó con la propuesta de encarnar a Andrew Beckett.

Daniel Day-Lewis, Richard Gere, Kevin Kline y William Hurt fueron otros nombres que se barajaron para el protagónico. Pero la principal intención del director era evitar distracciones asociadas a quién era el actor detrás del personaje y concentrar toda la atención del público en la trama.

Me atrajo la historia de ese hombre cuyos derechos habían sido perjudicados y que reclamaba justicia. Ni venganza ni castigo, solo justicia. Nadie podía dejar de sentirse aludido por una historia así”, confesó Hanks en una entrevista sobre sus motivaciones para aceptar el papel, en un tiempo donde la discriminación a la comunidad LGBTQ+ también era latente en Hollywood.

Como parte de su preparación, leyó todos los libros de Paul Monette, uno de los escritores homosexuales más reconocidos de Estados Unidos y que, justamente, falleció de sida en 1995. Pero también conversó con varios médicos y pacientes con VIH.

Además, y en concordancia con el deterioramiento físico del personaje, tuvo que bajar cerca de 15 kilos a lo largo del rodaje. Una solicitud que se contrapuso con lo que el equipo le encomendó a Denzel Washington. Este último debió subir de peso, con el fin de intensificar aún más la diferencia física entre él -que en la película encarna al abogado de Andy- y el personaje de Hanks.

Tom Hanks recibiendo el Oscar por Philadelphia
Tom Hanks recibiendo el Oscar por Philadelphia

En el caso de Banderas, Filadelfia también le otorgó uno de sus primeros papeles relevantes en la industria. El español ya había trabajado con un personaje gay en La ley del deseo. Aunque nunca le importó mucho el qué dirán: “Existía el miedo de que si hacías de gay te podían identificar con la homosexualidad, pero no me dejé llevar por algo así”, dijo en un programa de la televisión británica. “Hice de asesino en serie y eso no me convirtió en uno”.

Incluso entregó contundentes respuestas a los periodistas que le preguntaban por su preparación para el rol: “Mire usted, no he hecho nada porque no creo que un homosexual sea más diferente que yo en ningún aspecto. Tengo muchos amigos homosexuales que descubrí que lo eran a los dos años de conocerlos”.

En parte gracias a su trabajo en el filme, Banderas recibió la propuesta para uno de los papeles más icónicos de su carrera. Sobre la ceremonia de los Oscar -donde Filadelfia tuvo cinco nominaciones-, el malagueño recordó: “Tom Hanks ganó el premio y me lo dedicó a mí. Y yo presenté a Bruce Springsteen. Esa noche, fui a la fiesta de Elton John. En la mesa estaban Elton John, Bruce Springsteen y su mujer, y Steven Spielberg, Tom Hanks… Había dos Óscar sobre la mesa, junto a las bebidas, y Steven me dijo: ‘¿Conoces a un personaje llamado El Zorro?’. Y le contesté: ‘Sí, solía ver la serie en televisión cuando era pequeño’. Y me dijo ‘¿Te gustaría hacerlo? Ven mañana a las 10 y hablaremos de ello’. Esto ocurrió por Tom. Su amabilidad. Él siempre, siempre, ha sido un caballero”.

De todas formas, uno de los gestos más significativos en la producción de la película fue la convocatoria a 40 extras VIH positivos, que fueron contactados a través de una fundación que apoyaba a personas que vivían con el virus. Uno de ellos marcó profundamente a Hanks.

Michael Callen era actor y cantante. Durante la filmación de la película solía interpretar canciones para sus compañeros. Igualmente era fundador de tres organizaciones dedicadas a combatir el sida. “Nunca en mi vida había visto a nadie con un rostro tan flaco. Era poco más que una sombra”, recordó Hanks al tiempo después. “Le quedaban unos pocos momentos para vivir, y a pesar de ello solo pensaba en vivirlos plenamente”. Callen falleció el 27 de diciembre de 1993, también por los estragos que el virus dejó en su salud.

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