Pablo Larraín: “Hay una tendencia a burlarse de Boric, pero va a ser recordado como un buen mandatario y probablemente va a ser presidente de nuevo”
El director de "Jackie" y "No" acaba de estrenar en salas chilenas su nueva película inspirada en un personaje femenino universal, tras Jacqueline Kennedy y Diana Spencer. Se trata de "María Callas", la cinta en que Angelina Jolie da vida a la cantante lírica durante sus últimos días, afectada por su adicción a los medicamentos y a la pérdida de su voz. "Creo que Jackie, Diana y María fueron capaces de tener su propia identidad, sin depender de con quién estaban. La de María Callas es la historia más triste", dice el cineasta chileno en entrevista con Culto.
A los 48 años, la edad que hoy posee el cineasta chileno Pablo Larraín (1975), la voz de la cantante María Callas estaba en ruinas. Aquejada de una adicción crónica a los calmantes, abandonada por Aristóteles Onassis y recluida en su espacioso departamento de París, la cantante lírica más importante de todos los tiempos viviría aún cinco años más en medio de la agonía y el éxtasis. Sus sirvientes italianos, Alba y Ferruccio, serían su pequeña familia artificial, y los cronistas la visitarían con cierta frecuencia en busca de alguna exclusiva.
Este mundo pequeño y terminal es el que recoge la película Maria Callas (2024), filme de Pablo Larraín que este jueves 2 de enero entra a las salas chilenas y que en septiembre recogió en general buenas críticas en el Festival de Venecia, en particular para Angelina Jolie como María Callas. Luciendo una delgadez bastante acorde con los últimos años de la Callas, Jolie sale en buena parte de todo el metraje del filme y ha sido mencionada como eventual candidata al Oscar a Mejor actriz por este rol.
Aunque la cinta (la tercera en una trilogía que también incluye a Jackie, del 2016, y Spencer, del 2021) se centra en la última semana de vida de María Callas, hay una suficiente cantidad de flashbacks y fragmentos que van contando toda la vida de la cantante lírica nacida en Nueva York en 1923 de padres griegos. Su vida se extendería por 53 años hasta el 16 de septiembre de 1977, cuando moriría debido a un paro cardíaco provocado probablemente por sobredosis de medicamentos. Su vida artística, sin embargo, se había apagado tal vez en 1965, con poco más de 40 años, aquejada de sobreexigencia vocal y mala suerte en las relaciones de pareja.
Su complejo lazo con el magnate naviero griego Aristóteles Onassis es particularmente dañino en su vida, sobre todo después de que este la abandona por Jacqueline Kennedy, la joven viuda del presidente estadounidense asesinado en 1963. El momento es ilustrado en la película y no deja de ser curioso que uno se remita a Jackie, la película de Larraín con Natalie Portman de protagonista.
En esta entrevista, el cineasta responsable de No (2012) y El Club (2025) se refiere a su interés en María Callas y, de paso, toca algunos aspectos de la realidad nacional.
-¿Cuál es la relación entre las películas Jackie, Spencer y María Callas?
Antes que nada, hay que decir que yo nunca pensé en una trilogía de ninguna especie. No hay una idea preconcebida al respecto entre estas películas. Como se sabe, fue el director Darren Aronofsky el que me invitó a realizar Jackie (2016). A él yo lo conocí en el Festival de Venecia 2010 (Larraín competía con Post Mórtem). Luego de esa película, yo me entusiasmé con hacer algo sobre la princesa Diana, pero a través de una narrativa diferente a la que se había aplicado hasta el momento a ese personaje. En tercer lugar, surgió la idea de realizar un largometraje sobre alguien que cambió la historia de la música.
María Callas es probablemente uno de los personajes más trágicos del arte contemporáneo, pues se transformó en la suma de las heroínas que ella cantó en el escenario.
Nuestra película es sobre alguien que se transforma en sus propios personajes. Eso lo hacemos a través de su música, de su voz y de alguien que nunca le tuvo miedo a la muerte. Estuvo ahí para deshacerse con su propia voz.
-María Callas es un personaje bastante más fuerte que Diana Spencer y Jacqueline Kennedy, cuyas vidas en principio parecen depender demasiado de lo que les pasa a sus famosos esposos
No estoy de acuerdo. Los tres personajes comparten cuestiones similares. Probablemente María Callas es la única que es por derecho propio una artista muy conocida, pero los tres son personajes que a su manera definieron la segunda mitad del siglo pasado. Estaban asociadas a grandes familias, sean naturales o políticas, y a grandes fortunas. En el caso de Diana Spencer también hablamos de alguien relacionado con la realeza británica. Y, en fin, María Callas no solo estuvo ligada sentimentalmente a Aristóteles Onassis, sino que también a casas reales y a familias muy adineradas y poderosas en Europa.
Creo que las tres mujeres, Jackie, Diana y María, fueron capaces de tener su propia identidad sin depender de con quién estaban. Construyeron su propia voz en contextos muy difíciles. Me parece, además, que eso lo reconocen muchas mujeres en el mundo que se ven interpretadas y reflejadas por ellas.
Son íconos que construyeron y dieron a conocer quiénes eran ellas en su esencia. Eso me parece que es muy filmable y estas tres películas buscan dar cuenta de eso, quieren mostrar lo que son. Además, las tres están cruzadas por la tragedia. Es difícil encontrar más tragedia que en Jackie Onassis, Diana Spencer y María Callas.
Probablemente la de María Callas es la historia más triste. Para mi gusto, la más triste de las tres.
-¿La tragedia de María Callas tiene que ver con que fue perdiendo su voz de manera muy rápida en comparación con una cantante de ópera promedio?
Ella cargaba con una tragedia arcaica. El esplendor de su voz fue desde 1947 a 1964 o 1965. Hay algunos más puristas que lo sitúan entre 1949 a 1963. En esos años ella cantó muchas óperas y, de todas ellas, la gran mayoría corresponde a la tradición del bel canto, que son obras de compositores italianos de la primera mitad del siglo XIX que organizaron una suerte de relato, con una musicalización determinada, donde había arias que terminaron siendo muy populares. De todas las óperas que hizo, hay ocho que hizo con mayor frecuencia, y de esas ocho hay siete tragedias en que el personaje principal termina muerto en el escenario.
Por eso, una de las principales tesis de esta película es que María Callas se transformó en vida propia en los personajes trágicos de sus óperas. En algún momento de su vida, ella entendió o quiso entender que aquellos personajes eran parte de su identidad y de su propio destino.
Con esto quiero decir que el sino trágico o dramático de la vida de María Callas no viene solo determinado por elementos externos a su vida, sino que están incorporados en su sensibilidad, en lo más profundo de ella. Aquella identificación llega a tal punto, que en un momento de su existencia simplemente pierde el miedo a morir. Su voz está en muy mal estado y el uso y abuso de ciertos medicamentos la conducen a un tránsito hacia la muerte. En vez de luchar contra eso, decide seguir ese camino. Por lo tanto, esta película es la celebración de un acto trágico a través de la música.
Me parece muy interesante que alguien de 53 años esté tan determinada a seguir ese destino sin entrar en pugna con eso. La manera de entender esta situación, al menos a nivel emocional, se encontrará siempre en su música.
-¿Es la planificación de su propia muerte?
Exacto. Hay un desasosiego que termina iluminando a ella y a quienes están alrededor de ella. Para eso hay que entender que la música es el principal elemento que te permite transitar hacia la muerte y hacia un estado espiritual diferente.
-A pesar de su soledad en su departamento en París, ella parece crear una relación muy estrecha con el mayordomo y con la cocinera de su casa…
Cuando Aristóteles Onassis sale de su vida (el magnate griego se aleja de ella en 1968, nueve años antes de la muerte de Callas), entran más en escena el mayordomo Ferruccio (Pierfrancesco Favino) y la sirvienta y cocinera Bruna (Alba Rohrwacher). Son dos personajes reales que vivieron con ella por 15 y 20 años respectivamente. Crearon una especie de identidad y familia muy grande con María Callas y compartían entre los tres el hecho de que eran inmigrantes en París. Habían crecido en circunstancias difíciles, igual que María Callas, y terminaron creando una suerte de sombra de alegría y admiración alrededor de ella. No sabían nada de ópera, pero terminaron sabiendo igual. Fue un lazo muy potente. Bruna murió a los 90 años, pero Ferruccio sigue vivo. Pudimos hablar con él en más de una ocasión. Es un hombre mayor que vive en las afueras de Milán y nos permitió saber más cosas de la intimidad de María Callas y de lo que pasaba en ese departamento.
Me leí varias biografías de María Callas para hacer esta película. Todas concuerdan en alrededor del 60 por ciento, luego hay unas diferencias en un 30 por ciento y hay un 10 por ciento restante en que nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que pasó en ese departamento. Eso corresponde más o menos al último año de vida de María Callas. Es una especie de hoyo negro.
-¿Ese vacío le permitió más libertad para la trama?
Claro, ahí es donde entramos nosotros. Aunque sabemos cosas que no están publicadas a través de las conversaciones que tuvimos con Ferruccio, optamos por crear una fábula o una especie de fábula sobre este último año de vida de María Callas. Esto es lo que esta película quiere hacer: mezclar el cine con la ópera y viceversa, donde los personajes y la música se entrecruzan, dando lugar a una idea operática en torno a esta historia.
-¿Cómo lograron que Angelina Jolie se interesara en esta película?
En primer lugar, tengo que decir que después de haberme leído muchos libros, haber visto varias entrevistas en YouTube y escuchar a María Callas durante buena parte de mi vida, sé muy poco acerca de ella. Es un personaje increíblemente enigmático y misterioso. Una cosa es saberse los hechos de su vida o conocer todos sus discos y actuaciones, y otra es saber quién fue ella. Hacia el final era un personaje sumamente enigmático y al mismo tiempo magnético, capaz de hechizar a las audiencias. En ese entendido, la gran pregunta es saber quién puede interpretar a alguien así. No me interesaba alguien que pudiera darles vida a las cosas más obvias de Callas, sino que quería a alguien que fuera capaz de encarnar ese misterio, lo que no se sabe y no entendemos. Bajo esas coordenadas me pareció que Angelina era la indicada y la invité.
-La llamó sin conocerla de antes…
No, la conocía desde hacía varios años debido a que habíamos intentado hacer proyectos juntos que no fructificaron en su momento. Siempre me pareció que encerraba un gran misterio tras su personalidad. Es un personaje público, uno cree que la conoce, pero al estar a su lado hay algo que no alcanzas a comprender del todo. Cuando filmas con ella, a veces te deja entrar y a veces no. Solamente le bastan una mirada o unos gestos para lograr aquello. Así es que articulamos el personaje de María Callas a través de esas características.
-¿Cuánto tiempo se preparó ella para hacer su personaje en la película?
Le tomó alrededor de 7 meses. Los primeros dos meses fueron solamente de respiración, de postura y de aprender italiano, que es el idioma de las óperas que canta en la película. Luego vinieron cinco meses de canto y aprender el repertorio, casi cada noche, en clases. Me parece que este último proceso le ayudó a entender mejor a María Callas. A través de la música pudo entender cómo hablaba, cómo se movía, cómo caminaba. Yo estuve presente también en esa etapa y puedo decir que hay algo en el proceso de aprendizaje musical que contaminó positivamente lo que nosotros hicimos.
Pero volviendo al origen de su pregunta, me pareció que Angelina Jolie era la actriz indicada para hacer de María Callas, pues carga con una infinita cantidad de cuestiones que no son entendibles ni racionales. Ese es el magnetismo del cine y por eso debía ser la protagonista.
¿Esta carga de cuestiones misteriosas supera a las que podrían poseer Kirsten Stewart o Natalie Portman, protagonistas de Spencer y Jackie, respectivamente?
No quiero hacer esas comparaciones. Las puede hacer usted si quiere. Son actrices distintas, que pueden interpretar a personajes bastante diferentes entre sí en lo que a mí concierne. Sí creo que, en los tres casos, mucho de lo que ocurre es inasible y debe ser completado por el espectador. Ahí está la clave.
¿Alguien puede comenzar a interesarse por la música clásica a través de esta película?
No creo que haya que saber nada de música clásica para entender la película María Callas. Lo digo porque es una película que cuenta una historia muy humana, que dentro de todo es bastante simple y con un contenido artístico y emocional muy accesible. Lo que quiero decir es que hay mucha gente que conectará con la película sin ser necesariamente un especialista en música clásica o un operático. Por otro lado, sin tener idea cuánta gente va a ver este filme ni qué interés va a despertar, conservo el anhelo de que tal vez haya quienes al ver María Callas se interesen por la ópera y no la vean como un arte elitista. Si una, cien o mil personas sienten algún interés en la ópera tras ver el largometraje, entonces significará que hubo algo que tuvo mucho sentido haber hecho.
Después de todo, la ópera partió como un arte popular donde se juntaban tradiciones de tipo folclórico-orales con otras que eran dramáticas, también de la tradición oral. Lo que resultó fueron óperas y operetas. En ese sentido, ojalá la ópera pudiera ser más popular, pues hay un costado suyo que es masivo, juguetón y emocional. No todo son óperas con 400 artistas en escena, de los que 150 son músicos y el resto cantantes y miembros del coro. Hay una tradición mucho más popular y accesible.
¿Hay algún personaje femenino chileno histórico que quiera llevar al cine?
Hay muchos. Me intriga mucho la escritora Diamela Eltit y también Gabriela Mistral. Sin embargo, no creo que haga ninguna película sobre ellas. Son autoras fabulosas, que han cambiado el destino de la literatura chilena, pero no sabría cómo hacer esas películas ni tampoco lo voy a intentar.
Usted apoyó la candidatura de Gabriel Boric en su momento, ¿A un año de que se acabe su mandato, como lo evalúa en su calidad de presidente de la República y en su gestión en la cultura, en la que había cifradas muchas esperanzas en el mundo del arte?
Me parece que es muy importante que se aumente el presupuesto de Cultura hasta el 1 por ciento, sobre todo porque lo que tenemos es muy, muy bajo. Inferior al promedio de los países de la OCDE y de las naciones que admiramos. Sin embargo, ese mayor presupuesto, si es que se aumenta, implica una mayor responsabilidad. Hay que administrarlo bien: el dinero tiene que tener un buen destino y se debe gastar bien. Afortunadamente creo que Carolina Arredondo es una buena ministra, es inteligente y sabrá hacer eso muy bien.
Y sobre Gabriel Boric, lo que siento es que hay una tendencia a burlarse de él, pero por otro lado creo que a va ser recordado como un buen mandatario y probablemente va a ser presidente de nuevo.
Por eso hay que tener mucho cuidado con la burla. Los burloncitos suelen ser personas tristes que tras reírse de alguien terminan peor.
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