La desconocida historia del “hombre rana” de Perú que intentó sabotear a Chile en la Guerra del Pacífico
Paul Boyton, un aventurero estadounidense contratado por el gobierno de Perú, intentó dinamitar los barcos de la escuadra chilena que bloqueaban el Callao, a inicios de 1881. Para ello, usaba un traje de goma que le permitía flotar de espaldas en el agua. Sin embargo, las cosas no salieron bien para él.
Hacia enero de 1881, y tras las victorias de Chorrillos y Miraflores, el Ejército chileno ingresó a Lima para ocupar la ciudad, la tarde del 17 de enero, bajo el mando del coronel Cornelio Saavedra. Este comandó el ingreso del primer grupo de tropas de infantería, artillería y caballería. Los efectivos desfilaron desde el Parque de la Exposición, cruzaron el Jirón de la Unión, hasta llegar a la Plaza de Armas, a una cuadra de la orilla del Rímac. Al día siguiente hizo su ingreso el general Manuel Baquedano. Se iniciaba la toma chilena de Lima. La Guerra del Pacífico entraba en una etapa decisiva y la derrota peruana era inminente.
Por otra parte, con la guerra naval ya decidida a favor de Chile, los buques de la armada chilena mantenían bloqueado el vital peruano de El Callao desde 1880. Pero un hombre, aparentemente ajeno al conflicto, miraba con atención a los buques chilenos. Esperaba su momento para actuar. Se llamaba Paul Boyton, nacido en Irlanda, pero con nacionalidad estadounidense. En rigor, era un aventurero que había participado en otros conflictos bélicos: en la Guerra de Secesión (por el bando de la Unión); en la marina de México, durante el gobierno de Benito Juárez; y por Francia en la Guerra Franco Prusiana.
Durante la noche del 22 de enero de 1881 pensaba instalar cargas de dinamita en los barcos chilenos, con el fin de hundirlos. Así lo había acordado previamente con el mismísimo presidente del Perú, Nicolás de Piérola. De acuerdo al sitio Viceversa Magazine, Boyton se llevaría una jugosa bolsa de cien mil dólares por cada barco hundido, y quinientos mil dólares si lograba terminar con el bloqueo.
Boyton usaba un traje de goma (en rigor, de caucho vulcanizado), similar al de los buzos, con el fin de flotar de espaldas en el agua. El traje fue inventado por la fábrica C.S.Merriman en 1872, y por entonces, era un artilugio poco desarrollado. El traje le permitía a Boyton estar seco en medio del agua y flotar. Además, incluía bolsas que podía inflar a voluntad para ayudarse a flotar, y se podía deslizar de manera más o menos ágil gracias a un remo. En síntesis, era un “Hombre rana”.
Hasta entonces, Boyton usaba el traje más que nada como una rareza. Un espectáculo circense destinado nada más que a la entretención. Así lo señala Viceversa Magazine: “Era ampliamente conocido en Europa y Estados Unidos gracias a sus extravagantes demostraciones junto a su inseparable traje acuático; algunas de ellas realmente memorables para su tiempo, como aquella en donde aparece fumando un habano mientras flota de espaldas sobre una gran ola en el Atlántico”.
Pero nada salió bien. Cuando Boyton se adentró en el Pacífico dispuesto a dinamitar los barcos chilenos, estos se había retirado. Al volver a la costa, fue capturado por las fuerzas chilenas. Él mismo lo comentó en una carta publicada en The New York Times con el título A Letter from Paul Boyton, en su edición del 9 de Marzo de 1881.
“El 22 fui arrestado por los chilenos como el ‘hombre torpedo’ y después de un pequeño retraso fui puesto en libertad condicional, pero no en la libertad de dejar Lima. Así que actualmente soy un prisionero de guerra. Estoy levemente herido en dos lugares, pero no es mucho. La mayor parte de mi equipaje cayeron en las manos de la turba, pero yo estaba satisfecho de que me dejaran algo”.
Sin embargo, según Viceversa Magazine, Boyton había sido primero condenado a muerte, como prisionero de guerra. Pero se salvó del paredón por razones poco claras. “Ya sea por la fama que precedía al ‘hombre torpedo’ o tal vez por ser miembro de la masonería de la que varios altos oficiales del ejército chileno eran miembros, Paul Boyton escapa de la muerte y es puesto en libertad condicional, pero sin poder salir de Lima”.
Posteriormente, Boyton volvió a los Estados Unidos, donde montó espectáculos, abrió parques de diversiones acuáticas en Chicago y Brooklyn, cobrando por el ingreso. Incluso, apareció con unas focas marinas en un cortometraje de 1900 llamado Feeding Sea Lions. En sus últimos años, estaba en la ruina, y así pobre y olvidado falleció a los 75 años de edad, el 19 de abril de 1924.
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