La “luna de sangre” con que Cristóbal Colón engañó a los indígenas y salvó su vida

Cristobal Colón eclipse
La “luna de sangre” con que Cristóbal Colón engañó a los indígenas y salvó su vida

Durante su cuarto y último viaje a América, el navegante se tuvo que enfrentar a una de sus expediciones más azarosas, donde su astucia y conocimiento astronómico lo salvaron de la muerte.


Era 3 de abril de 1502 y Cristóbal Colón se preparaba para partir a su cuarta expedición rumbo al continente americano con el propósito de encontrar un paso marítimo por el oeste hacia Asia. Se trataba del último viaje que emprendería el cartógrafo a estas tierras luego de haberlas descubierto accidentalmente el 12 de octubre de 1492, casi 532 años atrás.

Junto a Colón viajaban cuatro naves y 140 hombres, que tocaron tierra al otro lado del océano el 15 de junio de 1502. Las instrucciones de la andanza eran claras: realizar un viaje rápido de exploración y tomar posesión de las tierras descubiertas, evitando la captura de esclavos. Sin embargo, las cosas no tardaron en complicarse. Colón viajó por las costas del continente, pasando por lo que hoy es Santo Domingo, Cuba, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá.

Al no encontrar rastro del ansiado estrecho marítimo, el almirante emprendió una vuelta que estuvo marcada por condiciones climáticas salvajes. Las naves de Colón rápidamente se deterioraron, al igual que la salud de su tripulación, por lo que decidió dirigirse a Santo Domingo en busca de asedio. Sin embargo, los vientos contrarios los obligaron a improvisar un asentamiento provisional en Jamaica, donde finalmente tocaron tierra con sus naves en condiciones deplorables.

Barcos de Colón encallados en la costa de Jamaica en el año 1503.
Barcos de Colón encallados en la costa de Jamaica en el año 1503.

Si bien Colón ya había pasado por Jamaica en su segundo viaje, aún no existían ningún asentamiento castellano en la zona que los pudiera asediar. Así, varados y sin recursos, Colón y su tripulación sobrevivían del trueque y la buena voluntad de los nativos.

Pero eso tampoco duró mucho tiempo y los nativos se comenzaron a hartar de la molesta presencia de los españoles, a quienes tenían que aprovisionar constantemente.

La situación se volvía cada vez más delicada para el almirante español y su tripulación. Así, Colón decidió mandar a un grupo comandado por su fiel compañero Diego Méndez de Segura, en canoa a la isla La Española a buscar ayuda. Mientras tanto, en Jamaica, los nativos se rebelaron y decidieron dejar de suministrarle víveres a los españoles.

Que Dios haga desaparecer la Luna

Cuando todo parecía perdido, la gran astucia de Colón llegó para salvar el día.

Gracias a sus estudios, el genovés no solo era un destacado navegante y cartógrafo, sino que también poseía amplios conocimientos astronómicos. De esta manera, sabía que el 29 de febrero de 1504 ocurriría un gran eclipse en el cielo -y no cualquiera- sino uno que teñiría a la luna de rojo como la sangre.

Así, el cartógrafo ideó un astuto plan: informarle a los nativos que Dios estaba sumamente enojado con ellos por negarles la comida a él y a sus hombres y que cobraría venganza, tiñendo la luna con sangre y llamas, bloqueando además al sol por siempre.

Eclipse lunar, Luna de Sangre
Luna de Sangre como la que se apoderó de los cielos ese 29 de febrero de 1504.

Si bien al principio los nativos no le creyeron a Colón, tal como lo había calculado, la noche de ese jueves la luna se tiñó de rojo y el eclipse comenzó. Inmediatamente, los nativos corrieron a pedirle disculpas a Colón y su tripulación, ofreciéndoles alimento y otros víveres.

Los días de Colón en Jamaica recién llegaron a su fin en junio de 1504, cuando Diego Méndez de Segura vuelve la rescate del almirante. Sin embargo, si no hubiese sido por su astucia, Colón quizás nunca hubiese logrado salir con vida de aquel lugar.

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