¿Fin del sesgo? El cine de terror toca la puerta de los Oscar

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¿Fin del sesgo? El cine de terror toca la puerta de los Oscar

La habitual antipatía de la Academia por el cine de género se tomó un respiro este año, en que La Sustancia acumuló nominaciones en las principales categorías y la nueva versión de Nosferatu sumó varias menciones. Además, es la primera vez en casi cuatro décadas que tres películas de ese perfil entran en el listado.


Los primeros reportes desde la 77° edición del Festival de Cannes hablaban de una película “impresionante, nauseabunda, desafiante e hilarante”, coronada por un final “escandaloso que constantemente supera los límites del gore más asqueroso”. Al centro de todo, Demi Moore, una estrella que “nunca había asumido un riesgo de esta naturaleza”.

Si bien gran parte del público salió encantado de la primera exhibición de La Sustancia –la ovación se extendió por 11 minutos, según los fanáticos en cronometrar los aplausos en festivales–, también hubo espectadores que abandonaron la sala antes del término y otros asistentes incluso sufrieron desmayos.

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Foto: Christine Tamalet

El largometraje dirigido y escrito por la francesa Coralie Fargeat no es el primer filme que desata reacciones tan viscerales en su estreno mundial en el afamado encuentro (cineastas como David Cronenberg, Lars von Trier y Gaspar Noé poseen su propio capítulo de proyecciones controversiales). Pero probablemente sí sea uno de los primeros que, tras un debut tan escandaloso, termina consiguiendo un puñado de nominaciones a los Oscar, incluyendo Mejor película, Mejor dirección y Mejor actriz.

La historia plantea el desprecio que sufre la actriz Elisabeth Sparkle (Demi Moore) cuando cumple 50 años. Despedida de su programa de televisión debido a su edad, se atreve a inyectarse un suero que le promete recuperar la juventud y belleza. Al principio el experimento funciona, pero pronto el estricto balance que debe mantener con su yo más joven (Sue, interpretada por Margaret Qualley) se vuelve insostenible, generando consecuencias monstruosas.

Fargeat, una amante del cine de género, se apropia del género del terror corporal, el tipo de cinta donde las vísceras, los fluidos y las mutaciones son parte crucial del relato. Mientras teje una experiencia plagada de estímulos visuales y sonoros, le rinde tributo a una serie de directores históricamente ninguneados por la Academia, desde el mismo Cronenberg hasta John Carpenter, Stanley Kubrick y David Lynch.

Es cierto que el adjetivo “oscarizable” se ha ampliado durante los últimos años (gracias a los triunfos de películas como Parasite y Todo en todas partes al mismo tiempo), pero la premiación sigue siendo un espacio hostil para una producción que abraza los excesos y las imágenes gráficas con tanto entusiasmo. No por nada es apenas el sexto filme de terror en lograr la candidatura a Mejor película, un club conformado por El exorcista (1973), Tiburón (1975), Sexto sentido (1999), El cisne negro (2010) y ¡Huye! (2017).

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Foto: Christine Tamalet

Entonces, ¿cómo La Sustancia orquestó el milagro y convenció a los votantes? “Creo que los académicos la han apoyado tanto porque trata del tema que más gusta en Hollywood: Hollywood. La película no deja de ir de la industria del entretenimiento y de la necesidad de persistir y sobrevivir dentro de una industria donde lo más importante es el físico, lo segundo más importante es la presencia física y, lo tercero, la imagen que transmite cada uno”, opina Fernando Muñoz Gómez, periodista y jefe de sección de Cultura del diario ABC.

“Lo de menos para la Academia de Hollywood es si tiene escenas más gore (un gore popular y ‘para todos los públicos’) o si tiene algo de terror. Lo importante es el tema y la estética: una estética pop y kitsch y ochentera”, agrega.

Por supuesto, al centro de la ecuación está Demi Moore. La actriz de Ghost: La sombra del amor (1990) es la representación de todo lo que necesitaba el guión de Fargeat: un símbolo en sí misma, la clase de figura que, debido a su biografía y carrera, es capaz de difuminarse con las experiencias de Elisabeth Sparkle.

Ese factor (y su soberbio despliegue en pantalla) probablemente ha sido determinante en que se haya posicionado como una de las favoritas de la temporada de premios y que finalmente haya conseguido la nominación a Mejor actriz en los Oscar. Un reconocimiento que en su momento le negaron a Mia Farrow por El bebé de Rosemary (1968), a Nicole Kidman por Los otros (2001) y a Toni Collette por Hereditary (2018), entre otras.

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Foto: Christine Tamalet

“Su interpretación es buenísima no solo por lo que hace, también por el riesgo de desnudarse física y emocionalmente, encarnando el pecado original de Hollywood, que es esa dictadura de la belleza y la juventud. El papel de Margaret Qualley es tan arriesgado y acertado como el de Moore, pero a ella no la han premiado porque claro, no van a premiar a la joven y bella de la película cuando la crítica está justo ahí”, apunta Muñoz, aludiendo a la omisión de la coprotagonista en Mejor actriz de reparto.

La vuelta del vampiro

En el balance del cine de terror de 2024 –nutrido por títulos como Longlegs: Coleccionista de almas, Hereje, Sonríe 2, De noche con el diablo, La primera profecía y Terrifier 3Nosferatu ocupa un lugar de privilegio.

Ambientada en Alemania a inicios del siglo XIX, la cinta sigue al abogado Thomas Hutter (Nicholas Hoult) y a su esposa, Ellen (Lily-Rose Depp), una joven mortificada por su sonambulismo y sus impulsos sexuales. A poco de haberse casado, el letrado viaja a Transilvania sin sospechar que el noble que lo espera en su castillo es un vampiro dispuesto a engañarlo con tal de quedarse con su mujer, y que su encuentro será el primero de una serie de sucesos teñidos por la tragedia.

Aunque en rigor es la misma historia que presentó el clásico de F. W. Murnau (a su vez, una versión no autorizada de Drácula, de Bram Stoker), cuenta con el sello del director Robert Eggers, conocido por La bruja (2015) y El hombre del norte (2022).

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Robert Eggers. Foto: Aidan Monaghan / © 2024 Focus Features LLC

Comprometido con brindar una experiencia nueva a pesar de lo añosa de su trama, el cineasta estadounidense resalta los elementos folk y compone cada escena con extremo cuidado. Su colaboración con el sueco Bill Skarsgård, el mismo que encarnó a Pennywise en las dos entregas de It, da como resultado un vampiro capaz de atemorizar a las audiencias de hoy.

La Academia la reconoció con cuatro nominaciones: Mejor fotografía, Mejor diseño de producción, Mejor diseño de vestuario y Mejor maquillaje y peinado. Una performance superior a la de El faro (2019), el único largometraje de Eggers que hasta ahora había sido apreciado por la ceremonia (aquella vez fue para el director de fotografía Jarin Blaschke, el mismo de Nosferatu).

Considerando su múltiple presencia en el listado –igualó el número de menciones de ¡Huye! y sólo se quedó una por debajo de El cisne negro y de La Sustancia–, es posible especular con que no estuvo tan lejos de conseguir el apoyo suficiente para adueñarse de un lugar entre las diez postulantes a Mejor película. De ese modo, podría haber imitado a El callejón de las almas perdidas (2021), de Guillermo del Toro, que hace un par de años no necesitó candidaturas en los apartados de dirección, guión y actuación para conseguir un espacio en la categoría principal.

Sin embargo, la omisión de sus actores (el trío principal y Willem Dafoe están particularmente sólidos) es una prueba de que los Oscar siguen dando mayor valor a las interpretaciones en dramas, musicales o cintas biográficas. Y que cualquier cambio tomará algo más de tiempo.

Desde una perspectiva general, el saldo es positivo. Este año, gracias a la inclusión de Alien: Romulus en Mejores efectos visuales, es la primera vez desde 1987 que tres producciones de terror se ganan un espacio en el listado final. En aquella oportunidad las nominadas fueron La mosca (1986) y las segundas partes de Alien y Poltergeist. Aunque Sigourney Weaver no obtuvo la estatuilla por encarnar a Ellen Ripley, las representantes de ese género totalizaron tres galardones.

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Foto:Courtesy of Focus Features / © 2024 Focus Features LLC

Este año la mejor aspectada es La Sustancia. Tras su victoria en los Globos de Oro (y un discurso de agradecimiento que dio la vuelta al mundo), Demi Moore corre con cierta ventaja para imponerse como Mejor actriz ante la británica Cynthia Erivo (Wicked), la española Karla Sofía Gascón (Emilia Pérez), la brasileña Fernanda Torres (Aún estoy aquí) y su compatriota Mikey Madison (Anora).

Por otro lado, no habría que descartar que Coralie Fargeat se alce con la estatuilla a Mejor guión original, una categoría donde la Academia se permite distinguir propuestas frescas.

En cambio, sus opciones en Mejor película son más reducidas. Aunque hay hasta seis aspirantes con chances (El brutalista, Anora, Cónclave, Un completo desconocido, Emilia Pérez y Wicked), no parece el tipo de propuesta que podría triunfar bajo el actual sistema de votación, que establece que los miembros deben ordenar de 1 a 10 los filmes que más les gustaron. En un año en que no hay una clara favorita (como sucedió en la pasada edición con Oppenheimer), podría haber una ganadora a lo CODA (2021), una cinta poco memorable pero que no genera anticuerpos. Todo se sabrá el domingo 2 de enero, cuando se celebre la 97° edición de la ceremonia.

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