Sangre en alta mar: cuando Inglaterra y Estados Unidos se enfrentaron a cañonazos en Valparaíso
El 28 de marzo de 1814, una batalla naval enfrentó a los barcos de guerra estadounidenses Essex y Essex Junior contra los ingleses Phoebe y Cherub, en el marco del conflicto que ambas potencias sostenían por entonces. Acá, un episodio poco conocido de nuestra historia.
Hacia 1814, cuando la joven nación de Chile peleaba por consolidar y asegurar su independencia de España, vivió un hecho insólito en sus costas. Sin la protección de una escuadra naval de guerra (la primera recién se armó en 1818), los puertos chilenos quedaban prácticamente expuestos tanto a los navíos enviados desde el Virrey del Perú como a otros países extranjeros que llegaran sin ser molestados.
Una de esas potencias exteriores era Reino Unido. “Además de explotar la floreciente industria ballenera, el guano y las loberías, empleaban el océano y el Estrecho de Magallanes a su arbitrio”, asegura Rodolfo Codina Díaz en su artículo Batalla de Valparaíso, 28 de marzo de 1814, para la Revista de Marina, de la Armada de Chile.
Pero otra florenciente potencia estaba emergiendo. “Los Estados Unidos, si bien habían proclamado su Independencia en 1776, en la década comprendida entre 1810 y 1820, aún estaban consolidando su territorio y de las trece colonias originales, habían subido recién a quince”, agrega Codina. En ese contexto, y aún con disputas por resolver, Estados Unidos le declaró la guerra al Reino Unido. Fue la llamada Guerra de 1812.
En medio de ese conflicto ambas potencias se enfrentaron en tierra y mar, una de esas batallas navales tuvo a Chile como escenario, concretamente, a Valparaíso, el primer puerto de la joven nación. El 28 de marzo de 1814, mientras en Chile gobernaba como Director Supremo Francisco de la Lastra, buques ingleses y estadounidenses se encontraron en la bahía.
Los buques en batalla ese día fueron, por un lado, la fragata USS Essex y el balandro USS Essex Junior de la Armada de los Estados Unidos, bajo el mando del capitán David Porter; y por el otro, la fragata HMS Phoebe y el balandro HMS Cherub de la Marina Real Británica, comandados por James Hillyar.
Porter, un marino osado de la Armada Estadounidense, había hecho velas al sur desde la costa Atlántica (Estados Unidos aún no tenía la extensión al Pacífico). Tenía un cierto historial porque en 1812, al mando del Essex, se convirtió en primer oficial naval estadounidense en capturar un buque británico. Pero en 1813, debió navegar solo al sur. “A falta de un buque partner, Porter se desplazó en solitario con su buque al Pacífico, vía Cabo de Hornos, donde inició una intensa cacería de balleneros y loberos ingleses, logrando un total de trece presas, en un crucero que inevitablemente lo llevaría a colisionar con los intereses y las naves de guerra del almirantazgo británico”, señala Codina.
De hecho, llegó en 1813 a nuestras costas y protagonizó un hecho a tono con lo que ocurría en Chile. “Su llegada a Valparaíso, en marzo de 1813, marcó otro hito en la agitada vida profesional de Porter y de la USS Essex, constituyéndose en el primer buque de guerra extranjero en rendirle honores a la bandera nacional chilena”, señala Codina.
De ahí en más, Porter se dedicó a la captura de barcos ingleses. En esto tuvo éxito, y en un momento, decidió volver a Valparaíso para esperar ahí a los británicos que -sabía- irían tras él. “El Comandante Porter, a sabiendas que los ingleses estaban tras sus pasos, decide zarpar con rumbo a Valparaíso en lo que sería su último viaje a nuestras costas como comandante de la fragata Essex -dice Codina-. Es difícil encontrar otra explicación que no fuere las ansias de mayores éxitos y laureles para su carrera naval. Para ello su mermada tripulación y relativamente limitado armamento, no serían obstáculo”.
Así, el Essex ancló en Valparaíso violando fragantemente la neutralidad de Chile frente al conflicto. “Luego de casi siete semanas y de una tensa espera en la bahía de Valparaíso, en una situación que de por sí misma daría pie a una tesis completa de derecho internacional marítimo, al conjugarse aspectos de la neutralidad chilena, respeto a las aguas territoriales, las presiones del virreinato del Perú y del reconocimiento a la autoridad local, se produjo lo inevitable”, dice Codina. El 28 de marzo de 1814 aparecieron las naves británicas.
Un enemigo con el que debió batirse Porter fue uno invisible. El famoso ventarrón porteño. Las fuertes ventoleras de la ciudad hicieron estragos en su buque. “Los imponderables de la veleidosa naturaleza, manifestados en una fortísima ráfaga de viento, ocasionarían la pérdida de parte de la arboladura superior de la Essex, dejándola en desmedro frente a sus adversarios y sellaría la suerte de la misma”, dice Codina. Al ver lo que ocasionó el viento, el HMS Phoebe comenzó el fuego a discreción.
Porter no se amilanó por los efectos de la ventolera en su buque y junto a su tripulación dieron la pelea. Pero no fue suficiente. “En el epílogo de esta monumental contienda, la fragata Essex no era más que un pontón inerte, víctima de la artillería enemiga y de un voraz incendio que la consumía. Al final del combate y de una tripulación de alrededor de 280 hombres, la Essex tenía 154 bajas, entre muertos, heridos y desaparecidos”, dice Codina. La batalla había concluido, y los barcos estadounidenses fueron capturados por los británicos. La muerte enlutó a Valparaíso, donde había pasado (y volvería a pasar) tantas veces.
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