Elogiada en el mundo, pero inestable en lo laboral: el variado panorama de la ilustración en Chile

Elogiada en el mundo, pero inestable en lo laboral: el variado panorama de la ilustración en Chile
Elogiada en el mundo, pero inestable en lo laboral: el variado panorama de la ilustración en Chile

La ilustración en Chile se consolida gracias a un boom actual, a fuertes exponentes como Paloma Valdivia y Marcela Trujillo, y al trabajo de editoriales independientes y multinacionales. Sin embargo, aún el escenario es inestable para sus protagonistas, quienes además de desplegar su arte, deben desplegarse en otras actividades para sostenerse. El papel del Estado resulta clave para la internalización del rubro y su mantención, dicen las especialistas.


“La ilustración es literatura”, dice categóricamente Claudio Aguilera, investigador y jefe del Archivo de Láminas y Estampas de la Biblioteca Nacional. Los libros silentes son un ejemplo de ello, afirma la ilustradora Paloma Valdivia. “La imagen es imprescindible en el mundo de los libros de niños pequeños. En ese universo no hay libros solo con palabras, pero sí solo con imágenes: los libros silentes, que narran historias completas que los niños pueden leer con gracia y astucia, porque las imágenes también se leen por sí solas”.

Según explica Claudio Aguilera, la ilustración chilena tiene una historia de más de 150 años, cuyos inicios se remontan a 1858, con publicaciones en el Correo Literario.

Paloma Valdivia
Paloma Valdivia

Después surgieron destacados nombres como Coré (Mario Silva Ossa), Elena Poirier y la revista El Peneca. Sin embargo, entre la década de los 80 y los 90, durante la dictadura, la ilustración salió del espacio público. Resurgió en los años 2000, gracias a la labor, por ejemplo, del colectivo Siete Rayas, integrado por Paloma Valdivia, Raquel Echeñique, Alberto Montt y Bernardita Ojeda, entre otros.

Hace 25 años, cuando estudiaba en la universidad, la ilustración ni siquiera tenía nombre”, dice Paloma Valdivia a Culto. “No había editoriales especializadas ni menos carreras profesionales en torno a la ilustración. Hoy, no solo hay todo eso, sino que las editoriales chilenas compiten y se lucen a nivel internacional haciendo libros de excelente calidad”, agrega.

Una de ellas es Amanuta, que desde 2002 publica libros ilustrados para las infancias. “Hay muchos ilustradores en Chile, pero es algo que se ve a nivel mundial”, dice Ana María Pavez, cofundadora y editora general.

Hay un gran avance y evolución, cosas que antes no existían, como cómic hecho por mujeres, autoras que publican y editoriales”, reafirma Marcela Trujillo—Maliki—, artista visual y autora de libros como El Viaje de Nina (RH, 2024) y cofundadora de Revista Brígida, dedicada al cómic hecho por mujeres.

Marcela Trujillo

Además, Internet contribuyó de manera exponencial a la ilustración. “Podemos acceder a una gran cantidad de ilustradores y no necesitan publicar un libro para que el público les pueda conocer. Incluso, una forma de llegar a ellos, para las editoriales, es internet”, dice Daniel Olave, editor del sello Reservoir Book de Penguin Random House.

Tendencias

Para el ilustrador de Monstruos y Dioses del Fin del Mundo (2024), Félix Vega, “aún estamos en un proceso de consolidación de una industria gráfica propia e influyente”.

Félix Vega. Monstruos y dioses del fin del mundo

Al parecer, no hay un estilo que defina la ilustración nacional, un efecto propio de la globalización, dicen los especialistas. “Esto hace que los ilustradores chilenos sean menos identificables, que no tengan un sello. No veo algo tan distintivo”, argumenta Ana María Pavez.

Así, la diversidad impera. “En cuanto a estilo y técnicas, siempre es muy variado”, comenta la ilustradora Loreto Salinas, quien publicó Reino Fungi (2024) con Octavia Mosciatti.

Sin embargo, hay tendencias. Por ejemplo, la editora de Amanuta identifica el auge por la ilustración botánica y lo relacionado con la naturaleza. En tanto, Paloma Valdivia, quien además es editora de Ediciones Liebre, reconoce “un fuerte desarrollo en los libros para primera infancia”.

Mi cuaderno de haikus

Sobre formatos, Valdivia menciona la consolidación de libros de cartoné (tapa dura) y Félix Vega visualiza un cruce entre libro ilustrado con novela gráfica; el bestiario con el libro álbum; o el collage con la novela.

De Chile para el mundo

El trabajo de los ilustradores chilenos es destacado en el mundo. Por ejemplo, Paloma Valdivia, cuyos libros se han traducido a 17 idiomas, fue invitada de honor en la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil de Bolonia 2024, una de las instancias literarias más importantes del globo. “A ello se sumó la nominación en la shortlist (lista corta) del Premio Hans Christian Andersen, el llamado Nobel de la ilustración infantil”, comenta.

En Chile, existe movimiento en la escena. Por ejemplo, la Corporación Cultural de Providencia está activa la exposición Monstruos y Dioses del Fin del Mundo, de Félix Vega, y el Museo Artequin retomará el 18 de marzo la exposición temporal Página Iluminada: Secretos de la ilustración de un libro, una muestra que reúne el trabajo de Carolina Celis, Karina Letelier, Paula Álvarez, Loreto Salinas, Manuela Montero, Gabriela Lyon, Raquel Echenique, Leonor Pérez, Soledad Sebastián, María Jesús Guarda e Isabel Hojas.

Asimismo, desde el Estado existe una preocupación por internacionalizar la ilustración chilena, además de la creación de fondos del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio destinados a la creación.

No obstante, a veces los apoyos son insuficientes. El Colectivo de Editoras de Literatura Infantil y Juvenil (CLIC) denunció hace unas semanas la disminución de compra de libros infantiles por parte del Estado, lo que repercute directamente en las ganancias de los ilustradores.

El trabajo del ilustrador no está lo suficientemente valorado. Embarcarse en ilustrar un libro es una tarea titánica que puede durar meses y la retribución económica no siempre cubre ese trabajo. No es solo problema de las editoriales, hay un problema a nivel de cadena que no permite pagar más. Nosotras como editorial pagamos el adelanto completo de la primera edición, pero entendemos que al ilustrador no le alcanza para articular su economía familiar y debe hacer otros múltiples trabajos al mismo tiempo”, explica Paloma Valdivia, quien es ilustradora y editora.

Bicharracas
El lanzamiento de Bicharracas. Fina Selección, será el 6 de marzo a las 18:30 horas en la Librería del GAM.

La ilustradora Sol Díaz responde el llamado de Culto desde un restaurante en Patronato, porque estaba comprando gorros. ¿La razón? Hacer merchandising para el lanzamiento de su nuevo libro, Bicharracas. Fina selección (RH, 2025). “A nivel creativo, tienes que tratar de hacer que tu trabajo pueda habitar en distintos lugares”, dice. “Todavía se sigue pensando que el ilustrador es una especie de impresora que te embellece cualquier cosa, y no como un aporte de entender un proyecto”.

Para Maliki, los ilustradores deben armar sus propios sistemas para financiarse, ya sea haciendo clases en institutos—no hay carreras de ilustración en universidades chilenas— o valiéndose de internet y redes sociales para, por ejemplo, vender impresiones, croqueras y otros productos. “Falta que el Estado y los privados metan plata para que funcione, porque si no, los ilustradores, dibujantes o artistas vamos a estar eternamente trabajando en otras cosas”.

Félix Vega advierte otra amenaza: “Las IA son una nueva competencia desleal”.

Tras varios intentos, los y las ilustradores se organizan para agruparse en una asociación gremial. “Por la misma forma en que trabajamos es difícil organizarse, pero hemos recibido ayuda del Mincap y ya somos un grupo en formación. Ahora tenemos que formalizar”, concluye Loreto Salinas.

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