Viaje por las influencias de Los Colonos: de La Naranja Mecánica a El Chacal de Nahueltoro

Los colonos fue concebido como un proyecto ambicioso: una cinta de época, filmada en locación, con actores provenientes de múltiples lugares y con un tema difícil. Su envergadura era de tales dimensiones para la industria chilena que Felipe Gálvez estuvo cerca de una década intentando reunir todo lo necesario para su realización.

En todo los altos y bajos de ese proceso el director estuvo acompañado del cine. De películas y cineastas que ejercieron influencia en su creación y que, de manera más textual o subterránea, terminaron empapando su primer largometraje. Su guión coescrito junto a Antonia Girardi se acerca a la matanza del pueblo selk’nam a partir del viaje de tres jinetes por Tierra del Fuego en 1901, un trío que componen un mestizo llamado Segundo (Camilo Arancibia), un teniente inglés conocido como Alexander MacLennan (Mark Stanley) y un mercenario de nombre Bill (Benjamin Westfall).

“Como mecanismo de reflexión sobre el cine, Los colonos se trabajó con muchas referencias y con muchas películas. Conviven muchas películas en una misma escena”, explica Gálvez a Culto. “Se va transformando y mutando dependiendo de a qué tipo de módulo entra. Es una lógica casi de videojuego, de etapas”.

Aquí, desmenuza los filmes y los directores que marcaron la creación de su ópera prima, desde la grandilocuencia de Lawrence de Arabia hasta la visualidad de Barry Lyndon.

Y se refiere a su particular vínculo con el género de vaqueros y pistoleros. “Me infiltro en el western: (Los colonos) parece uno pero no es. Porque, al final de cuentas, más que ser revisionista, lo que hago es criticarlo, cuestionarlo”, define.

“Hay una influencia clara en el personaje de Segundo. Él es el único personaje filmado con cámara en mano, con una cámara libre. Si bien la película tiene un código western, él está filmado de una manera similar al Nuevo Cine Latinoamericano. A veces camina como el Chacal de Nahueltoro. Trabaja con el chuzo, corta madera con el hacha. Su forma de hablar también es una reminiscencia al Chacal”, sostiene el director. “Él y Rosa (Mishell Guaña) no pertenecen tanto a la estética del western”, concluye.

“John Ford la filma después de ir a la Segunda Guerra Mundial, por lo que es un western, pero también tiene algo de la lógica de la persona que va a la guerra y se transforma de por vida. En Los colonos hay varios personajes que han atravesado la guerra y han quedado marcados. Segundo no vivió eso, pero está atravesando algo parecido, que es el horror de participar en una matanza”, detalla. “Más corazón que odio también es una película de viaje por grandes territorios y por diferentes temporadas. También hay un mestizo, el sobrino de John Wayne”.

“Lawrence de Arabia y El hombre que sería rey son dos películas que, en parte, marcaron la creación de Los colonos. Es la megalomanía y la grandilocuencia que tiene este cine de colonización a través de sus planos generales y la música. También hay algunas citas textuales, como que la chaqueta de MacLennan es roja. Hay un momento en que él dice que sólo necesita un hombre, tal como en El hombre que sería rey, donde son dos hombres los que protagonizan el viaje”.

“Si se trata de estar en el punto de vista de personajes que cometen crímenes, que son violentos y hacen cosas horribles, La naranja mecánica es un referente. Estos tres jinetes tienen algo de Alex y sus amigos, donde también está en juego quién es el líder de la banda. Por lo tanto, es una referencia más de guión”, expresa. “En cambio, Barry Lyndon es una referencia más bien visual, pictórica, una idea respecto a la composición y lo estáticos que están los personajes”.

“La imagen de Los colonos está basada en el autocroma, que los Lumière crearon como el primer experimento a color en cámara fija. En otros momentos la película plantea la idea del cine como una manera de viajar, del cine como propaganda, que es una idea muy Lumière”, propone, junto con especificar que son citados dos cortometrajes de los hermanos Auguste y Louis, El desayuno del bebé (1895) y La llegada del tren (1896).