La huella de Elvira Hernández: la palabra como impacto para la memoria
El pasado miércoles, la oriunda de Lebu se convirtió en la segunda poeta que obtiene el Premio Nacional de Literatura, 73 años después de Gabriela Mistral, por lo que su galardón tiene carácter de histórico. Consultados por Culto, un grupo de poetas y editores reflexiona en torno a una obra esencial.
En 2020 su nombre ya sonaba como una posibilidad. Junto con Rosabetty Muñoz y la fallecida Carmen Berenguer, Elvira Hernández era una de las candidatas a ganar el Premio Nacional de Literatura de ese año. Sin embargo, el galardón se lo terminó adjudicando el poeta mapuche Elicura Chihuailaf. En esa ocasión, Hernández habló con Culto: “Yo he felicitado a Elicura por el premio. Sin duda que su calidad literaria es indudable, ese es un premio político. Si lo hubiese ganado una mujer también habría sido político, porque los contextos pesan en estos casos”.
Pasaron 4 años para que Hernández fuera nuevamente candidata, y esta vez sí se lo adjudicara. En la ceremonia, el pasado miércoles 4 de septiembre, el jurado señaló: “La escritura de Elvira Hernández es clave desde las últimas décadas del siglo XX y las primeras del actual. Desde el lenguaje escudriña las formas de percepción, las preocupaciones y las vicisitudes que se viven colectiva e individualmente en procesos sociales duros y complejos. Su mirada, atenta y reflexiva se realiza desde la perspectiva de la mujer y de quienes son marginados o acallados”.
Oriunda de Lebu, su nombre real es Rosa María Teresa Adriasola Olave, y a sus 73 años, se convirtió en la segunda poeta chilena en obtener en galardón. Curiosamente, la misma cantidad de tiempo desde la última poeta ganadora, Gabriela Mistral, en 1951. Por lo tanto, este premio tiene una connotación histórica, y Hernández habló sobre eso en una charla con Culto posterior a la entrega del premio.
“Es un momento hermoso porque las mujeres están siendo reconocidas en justicia. Yo soy compañía de este reconocimiento acá en el país, donde muchas mujeres están en lugares de responsabilidad. Yo creo que la mujer tiene una mirada y una idea diferente de sociedad menos violenta, en un momento en que el mundo está bastante belicoso. El hecho de que las mujeres puedan estar en lugares de gran responsabilidad social y política es importante. Y yo me siento feliz de que mi premio coincida en una época como esta”.
Hernández es uno de los nombres más notables de la poesía chilena. Fue parte de la destacada generación de escritores que surgió en los 80, junto a Malú Urriola, Carmen Berenguer, Raúl Zurita, Rodrigo Lira, Soledad Fariña o Verónica Zondek. Y su obra se ha mantenido aún vigente. De hecho, sus libros han seguido circulando por diversas editoriales.
La poesía de Elvira Hernández pasea por varios temas, o estados. Desde la bandera de Chile, a los pájaros que citó el Presidente Gabriel Boric en su Cuenta Pública del 2022. Consultada por Culto, la poeta Nadia Prado da una mirada a la obra de Elvira Hernández: “Diría que su poesía está concernida por los acontecimientos del 11 de septiembre de 1973 y, por lo tanto, por una crítica abierta al neoliberalismo que hace de la aniquilación del otro su trofeo. La poesía de Elvira cada día se potencia porque ese izar y arriar de La bandera de Chile, convertido en rutina periódica en dictadura, en costumbre y agotamiento inveterados, deja ingresar una densidad reflexiva al poema que se vuelve una exigencia para el pensamiento, que se resiste a la periodización histórica que intenta clausurar, cada día, nuestro pasado reciente. El poema de Elvira se enfrenta, en cada libro, a ese anquilosamiento”.
Por su lado, la poeta y narradora Paula Ilabaca comenta: “La poesía de Elvira Hernández aborda muchas líneas a la vez, el uso de la palabra como impacto para la memoria, la posición política de la poeta en su habitar en el mundo, en su contemplación de la historia. Recuerdo la primera vez que la leí en una antología de mujeres de la década de los 80, antes de sus textos, una fotografía de ella con sus manos en la cara, la mirada tapada ante los horrores que no todos nos atrevemos a observar. Esa fotografía es para mí la esencia de la obra de Elvira, pues la poeta se pone de nuestro lado como lectores y lectoras, pero es ella la que se adentra en el incierto mundo real”.
El editor Vicente Undurraga fue quien publicó la antología Los trabajos y los días (Lumen,2016), contactado por Culto indica: “Si Gabriela Mistral hizo brotar desde la tierra y la gente una palabra inmensa, Elvira Hernández lleva de vuelta a la tierra y a la gente esa palabra reinventada. Nos lee a nosotros desde mucho antes que nosotros a ella. Como decía Tsvetáieva, refleja nuestro tiempo no como espejo sino como escudo”.
A la hora de pensar en unos libros esenciales de Elvira Hernández, Nadia Prado señala: “Me parece que toda la obra de Elvira es fundamental, pero si hay que destacar algunos libros creo que sería La Bandera de Chile, ¡Arre! Halley ¡Arre!, publicado en 1986 por Ergo Sum, fundada por Pía Barros; Carta de viaje, El orden de los días, Santiago Waria, libro del que estuve a cargo en Cuarto Propio, y Pájaros desde mi ventana. Me parece medular también mencionar su escritura crítica, por ejemplo, Sobre la incomodidad. Apuntes sobre poesía chilena; y un ensayo publicado en el año 2005 en revista Guaragua, Gente del 73, donde relata cómo se le incrustó en el cerebro el símbolo de nuestra identidad nacional cuando se topó con él hojeando La Nueva Novela de Juan Luis Martínez”.
Paula Ilabaca también piensa en un par de títulos imperdibles de la obra de Elvira Hernández: “La bandera de Chile y Santiago Waria. Para mí ambos libros son esenciales en la música y el ritmo que operan en el uso de la palabra en relación con el blanco de la página”.
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