“Es una industria en donde no hay información”: las claves de la crisis de las editoriales independientes
El Colectivo de Editoras de Literatura Infantil Juvenil (CLIC) advierte que el Mineduc y el Ministerio de las Culturas disminuyó las compras de libros infantiles que abastecen, por ejemplo, las bibliotecas CRA. Ese síntoma es unas de las problemáticas que enfrentan estas entidades, cuestionadas, además, por su carácter de 'independiente'. Acá una mirada a un fenómeno que golpea al ecosistema de libro.
A mediados de diciembre, Valentina Insulza, dueña de la Librería Tripantu, hizo un público un secreto a voces: las librerías independientes y de barrio están desapareciendo. “Arriendos caros, IVA alto, márgenes estrechos y una competencia desigual con las plataformas online y los libros pirata, hacen que esta actividad se vuelva inviable”, escribió el 9 de diciembre en una carta a El Mercurio.
Además, agregó que “el gobierno debiera impulsar el proyecto de ley de precio único (política que no solo favorecería al mundo del libro, sino a todo pequeño empresario), para que las editoriales y otros distribuidores vendan a los mismos precios tanto al retail como a las pequeñas librerías”.
A su llamado se sumó Iván Guerrero, al día siguiente. “Las amenazas son muchas y requieren de una pronta corrección por todos los entes (gobierno, Estado, editoriales, libreros, etcétera)”, escribió al mismo medio.
Editoriales independientes
Semanas después, el debate se pasó a las editoriales independientes, otro agente clave en el actual ecosistema del libro. Fueron integrantes del Colectivo de Editoras de Literatura Infantil Juvenil (CLIC), quienes profundizaron el debate.
“Hemos visto cómo las ventas de libros han estado estancadas, lo que perjudica a todo el ecosistema. Si bien existen fondos concursables del Ministerio de las Culturas, que ayudan en parte a esta industria, la gran mayoría de las editoriales vive de ventas directas, en ferias, librerías y adquisiciones del Estado”, dice la carta titulada ¿Y las editoriales independientes?, publicada en El Mercurio.
Así, puntualizan: “Las compras desde el Mineduc y el Ministerio de las Culturas han disminuido sistemáticamente desde 2020. Las Bibliotecas Escolares CRA bajaron de casi $7 millones a $4.600 millones en 2023, y a $.3100 en 2024. El Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas bajó de $290 a $230 millones su compra (…) ignoramos sus criterios de selección y los procesos de evaluación”.
Además, afirman que como editoriales solo reciben aproximadamente el 35% de las ganancias tras la venta de un libro, lo que dificulta y encarece las labores de edición.
“Necesitamos claridad y transparencia en las prácticas, en nuestro compromiso para ofrecer libros de calidad”, agregan en la misiva.
En respuesta, Pablo Dittborn, quien fue director general de Penguin Random House y miembro de la Corporación del Libro y la Lectura, respondió en una carta al día siguiente: “Es importante conocer cómo se compone la facturación de estas editoriales, vale decir, cuánto le facturan al Estado, cuánto venden directamente en ferias confinanciadas por el Estado y cuándo venden en librerías. Esto nos daría una idea del grado de ‘independientes’ que dicen ser”, escribió.
En conversación con Culto, Dittborn profundiza: “Hay una suerte de error en la denominación de editorial independiente, ¿por qué cuál es el grado de independencia de una editorial, cuyo su financiamiento o sus ventas están hechas en un 30, 40 o 50% al aparato público? ¿Cuál es el grado de autonomía que tienen para editar? La designación de ese colectivo no es el adecuado. Hay una contradicción en autodenominarse independiente cuando uno tiene un alto grado de dependencia de fondos públicos, no lo critico, pero es una contradicción”.
Desde Editoriales de Chile, que agrupa a editoriales independientes, definen este tipo de empresa y defienden su independencia. “Es aquella que apuesta por la calidad de su catálogo, entendiéndolo como un aporte a la bibliodiversidad sin necesariamente estar mediada por las demandas del mercado y las tendencias lectoras del momento”, explica a Culto su presidenta Tamara Reyes.
“En este sentido, las editoriales independientes se caracterizan por trabajar con recursos limitados y con procesos que incluyen la autogestión, impresión y encuadernación artesanal o experimental, publicaciones libres de derechos, entre otros. Por último, en este tipo de editoriales, son las editoras y los editores quienes las dirigen y no necesariamente dependen de otras empresas u organizaciones mayores y/o internacionales”, agrega.
Asimismo, desde la agrupación ratifican la baja en compras por parte del Estado, que señalaron las integrantes de CLIC. ”Ha existido una disminución del presupuesto asignado a la compra de libros para bibliotecas, principalmente para las Bibliotecas Escolares (CRA), pertenecientes a la Unidad de Currículum y Evaluación del Ministerio de Educación de Chile. Por ejemplo, en 2024, el presupuesto asignado representó dos tercios del presupuesto asignado en 2021″, precisa Reyes.
Al respecto, Claudia Larraguibel, editora de Ekaré Sur y editora integrante de CLIC, explica el punto central de la carta que firmó. “Lo que nos alerta es por qué han bajado esos presupuestos, cuando es importantísimo, por la pandemia, que a los niños y niñas lleguen libros de calidad. Nos sorprende que esos presupuestos bajen, que es a lo que vamos; no a que nos mantengan como librerías o editoriales independientes, nuestro foco es que los libros de calidad lleguen a niñas y niños. No se transparenta por qué han bajado esas cifras y por qué siguen bajando. Eso es lo que nos preocupa”.
Así, Pablo Dittborn aclara que una de sus principles peticiones es que las instituciones públicas y privadas fortalezcan la información que proporcionan respecto al circuito. “El punto no son las compras, sino saber qué leen los chilenos. ¿Cómo se orientan las compras del Ministerio? No nos queda claro, no hay una evaluación posterior”.
Por eso, en su carta, instaba a que las editoriales independientes publicaran, por ejemplo, sus datos de venta. Al respecto, Tamara Reyes, de Editoriales de Chile, indica que “no corresponde, porque ninguna empresa transparenta sus cifras en general, no porque sea un tema que haya alguna controversia por dentro, sino que es parte de la ejecución de una editorial”.
Claudia Larraguibel agrega: “Me parece un poco absurdo. No entiendo el punto de la carta de Pablo Dittborn.… Que entonces todas revelemos nuestra facturación, bueno, nuestra facturación está ahí por si alguien la quiere. Es un poco absurdo, porque en cierto punto dice que las editoriales independientes vivimos del Estado. Y en realidad, nuestra independencia viene de que no pertenecemos a grandes grupos y eso nos permite hacer los libros que nos parecen mejores. Nosotros como editoriales de libros para niños y niñas tenemos la responsabilidad de hacer los mejores libros que podamos y eso te lo da la independencia. Ser independiente va más allá del financiamiento. Depende de qué libros hacemos, los libros que publicamos, de la línea editorial. Depende también de cada editorial. Defiendo así entonces la bibliodiversidad que permite esta libertad”.
Dittborn vuelve a poner otro punto sobre la mesa: “Todos los meses, se publican las ventas de auto por marca y modelo. Ahí hay mucha competencia. Sin embargo, no tienen ningún problema en decir qué se vendió de cada uno de los modelos, de cada una de las marcas. En España existe el sistema Nielsen, que dice los mil libros más vendidos todas las semanas, eso se implementó en Colombia. En todas partes existe esa información, menos acá. ¿Por qué no quieren que haya?”.
“Mi queja es que esta es una industria global en donde no hay información, donde no existe información y existe temor en que haya”, añade.
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