Vuelve Margaret Atwood. A sus 84 años, la inquieta escritora canadiense se mantiene activa y desde Los testamentos (2019 -la segunda parte de El cuento de la criada- no sacaba material nuevo en ficción. La espera terminó y ahora podemos leerla en formato cuento con su volumen de relatos Perdidas en el bosque, que llega a nuestro país vía Salamandra.
En sus páginas, la oriunda de Ottawa presenta quince relatos, que incluyen, por ejemplo, una secuencia de siete cuentos que sigue a una pareja casada mientras recorren juntos el camino, los momentos grandes y pequeños que conforman una larga vida de amor. También encontramos a dos hermanas que evocan el pasado, pero también a gatos, un caracol perdido, a Martha Gellhorn, a la filósofa y astrónoma Hipatia de Alejandría, a una cábala de viejos académicos, a un extraterrestre y a una hija que intenta comprender si su madre es realmente una bruja. Además de una entrevista ficticia post mortem a George Orwell.
En una rueda de prensa a la que asistió Culto, Atwood comentó cómo es su proceso de escritura de los cuentos. Le preguntamos ¿cuál diría que es la diferencia entre escribir cuentos y novela? y ella responde: “Me siento cómoda con ambos géneros, sino, no escribiría géneros literarios. La diferencia entre ambas, es que las novelas son como una longitud de onda más larga y lleva más tiempos escribirlas, en cambio, sería poco probable que estuvieras escribiendo un relato durante 4 años, aunque podrías dejarlo aparcado y lo recuperas más adelante”.
“Hay una parte de las historias que están por peticiones de le gente, como el de la entrevista postmortem con Orwell -agrega Atwood-. También me pidieron escribir algo sobre algo sobre el Decamerón, de ahí nacen algunos relatos. Otros proceden de material que crees que vas a poner en una novela, pero no llegan a ser una novela. Pueden ser el retrato de un momento en el tiempo, son una forma artística distinta, y todas las formas artísticas son patrones con ciertas variaciones”.
Atwood también fue consultada sobre el rol del formato cuento en la actualidad. “Hablemos de los audiolibros, los puedes escuchar cuando vas en el auto y hay un taco. Mientras los escuchas puedes lavar los platos, barrer, hacer cualquier cosa y escuchar una hustoria. Muchas personas quieren que la historia sea relativamente corta porque no vas a estar en un coche escuchando una novela por 12 días. En el siglo XIX las novelas eran largas porque la gente las leía unos a otros. Los relatos parece que tienen la dimensión adecuada. No es un almuerzo, pero tampoco un aperitivo”.
También se refirió a su admiración por George Orwell y el rol de la memoria. “Yo leía a Orwell cuando era joven, leí Rebelión en la granja cuando no tenía idea que era una alegoría política, pensaba que era una historia para niños, pero me fui horrorizando cuando matan al caballo, y me di cuenta que no era una novela para niños. Luego leí 1984, tenía 12 o14 años y entendía que era un libro sobre política, me interesaba la pregunta de cómo sería Inglaterra si fuese una dictadura totalitaria, y esa es la pregunta que me formulé respecto a Estados Unidos cuando escribí El cuento de la criada. Por Orwell me interesó el tema de las dictaduras y los totalitarismos. Además, con 1984 me surgió el interés por explicar cómo llegaron a surgir gobiernos espantosos, y Orwell aborda esa pregunta. En ese caso, hay un gobierno que controla todos los medios y no se sabe qué es lo que es real y lo que no”.
“En El cuento de la criada la narradora no tiene acceso a ningún medio, el gobierno controla la TV -ese libro lo escribí antes de la internet, aunque tampoco le habrían permitido tener nada de eso-. Otra cosa que me influyó en Orwell, es que mucha gente pensaba que 1984 era un libro muy negativo, con la idea del lavado de cerebro y el Gran Hermano, pero no finaliza así, sino que con esa lengua que todos hablan, está escrita en un inglés standard en pretérito y así sabemos que se ha terminado esa época de 1984 por lo que es un libro más esperanzador de lo que la gente pensó”.
Atwood también abordó el rol de la memoria en sus libros. “Recordamos momentos de nuestras vidas que han sido tristes, pero también cosas felices que ya no están, por lo tanto ¿hasta qué punto estamos en un lugar que no es real y en el momento del futuro que no ha sucediendo? hay gente que ha especulado respecto al tiempo, ¿el presente existe relamente? sabemos que tenemos memoria a corto plazo, ahí debemos buscar la claridad”.
Como referente de la literatura distópica y fantástica, fue consultada sobre la idea de si acaso -en un mundo tan cambiante, son géneros que ya no tienen sentido. Ella hizo una defensa de ese tipo de escritura.
“(Siguen vigentes) porque todo siempre puede ser peor, el XIX fue una época de utopías porque creían que todo podía ser mejor, avanzaban en una mejora constante en el tiempo, esta creencia venía de los progresos en todos los ámbitos. Soñaban con poder volar, habían creado el alcantarillado, entonces por qué no se podían hacer mejor las cosas. Aparecen las bicicletas, el automóvil, la máquina de escribir, la gente imaginaba un futuro mejorado, halagueño. No sentían el desaliento del futuro, se sentían alentados por las utopías literarias. Las situación cambia con la Primera Guerra Mundial, el futuro no iba a ser ni tan brillante ni tan halagueño. La Segunda Guerra Mundial acaba con la idea de un futuro maravilloso. En los años 50 la gente creció con la idea de que en cualquier momento podían morir con una bomba atómica, así que la gente sintió ansiedad y aparecen distopías. Cuando escribí El cuento de la criada no hubo ni utopias ni distopías, ahora hay un diluvio, muchas tienen que ver con el cambio climático, con épocas oscuras para las mujeres y para los hombres. Ahora hay muchos autores escribiendo distopías”.
Además, se refirió a la reciente elección de Donald Trump en Estados Unidos. “Hay mucho debate al respecto, es tan reciente que no he leído todo lo que se ha comentado. La campaña ha sido breve, y Harris no ha tenido mucho tiempo para hacerlo. Mucha gente tenía miedo de tener una presidenta mujer, y además de color, porque muchos temían que les hiciera a ellos lo que ellos habían hecho a gente como ella. Es decir, mucha gente tenía miedo de perder estatus y poder identitario con la presidencia a cargo de Kamala Harris. Ella se cuidó de no hacer campaña como una mujer de color, pero mucha gente que votó a Trump tenía miedo de ella como mujer negra, no era tanto si pensaban que era fantástica o no, pero había gente nerviosa por lo que podía hacer”.
“Luego, la conversación respecto al pasado en los últimos años, ha girado en torno a la identidad y no en la clase. Esa conversación sobre la clase va a volver, en EEUU las afiliaciones de clase han cambiado. Los demócratas representaban a la clase trabajadora y los republicanos a los ricos, eso ha cambiado, ahora la percepción es que los republicanos representan a la clase media y la clase trabajadora y el Partido Demócrata a las elites, a la gente educada, snob sabelotodo”.
“¿Creo que vamos a tener una especie de dictadura hitleriana? Lo dudo pero depende si podemos creer en algo de lo que dice Trump, ¡porque miente tanto! Dice que va a construir campos de concentración y va a poner a los demócratas y a los inmigrantes, ¿podemos creerlo?, ¿el pueblo americano lo apoyaría? Lo puede presentar como un programa de creación de empleo. Luego, ¿va a sobrevivir a su mandato? Cuando acabe tendrá sobre 80 años, ¿cómo estará de salud? Eso es más serio de lo que parece, no sabemos cuánto hay de verdad en todo lo que ha dicho. ¿Estamos viendo un imperio en declive? No lo sabemos, va a haber mucha ansiedad sobre todo para la gente que vive cerca de Ucrania”.