“Como estar enamorado de una mujer hermosa que no te quiere”: Megalópolis y la obsesión de Coppola

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“Como estar enamorado de una mujer hermosa que no te quiere”: Megalópolis y la obsesión de Coppola

Hoy se estrena en los cines chilenos el primer largometraje del autor de El Padrino en más de una década. Una película que empezó a gestar durante los años 80, pero que postergó debido a una crisis financiera y luego, en el cambio de siglo, quedó en suspenso debido al ataque a las Torres Gemelas. El director llegó a comparar la experiencia con un amor no correspondido.


Francis Ford Coppola intentó, sin éxito, hacer una película basada en En el camino, la célebre novela que el escritor Jack Kerouac publicó en 1951. En otro momento de su carrera quiso hacer su propia versión de Pinocho, pero terminó envuelto en una amarga disputa judicial con Warner Bros.

A fines de los 90, durante un breve período de tiempo, se abrió a la posibilidad de realizar la cuarta parte de El Padrino. Esta vez la muerte del escritor y guionista Mario Puzo, en 1999, truncó el proyecto, que potencialmente tendría a Andy García y Leonardo DiCaprio como protagonistas.

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Esos filmes no realizados son parte del anecdotario más amargo del autor de La conversación (1974), un cineasta que tuvo abiertas todas las puertas de la industria y luego tuvo que luchar ferozmente para concretar sus ideas originales. De todas esas cintas que por algún motivo no aterrizaron la que por lejos le generó más frustración fue Megalópolis. En las entrevistas y perfiles publicadas durante los 2000 y 2010 se menciona ese título como su gran espina clavada, un ambicioso largometraje que utilizaría a Nueva York como excusa para elaborar una reinterpretación de la Antigua Roma.

La historia dice que ese concepto llegó a su mente durante el rodaje de Apocalipsis ahora (1979), una producción en que vivió su propio infierno. Coppola sobrevivió a un devastador tifón, a casi perder a su protagonista (Martin Sheen sufrió un infarto), a un Marlon Brando más indomable que nunca y a su propia megalomanía como realizador. Pese a la seguidilla de adversidades, despachó una obra que triunfó en el Festival de Cannes y que, si bien lo dejó abatido, amplió su apetito creativo.

Bajo la idea de establecer un espacio de independencia de los grandes estudios (para sí mismo y para otros colegas), fundó American Zoetrope. Su primer trabajo como director bajo el alero de esa compañía fue Golpe al corazón (1982), un arriesgado musical con Frederic Forrest y Teri Garr en los roles principales. La apuesta no funcionó en el plano comercial: el cineasta se excedió en el presupuesto y naufragó en taquilla. Un combo letal que lo obligó a declararse en bancarrota y lo condenó a trabajar en proyectos por encargo durante al menos una década. El hombre que había dominado Hollywood desde 1972 quedó limitado a seguir rodando guiones ajenos para pagar deudas.

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Mientras alternaba filmes robustos (La ley de la calle) con otros más olvidables (Jardines de piedra) nunca dejó de pensar en Megalópolis. La experiencia fue frustrante: era un proyecto costoso y ningún estudio parecía interesado en financiarle una película basada en una idea propia.

Reescribió el guión en múltiples ocasiones e incluso le compartió el texto a distintos actores, desde Paul Newman y Robert De Niro hasta James Gandolfini y Uma Thurman. Todos entendieron de primera mano que Coppola estaba interesado en abordar la historia de un arquitecto que imagina una utopía para la ciudad después de que la urbe –liderada por un alcalde arraigado en la tradición– sufre una hecatombe. En algún momento, según indican las crónicas, el director creó maquetas que explicitaban que su visión de Manhattan se sostenía sobre Metrópolis (1927), el clásico de Fritz Lang. No había dudas: quería concebir una obra monumental y por eso mismo su realización durante años fue inviable.

En los 90 sus arcas se volvieron a llenar, en gran medida gracias a los millonarios ingresos que le reportaban sus viñedos de Napa Valley (San Francisco), tierras que compró tras el éxito de El Padrino y que administró con criterio. Ese bonanza lo llevó a sacar dinero de su propio bolsillo para iniciar la producción de Megalópolis. Pero en septiembre de 2001, mientras registraba algunas imágenes de Nueva York, sufrió un revés inesperado: el ataque a las Torres Gemelas. Rápidamente concluyó que en ese contexto de devastación, con la ciudad de luto, era inviable contar la historia que tenía en mente.

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Wendy Doniger, una eminencia en los estudios hindúes en Estados Unidos, observó que en los años posterior el director se paralizó creativamente. Tras El poder de la justicia (1997), no tenía otro largometraje en el radar y eso no parecía que fuera a cambiar en el corto plazo. La académica –según cuenta la leyenda, la primera chica a la que besó– le compartió una lectura: Youth without youth, novela del rumano Mircea Eliade sobre un un intelectual rumano de edad avanzada que comienza a vivir una nueva vida.

Coppola vio que el libro tenía el potencial y, ocupando dinero de su propio bolsillo, filmó el proyecto con Tim Roth como protagonista y una producción modesta. Aunque la cinta no generó gran entusiasmo entre la crítica, le permitió recuperar el entusiasmo por su oficio.

Pese a que estaba de vuelta, en esa época seguía hablando de Megalópolis como un guión archivado, una historia que le enloquecía pero que ya había dado por perdida. Según explicó a la revista Time en 2007, la película se asemejaba a “estar enamorado de una mujer hermosa y maravillosa que no te quiere”. Tres años después, ahora en diálogo con Vanity Fair, reiteró la idea: “Cuando estás enamorado de una mujer que no te quiere, por supuesto que no la tienes. Tampoco tienes a ninguna otra mujer, porque estás tan obsesionado con ella que quizás no invitas a entrar a esa linda niñita que te desea y que sería realmente buena para ti. Así que eso es lo que fue Youth without youth: la joven que sí me quería, o que estaba más a mi alcance”.

Pasaron los años, hizo dos cintas más (Tetro en 2009 y Twixt en 2011) y nunca se terminó de desenamorar. Esta vez el tiempo lo impulsó a realizar un último intento. Aunque hizo esfuerzos por sumar socios, entendió que Hollywood no le brindaría ayuda y no le quedó más remedio que hipotecar sus propiedades para cubrir el presupuesto de la producción (más de US$ 100 millones).

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El director puso dinero de su propio bolsillo para hacer Megalopolis. REUTERS/Stephane Mahe

A partir de 2019 (cuando cumplió 80) Megalópolis tomó impulso y, luego de que circularan diferentes nombres, se configuró el reparto definitivo: Adam Driver como el arquitecto, Giancarlo Esposito como el alcalde y Nathalie Emmanuel como la enamorada del protagonista e hija del político. Completó el reparto con nombres como Aubrey Plaza, Shia LaBeouf, Jon Voight, Laurence Fishburne, Dustin Hoffman, Kathryn Hunter y Talia Shire.

Los asistentes al Festival de Cannes 2024 fueron los primeros en ser espectadores de la visión de Coppola finalmente desplegada en la pantalla grande: una historia que presenta el dilema al que se enfrenta Nueva Roma y que se pregunta sobre la humanidad y sobre el cine mismo. Aunque su distribución internacional ha sido menos fluida de lo que su director hubiera querido, la película ya está disponible en las salas chilenas. El sueño materializado de un artista único en su especie.

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