Leonard Cohen y su distancia con The Beatles: “No me parecían esenciales para el tipo de alimento que yo ansiaba”
Un reciente libro de perfiles editado en español por el ex jefe de The New Yorker, David Remnick, revive una entrevista de hace unos años donde el canadiense admite que nunca comulgó con los Fab Four ni abrazó su influencia. Aunque un par de palabras de su pasado revelan algunos matices.
En la médula de los años 60, cuando el mundo desbordaba Beatlemanía y Elvis intentaba reconstruirse en la pantalla grande, Leonard Cohen ya era lo más parecido a un veterano. Los superaba a todos en edad. De hecho, un dato decidor: era un año mayor que el mismo Presley. Pese a que, a diferencia del Rey, era casi un completo anónimo para la masa y su reconocimiento empezaría un puñado de años más tarde.
Por lo mismo, había vivido casi en tiempo real los distintos cambios de piel de la música en el siglo XX. Podía congeniar con ciertas expresiones, así como también sentir apatía por otras.
Criado desde siempre en un ambiente musical, desde muy pequeño se había aprendido canciones incluidas en la vieja colección de temas populares de carácter izquierdista The people’s song book, además de escuchar a la leyenda country Hank Williams. Cuando se empinaba por los 16 años, se concentró en el género de las guitarras y los vaqueros, y formó su propia agrupación, The Bucksin Boys.
Luego llegó el flechazo por el blues, el otro lenguaje que comenzó a copar los gustos estadounidenses hacia principios de los años 50. Veía en los maestros como Robert Johnson, Sonny Boy Williamson y Bessie Smith una señal de autenticidad, creadores que con pocas herramientas y habiendo sufrido la discriminación habían llevado sus virtudes hacia otros estándares. También cayó rendido ante Ray Charles: lo hipnotizaba su ritmo, su manera de interpretar, sus canciones que como elástico se movían del R&b hacia un naciente soul.
En síntesis, el canadiense, nacido en una familia de clase media judía, era un clásico representante del oyente de posguerra, del hombre que admiraba los fenómenos que uno tras otro iban revolucionando en efecto dominó la cultura popular.
Sin embargo, hubo uno que lo dejó frío. Quizás el más grande de todos: The Beatles.
“Me irritaban por su entusiasmo por Los Beatles”
Así al menos lo revela el libro Sostener la nota: perfiles de música popular, del periodista y escritor David Remnick (ex hombre fuerte de The New Yorker), aparecido a fines de 2024 en español y que pormenoriza la existencia de 12 figuras de nuestra era, partiendo por el propio Cohen.
Según una entrevista que le realizó un par de años antes de su fallecimiento el 7 de noviembre de 2016, el cantautor nunca comulgó con los Fab Four y nunca se emocionó con el suceso telúrico que encarnaron.
Así lo expresa en el texto: “Me interesan las cosas que contribuyan a mi supervivencia. Tenía novias que realmente me irritaban por su entusiasmo por Los Beatles”.
Luego remata: “No envidiaba el interés que suscitaban, aunque había canciones como Hey Jude que yo también podía apreciar. Pero no me parecían esenciales para el tipo de alimento que yo ansiaba”.
Hay un punto cronológico que quizás explica tal distancia: el hombre de Hallelujah ya tenía 30 años cuando The Beatles sacudieron al planeta en 1964. Pero también era un hombre vinculado a las letras y ya había desarrollado una estimulante trayectoria como poeta, con fijación en la filosofía, el humanismo y el amor.
Por tanto, su radar de interés no giraba hacia el de cuatro veinteañeros que conquistaban las listas a través de canciones frescas, cándidas y juveniles, ancladas en letras simples y –en un principio- predecibles.
Cuando John, Paul, George y Ringo consolidaron su formación hacia la última parte de 1962, Cohen ya había publicado dos libros de poesía que le valieron una gran aclamación de la crítica, lo que le hizo ganar un estatus de figura primordial en el circuito de poetas.
Cuando se hastío de ese bagaje y consideró que no le aseguraría su futuro, decidió saltar a la música, recién en 1967 con Songs Of Leonard Cohen, un manifiesto folk cuya densidad no abrazaba el espectro colorinche y caleidoscópico de The Beatles ese mismo año, sumergidos en los bigotes, el LSD y la psicodelia.
En ese sentido –y así quedaría demostrado a lo largo de su carrera y el vínculo que desarrollaron-, Cohen sentiría una química creativa mucho mayor con Bob Dylan. De manera mutua, se observaban como una inspiración y una competencia.
Sin embargo, sus palabras de rechazo hacia The Beatles en la adultez ofrecen un matiz.
“Son poetas”
En ese mismo 1967 de su debut discográfico y de la salida de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band por parte del cuarteto inglés, el norteamericano fue entrevistado para un documental de nombre revelador, titulado How The Beatles Changed The World y a cargo de la radio CBC, donde sí valoró la huella de The Beatles.
Cuando en el registro se le pregunta su considera que los Fab Four son –al igual que él- poetas, Cohen admite: “Están tratando con cierta esencia y manejándola con gracia, por lo que sin duda son poetas”.
Después agregó: “Creo que (las canciones de los Beatles) le hablan a una parte de mí que parece muy perecedera… y a veces creo que ha perecido, y lo que ellos dicen es una elegía”.
Eso sí, cuando se le preguntó por un tema específico de los hombres de Help! que valoraría, el cantante prefirió responder bajo una capa genérica: “Escucho mi radio de transistores y escucho lo que está sonando de vez en cuando (generalmente no tengo un tocadiscos). Voy a la casa de alguien y escucho sus álbumes, y me gusta todo lo que hacen. No hay nada que no me guste”.
Al parecer, su reticencia no era tan lacerante. O quizás la mirada en perspectiva en la vejez lo hizo cambiar de opinión. Como fuere, Cohen y The Beatles son dos fuerzas que hasta hoy propagan un eco indiscutido. Representantes cada uno de su respectiva naturaleza irrefrenable.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.