Katy O’Brian, actriz: “Kristen Stewart puso todo de sí en esta película”
Este jueves 2 debuta en cines chilenos Amor, Mentiras y Sangre, un elogiado thriller centrado en la apasionada relación que nace entre una encargada de un gimnasio y una joven fisicoculturista. La intérprete que encarna a la atleta habla con Culto sobre su llegada al largometraje, detalla su colaboración con su compañera de elenco y proyecta su ascendente carrera. “Los filmes independientes no pagan tus cuentas, pero impactan tu corazón”, asegura.
Aunque no sabía demasiado sobre la disciplina, a la cineasta inglesa Rose Glass le atraía la idea de escribir una historia sobre una mujer fisicoculturista. Le parecía interesante indagar en la psicología que existe detrás de quienes desarrollan esa práctica y, a medida que profundizó en ella, se terminó de convencer de que se estaba moviendo en la dirección correcta.
La realizadora de Saint Maud (2019) se alió con su compatriota Weronika Tofilska en la escritura de un guión que giraría en torno a un deporte “ligeramente anárquico pero hermoso y extraño”, según su percepción. Al centro de la trama que crearon está el intenso romance que nace entre Lou, la encargada de un gimnasio de un pueblo de Nuevo México, y Jackie, una joven fisicoculturista que hace una parada en su viaje a una competencia en Las Vegas.
Convenció a Kristen Stewart para que encarnara el primer rol, pero hallar el segundo papel fue un dolor de cabeza, básicamente porque subestimaron cuán difícil es encontrar a personas que practiquen esa disciplina y, además, actúen frente a cámara. Katy O’Brian (Indiana, 1989), quien se enteró del llamado a través de Twitter, cumplía con ese requisito y probó suerte.
“Yo solía competir en el fisicoculturismo. Era amateur, como lo es Jackie. Nunca competí profesionalmente; no era muy buena. Al menos sabía cómo hacer esa parte de las cosas”, cuenta a través de videollamada a Culto. Aunque tuvo sólo dos semanas para prepararse antes del comienzo del rodaje, O’Brian habita el personaje con completa naturalidad y forma una pareja con gran química junto a Kristen Stewart. “Poder transmitir la historia emotiva de Jackie es muy difícil cuando no tienes al menos algún tipo de experiencia o formación”, advierte la actriz, conocida por sus apariciones en The Mandalorian y Ant-Man and the Wasp: Quantumania (2023).
“El guión era tan bueno que para mí fue instantáneo y fácil ver quién era Jackie. Entré a la sala de audición con la arrogancia de quien ya tenía el papel. Sentí que, por alguna razón, ya conocía a esta persona, sabía por qué ella estaba haciendo las cosas que hacía y sentí que podía retratar eso auténticamente. Y me alegro de que me hayan dado esta oportunidad”.
Su interpretación es uno de los puntos altos de Amor, mentiras y sangre (este jueves 2 de mayo en cines chilenos), una cinta sudorosa y violenta en la que Rose Glass le otorga su propia relectura a esa especie de subgénero que trata sobre dos amantes al centro de una espiral de asesinatos y pasión. “Ella tiene una imaginación perversa, salvaje y única, y confía en su visión. Es capaz de ver lo que necesita y ser específica. Y luego también experimentar y explorar”, define sobre la directora.
-La película aborda el amor lésbico, la sexualidad y la masculinidad tóxica. ¿Cómo cree que todos esos temas se acentúan en un filme de género tan particular como este?
Creo que cuando intentas hacer una película determinada a un solo género, te pierdes la posibilidad de contar una historia completa. Si (en este caso) la convirtiéramos en un thriller muy riguroso, entonces te perderías la verdadera historia de amor o algunos de los elementos de acción. Creo que al combinar géneros ella es capaz de contar esta vasta historia sobre todo tipo de cosas. Es capaz de incorporar los conceptos que quiera y encajarlos en un mundo que es muy loco, pero también, en cierto modo, arraigado. Me encanta que lo hizo campy, me encanta que lo hizo un poco divertido, para permitirnos tener estos momentos de violencia extrema y oscilar a medida que avanzamos en la película. Creo que volverlo más grande que la vida, con múltiples géneros, muy no específico, le permite sacar a relucir cualquier cosa de la que quiera hablar.
-¿Cómo describiría su trabajo junto a Kristen Stewart?
Al principio tuvimos una lectura de química. Mientras algunos de los otros actores que postulaban para el papel estaban trabajando con Ross, vi a Kristen sentada en la sala de espera. Me dieron ganas de pararme y hablar con ella. De inmediato, fue encantadora y me pareció que estaba muy relajada. Estaba muy emocionada por esta historia y muy emocionada por su personaje y por trabajar con Rose y ayudarla a tener éxito. Creo que eso fue realmente inspirador. Saber que, si obtenía el papel, trabajaría con alguien que estaba 100% lista para hacer esto y que pondría todo de sí en el filme.
“Cuando llegamos al set, en verdad no fue diferente. Ella estaba entusiasmada todos los días. Incluso al hacer prensa estaba emocionada de hablar de todo. Entonces ha sido muy divertido. Me trató como a una igual, aunque tengo mucha menos experiencia. Ella es muy colaboradora, me dejó desarrollar mi personaje y pudimos trabajar juntas en nuestros personajes. Fue realmente genial y fácil. Y lo mismo ocurrió con el trabajo junto a Ed (Harris), Dave (Franco) y Jena (Malone=. Un elenco muy pequeño en un ambiente muy íntimo”.
Un episodio “desalentador”
El segundo largometraje de Rose Glass ha tenido un sólido paso por festivales de cine, con proyecciones en Sundance y Berlín. Ninguno de esos antecedentes preparó al equipo para el lamentable episodio que se vivió en Bélgica a mediados de este mes.
En la exhibición de la cinta en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Bruselas algunos asistentes emitieron en voz alta comentarios homofóbicos y misóginos. En respuesta a esa reacción, un grupo de personas LGBTIQ+ abandonaron la sala indignadas, mientras los responsables de esos gritos continuaron en el interior. Terminada la función también se produjeron incidentes y, según la organización, se registraron tres situaciones de violencia física.
Katy O’Brian aún se muestra confundida por lo que ocurrió, no pudiendo comprender del todo cómo el asunto escaló sin que el certamen interviniera. “Me resulta realmente extraño que no expulsaran a las personas que estaba diciendo cosas sexistas y homofóbicas. Hay tantas cosas que puedes declarar después, pero para mí es muy sencillo: si alguien está causando un problema, debe salir del cine. Así que no entiendo cómo se llegó a ese punto. No he escuchado ninguna explicación del festival que tenga sentido para mí”, señala.
“Obviamente lo siento mucho por las personas involucradas que resultaron heridas. Más allá de las lesiones físicas, el impacto emocional que tiene vivir algo así es traumático. No sé qué se puede hacer para remediar eso. Es realmente desalentador y decepcionante. Espero que tal vez puedan aprender de esto y en el futuro establezcan mejores límites y mejores protecciones”.
Mientras la actriz sigue con la promoción de Amor, mentiras y sangre a medida que llega a otros países del mundo, en julio estará en la cartelera nacional con Tornados, donde compartirá pantalla con una camada de estrellas en ascenso, como Daisy Edgar-Jones, Glen Powell y Anthony Ramos. Luego, en 2025, aterrizará en la pantalla grande con la octava parte de Misión imposible, donde asumirá un rol que hasta ahora no ha sido especificado. Pero, a juzgar por sus palabras, en cualquier momento podría sumar un nuevo proyecto de acento independiente.
-¿Le interesa que su carrera tenga un balance entre películas de autor y grandes franquicias?
Sí. Porque los filmes independientes en verdad no pagan tus cuentas, pero impactan tu corazón (se ríe). Me encanta interpretar un personaje completamente desarrollado. Me encanta estar en una película tan única y explorar con otras personas de una manera tan creativa. Las grandes superproducciones también son muy divertidas, ya que como actor te presentan sus propios desafíos. También pueden ser muy divertidas de ver. Pero sí, espero que no me obliguen a hacer lo uno o lo otro. Espero poder seguir desenvolviéndome en ambos mundos.
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