Christopher Nolan: a las puertas de la mayor gloria de Hollywood
A 22 años de su primera nominación a los Oscar, todos los pronósticos apuntan a que el director de El Gran Truco (2006) e Interestelar (2014) arrasará en la 96° edición de los Premios de la Academia, en reconocimiento a Oppenheimer. A diferencia de lo que les ha sucedido a otros colegas, se llevaría el galardón por un filme que se ubica entre sus títulos más macizos, no por un largometraje menor o ajeno a su rúbrica.
Tenía 31 años cuando alcanzó su primera nominación a los Oscar. Impresionado con su tarea en Memento (2000), su hábil rompecabezas en torno a la memoria de un hombre que sufre la pérdida de su esposa, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas lo nominó junto a su hermano Jonathan Nolan a la estatuilla a Mejor guión original y, además, reconoció a la película con una candidatura a Mejor montaje.
Desde su primera aparición en la máxima cita de la industria estadounidense, Christopher Nolan ha completado un robusto trayecto en el circuito. El éxito de su trilogía sobre Batman le permitió dar vida a prácticamente cada proyecto que imaginó, desde la celebrada El origen (2010) hasta la incomprendida Tenet (2020), y nunca más volvió a dirigir un filme del tamaño más austero que sostuvo su segundo largometraje. Su hábitat natural, según estableció a partir de Batman inicia (2005), es el cine de gran escala y dotado de una narrativa apabullante y magnética, superproducciones con personalidad que exigen ser vistas en la pantalla más grande que se encuentre.
Esa es la rúbrica que recorren las imágenes de Oppenheimer. En otras manos, la cinta habría sido una película biográfica didáctica e inofensiva, tal vez en la línea de otras aproximaciones cinematográficas a genios atormentados, como Una mente brillante (2001) y El código enigma (2014).
Bajo la batuta del responsable de Interestelar (2014), la historia del físico teórico que construyó la bomba atómica (revisada exhaustivamente en el libro Prometeo americano: El triunfo y la tragedia de J. Robert Oppenheimer) es una gesta monumental que se hace cargo de abordar las distintas dimensiones de su complejo protagonista y las consecuencias de su invento. Sus 180 minutos son una experiencia fascinante, espectacular y desoladora (apoyada en las invaluables contribuciones de Cillian Murphy en el rol principal y Ludwig Göransson en la música), pero si el filme cala hondo es en gran parte por su persistencia al desnudar las contradicciones del personaje, desde su agitada época universitaria hasta el repudio que le dedicó el establishment estadounidense en la posguerra.
Por todo ello, el más que probable triunfo de Nolan en la ceremonia de los Oscar de este domingo (21:00 horas) distinguiría un trabajo que lleva su inconfundible huella y no uno en que se vistió con ropajes ajenos para conquistar la, hasta ahora, esquiva estatuilla dorada. Y, a diferencia de lo que les ha ocurrido a otros colegas, se llevaría el premio por una cinta que se ubica entre sus títulos más macizos, no por un largometraje menor.
¿Hay filmes superiores en la carrera de este año? Es un debate abierto, en vista de la pasión que han despertado nominadas como Anatomía de una caída, Zona de interés y Pobres criaturas, y que Martin Scorsese despachó una obra mayúscula, Los asesinos de la Luna, quizá la más contundente del listado.
Pero ninguna de las aspirantes al Oscar a Mejor película tiene el combo ganador que posee Oppenheimer: fue un fenómeno comercial gigantesco (se estrenó en julio, en simultáneo con Barbie), pertenece a una de las figuras más respetadas del Hollywood de los últimos 20 años y ha reanimado un debate que luce urgente en medio del alicaído ánimo global, en este caso la capacidad destructiva de las armas nucleares.
Por cierto, no hace daño que se haya instalado la creencia de que la Academia está en deuda con el cineasta de El gran truco (2006). Una idea alimentada más por las candidaturas que le negaron (la omisión de Batman: El caballero de la noche fue clave en que la la institución expandiera de cinco a diez el número de nominados a Mejor película) que por los galardones en los que competía y se le escaparon (sólo Dunkerque le había reportado una mención en Mejor director).
Tras un recorrido impecable en la temporada –dominó los Globos de Oro, los Bafta y los reconocimientos que entregan los gremios de productores, directores y actores –, las predicciones indican a que la cinta cosecharía entre ocho y seis premios en el evento que se desarrollará en el Dolby Theatre. Eso incluiría la victoria de Cillian Murphy, los ojos y el alma del filme, quien se presenta con algo de ventaja frente a Paul Giamatti (Los que se quedan). Sería un espaldarazo a la colaboración que ha unido al actor irlandés y al realizador durante casi dos décadas y otros cinco largometrajes.
Aunque por ahora es un misterio hacia dónde se moverá Nolan, luce como una certeza que su siguiente proyecto no estará inscrito en una escala más modesta. “Hay muchos cineastas en el mundo que darían todo lo posible por tener los recursos que he logrado, y siento que tengo la responsabilidad de utilizarlos de la manera más productiva e interesante”, explicó a la revista Time recientemente. Hacia donde sea que se desplace, lo hará con varios Oscar agrupados en su repisa.
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