Argentina 78: el documental a fondo sobre un Mundial polémico

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Argentina 78: el documental a fondo sobre un Mundial polémico

Estrenada recientemente, la serie de Disney+ explora en 4 capítulos cómo se desarrolló la Copa Mundial de Fútbol de 1978, en el contexto de dictadura. Explora las tensiones entre los mismos miembros de la Junta Militar respecto del torneo, y se sumerge en el comentado partido entre Argentina y Perú.


Un país bajo dictadura militar fue el que vivió la undécima Copa Mundial de Fútbol de la FIFA, Argentina 78. Y su historia, que cruza inevitablemente el fútbol y la política, se contó en un ineludible libro llamado 78. Historia oral del Mundial (Sudamericana), de Matías Bauso. Ese volumen fue la base para el documental que acaba de estrenar la plataforma Disney+. Se llama justamente Argentina 78.

En cuatro episodios cercanos a los 45 minutos de duración cada, uno, se narra la historia del torneo. Desde que fue adjudicado a la Argentina en 1966 hasta la final en el estadio de River Plate. En la dirección y guiones, estuvieron la dupla de Lucas Bucci y Tomás Sposato. Cada capítulo se hizo a partir de un trabajo de archivo audiovisual, fotográfico, documental, además a los testigos de la época. Por ejemplo, el ex director técnico de la selección, César Luis Menotti, la cual fue su última entrevista en vida antes de su muerte en mayo de este año; dos futbolistas del plantel: Mario Alberto Kempes y el capitán Daniel Passarella; el líder de Montoneros, Mario Firmenich; y los periodistas especializados Matías Bauso y Ezequiel Fernández Moores, entre muchos otros.

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Un aspecto que llama la atención es ver cómo dentro del mismo seno de la Junta Militar argentina, que tomó el poder con un golpe de estado el 24 marzo de 1976, no había una sola opinión sobre el mundial. Algunos plantearon la opción de no realizarlo, o de limitar los gastos del torneo; otros, viendo el potencial propagandístico del evento, lo apoyaron a toda costa sin fijarse en gastos. En el primer bando, se ubicaba el presidente de la junta, el teniente general Jorge Rafael Videla, y al otro lado, estaba el almirante Emilio Eduardo Massera, el “duro” de la junta, quien ambicionaba en secreto hacerse del cargo de Presidente de la República, y para eso el mundial le venía como anillo al dedo. Como Pinochet y Leigh en Chile, era un choque de trenes.

De hecho, el documental revela que detrás de la mano de Massera se escondieron medios terribles para alcanzar su meta. Por ejemplo, la oscura trama que rodeó la trágica muerte del general Omar Actis (primer presidente del ente organizador del Mundial), cercano a Videla, y su reemplazo -curiosamente- por un incondicional de Massera, el vicealmirante Carlos Lacoste.

También se revela el duro cruce entre la cúpula militar y el ministro de Hacienda, Juan Alemann, contrario al gasto sin control (sin rendición de cuentas, con sobreprecios y sospechas de corrupción) para hacer el Mundial, incluso sosteniendo que la realización del torneo en la Argentina “es un gran error”. Seguro que a alguien no le gustaron mucho esas declaraciones, porque mientras se jugaba el crucial partido entre la Argentina y Perú, que definía el paso de la albiceleste a la final, una bomba estalló en el domicilio de Alemann, destrozando su living.

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Además aparece el testimonio del fundador y líder de la organización Montoneros, Mario Firmenich, quien señaló que “de forma unilateral” su organización decidió dar una tregua para la lucha contra la dictadura durante los días del torneo, y en un radio cercano a los estadios. Ello no impidió que durante la transmisión televisiva del partido de Argentina y Polonia, de la segunda fase del torneo, la organización interviniera la señal de TV mediante un complejo sistema casero de transmisión y lograra filtrar un mensaje a los televisores argentinos que estaban siguiendo el match. En palabras de Firmenich, lo hicieron para “ruptura de la censura de prensa”.

Al mismo tiempo, se relata cómo la organización de Madres de la Plaza de Mayo, desesperadas por encontrar a sus hijos y familiares desaparecidos, hablaban con documentalistas y corresponsales extranjeros -sobre todo los holandeses- para dar a conocer el terrible drama por el que pasaban. Solo un periódico local, el Buenos Aires Herald, que publicaba en inglés, les daba tribuna. Todo era parte del contexto del país.

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Un partido inolvidable

Para avanzar a la final, la selección trasandina debía vencer a Perú, en el último duelo de la segunda fase, y hacerle por lo menos cuatro goles, cosa de superar a Brasil, que antes del duelo tenía mejor diferencia de goles que los locales. Si bien al frente el rival era fuerte, el documental da cuenta de varios hechos que rodearon ese partido en que finalmente la albiceleste goleó 6-0 a la escuadra del Rímac.

Por ejemplo, antes del inicio del partido visitaron el camarín peruano Jorge Rafael Videla junto con el secretario de Estado de EE.UU., Henry Kissinger. “Verlo entrar a él (Videla) fue impresionante”, comenta el exjugador peruano Germán Leguía. “Yo lo ví a Kissinger, estaba dando un mensaje como diciendo: ‘Yo no sé lo que pueda pasar si no ganamos’”.

Pero el más decidor es el testimonio del exmediocampista José Velásquez. “Seis de nosotros recibieron dinero” e incluso detalla quiénes fueron. “Los principales, los que jugaban mejor, empezando quizás por el arquero”. Y lo acusa también de reaccionar tarde en al menos un par de goles. Este, el argentino nacionalizado Ramón Quiroga también habla en el documental. Si bien, reconoce que en el gol de Tarantini “reaccioné lento”, le contesta a su excompañero diciendo que en ese partido “no me morfé ninguno (de los goles)”, y de paso señala: “Conociéndolo a José, si tú le pones un micro, habla”.

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Velásquez acusa que fue sustituido en el segundo tiempo, cuando -según su versión- “a mí nunca me habían sacado”. Y su tesis la sustenta el periodista Mario Fernández de El Comercio, de Lima. “Los errores se pueden haber dado en el sentido de la misma conformación del equipo. ¿Sacar a tres, cuatro titulares que venían jugando para poner a otros que no habían jugado? Eso motiva sospecha”.

Leguía también acusa dopaje por parte de los argentinos. “Volaban”, dijo, y agregó que después del mundial “muchos se vinieron abajo, no fueron lo que fueron en el mundial”. Pero Mario Kempes descarta la acusación diciendo que el partido “no daba para dopaje”, y el “Matador” agrega: “Yo creo que a Perú le hubiésemos ganado hasta con los ojos cerrados, con la confianza que teníamos nosotros y por lo mal que estaba jugando Perú”. Passarella lo secunda: “Ellos (Perú) tenían buenos jugadores, pero ya estaban afuera del mundial”.

Como sea, el once argentino obtuvo la corona la tarde del 25 de junio de 1978, en el estadio Monumental, de Buenos Aires con un marcador 3-1 ante la poderosa Holanda dirigida por Ernst Happel, heredera del “fútbol total” de Rinus Michels. Solo a ese partido está dedicado el cuarto y último episodio de la serie. Y tras el mundial, y tal como se había advertido, la crisis económica se agudizó, las protestas sociales comenzaron de forma paulatina, y hasta una visita de la Comisión Interamericana de DDHH que fue clave para comenzar a destapar el horror, que terminó por explotarle a la dictadura. Y todo por la pelotita.

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