“¿Listos para empezarrr?”, gritó en un tieso castellano Win Butler antes de que Arcade Fire se lanzara con la primera canción de su show en el Lollapalooza Chile 2024. El reloj marcaba las 19.33 y comenzó a sonar Ready to start, uno de los clásicos de su disco The Suburbs. Un comienzo atronador en la tarde de Cerrillos, cuando el sol ya comenzaba a caer y pintaba de naranjo el Banco de Chile Stage. Un escenario ideal para el reencuentro con Chile tras su recordado show hace 10 años, en el Lollapalooza 2014 (cuando se hacía en el Parque O’Higgins) y en el Movistar Arena, en 2017.

De inmediato y casi sin pausa, el combo canadiense interpretó otros dos temas de ese disco, The Suburbs y The Suburbs (Continued). El tener una canción en varias partes es algo que el grupo ha desarrollado en gran parte de su carrera, como si una idea no se agotara en una sola canción (la serie Neighborhood, del disco Funeral, es otro ejemplo).

ARCADE FIRE, LOLLAPALOOZA 2024

La idea de Arcade Fire es ir más allá de las convenciones del indie y el rock, por eso es que es una banda extensa de siete músicos en escena, y que todos tocan más de un instrumento. Todo suena afiatado, sin errores, sin desafinaciones, ni descoordinaciones, fruto de las 8 horas de ensayo diarias que alguna vez confesó Win Butler. Sus canciones tienen vocación pop, no se quedan solo en lo alternativo, eso es lo que ha convertido a los canadienses en un referente del indie a nivel mundial. Es decir, no hacen música compleja, ni difícil, ni sofisticada, ni pensada para complacer a los gruñones críticos de un periódico. Acercan, no alejan. Lo de Arcade Fire es indie pop para las masas.

Otro punto es la cuidada y teatral puesta en escena del grupo, en que los vestuarios están pensados en una similar paleta de colores, en este caso, el rojo-violeta-naranja. También hay otros accesorios, como en No Cars Go, por ejemplo, cuando aparecieron unos globos alargados. Además del apoyo de visuales con los que los colores en escena iban destacándose de manera alternada, a veces los grises, otras los rojo y violeta. Al final, Arcade Fire más que una banda musical, es una experiencia.

Un momento especial fue la interpretación de Neighborhood #3 (Power Out), una de las primeras canciones del grupo que el público coreó de manera emotiva. En sus últimas presentaciones, los set de Arcade Fire se concentran sobre todo en su disco Funeral, que este 2024 cumple 20 años, y contiene algunos de los clásicos del grupo. De hecho, luego siguió Rebellion (Lies). Emotiva, coreada. Es que la música del septeto tiene la gracia de que sabe llegar a lo profundo. Remueve las entrañas, y hasta el ceño más fruncido se relaja y se enternece.

ARCADE FIRE, LOLLAPALOOZA 2024

Así también pasaron otras canciones, como Unconditional I (Lookout Kid), The Lightning I, The Lightning II (de su último disco We, de 2022), Relfektor (del disco homónimo, con su ritmo en onda disco hizo que el respetable bailara de manera ganosa), Afterlife (donde Wim Butler bajó a cantar con el público, con la masa, en algo que suele hacer), Age of Anxiety II (Rabbit Hole),o Everything now.

Uno de los momentos altos de la noche fue la notable Sprawl II (Mountains Beyond Mountains), donde Régine Chassagne se lleva todos los aplausos, amén de una notable interpretación entre el público, con la gente, con la masa. Hay que decir que en esta versión 2024 hay mayor presencia de las percusiones afrolatinas.

Y tal como en la versión argentina del festival, se subió al escenario la cantautora chilena Javiera Parra. Con charango en mano, la chilena interpretó una sentida versión de Gracias a la vida junto a los canadienses. Alternó los versos con Régine, quien -con acordeón- la cantó en un perfecto español (también habla francés, al ser descendiente de haitianos). Sin duda, un momento que quedará en la memorabilia pop. Parra permaneció en el escenario para el cierre, con Wake up, en esta canción, Butler cantó la letra en castellano.

ARCADE FIRE, LOLLAPALOOZA 2024

El álbum más reciente del conjunto, decíamos, fue We (2022) y fue el último con el multiinstrumentista Will Butler en sus filas, uno de los miembros del núcleo duro del grupo. Tras la salida del músico por sus ganas de emprender un rumbo distinto (en sus palabras a La Nación, de Argentina: “Mi camino era otro, las cosas estaban yendo en una dirección distinta para mí”), vino el remezón. En agosto de ese año su hermano, el líder Win Butler, fue acusado por abuso y acoso sexual por cuatro personas que brindaron su testimonio a la revista Pitchfork. El sitio venía realizando una investigación sobre “las interacciones sexuales inapropiadas de Butler agravadas por la disparidad en las dinámicas de poder, diferencias de edad y contextos”.

Butler tuvo que reconocer los hechos, aseguró que efectivamente tuvo “relaciones extramatrimoniales”, pero dijo no haber notado “la importancia de la diferencia de edad”, y sobre todo, desmintiendo que los hechos no hayan sido consensuados. Vale decir, que según él no hubo estupro.

“Me siento muy mal por todas las personas a las que lastimé con mi comportamiento. Seguiré aprendiendo de mis errores y trabajando para ser mejor. Lo arruiné todo, no es excusa, pero voy a mirar hacia adelante y sanar lo que haya que sanar y aprender de mis experiencias del pasado”, le comunicó el músico a la publicación. Y aseguró tajante: “Nunca toqué a una mujer contra su voluntad”. Su esposa, Régine Chassagne, lo defendió públicamente: “Él es un buen hombre que jamás haría nada sin consentimiento del otro y yo sé lo que hay en su corazón”.

¿Estuvo mejor esta presentación en Lollapalooza que la del 2014? Buena pregunta, pero en la primera vez la banda vino en su peak, en su mejor momento y con su mejor álbum (Reflektor). Si bien, esta presentación fue sólida y emotiva, la carga de la primera vez siempre hace una diferencia.

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