El auge de los clubes de lectura en Chile: un refugio para leer en comunidad

El auge de los clubes de lectura en Chile: un refugio para leer en comunidad
El auge de los clubes de lectura en Chile: un refugio para leer en comunidad

Los clubes de lectura, tanto en bibliotecas como en formatos virtuales y de pago, fomentan la comunidad, el hábito lector y el acceso a los libros. A lo largo de todo Chile, estos espacios brindan un lugar de encuentro y reflexión para diversos públicos: las infancias, personas mayores y quienes viven en situación de discapacidad.


María Gabriela Pinto, de 69 años, integra un club de lectura desde 2019. Ese espacio, originado en la Biblioteca Regional Gabriela Mistral de La Serena, se ha convertido en un refugio durante su jubilación. “Abordamos distintas gamas de libros, muy entretenidos. Esto también me ha permitido desarrollar mi amor por la literatura y adentrarme en otros aspectos, que sola no habría explorado”, cuenta a Culto. El club, que está formado en su mayoría por personas mayores, es mediado por Juan Manuel Droguett, quien entrega herramientas para fomentar la conversación sobre los textos. “Esto nos estimula y nos lleva a tener una vida más feliz y, en mi caso, a mantener una actividad intelectual, lo que favorece mi estado cognitivo”, dice Pinto.

Para Paloma Soto, directora del recinto, “los clubes de lectura son los corazones de las bibliotecas” y del “fomento lector”. A lo largo de los años, en la biblioteca se han creado siete clubes de lectura anualmente, de diversas temáticas y para diferentes rangos etarios. Según ella, estos ayudan a combatir la soledad que muchas personas experimentan. “A todos nos sirve participar, porque cuando lees y lo compartes, no solo encuentras otras aristas de la lectura, sino de ti mismo. Empiezan a aflorar historias, situaciones de vida y se genera una conversación muy enriquecedora”.

Clubes de lectura
Club de Lectura de la Biblioteca Regional Gabriela Mistral, en La Serena.

Además, de acuerdo a Soto, un club de lectura fortalece el hábito lector, ya que “es un compromiso con una comunidad creada en torno a ese libro que estás leyendo”.

María Gabriela Pinto también destaca el acceso gratuito a diversos títulos. “Nosotros como jubiladas no podemos gastar dinero en comprar libros. Que los tengamos en la biblioteca es fantástico, porque leemos muchos libros durante el año y sin gastar un peso”.

Más de mil kilómetros hacia el sur, en la Biblioteca Municipal Javiera Carrera, en Angol, cerca de 15 niños asisten al club de lectura liderado por Luzmira Durán, técnica en educación de párvulos que hace diez años impulsa el espacio. “Acá es voluntario. Es media hora en que los niños vienen porque quieren. Ellos van creciendo, enriquecen su vocabulario y conocen a autores nacionales y locales”, cuenta. Detrás de ella, los niños escuchan atentamente: todos llevan una polera negra con el logo de la biblioteca.

Club de lectura

No solo leen. Una de las participantes, Ailin, relata que hace poco grabaron un audiolibro. “Era aprendértelo un poco y después leerlo frente a un micrófono y, después, escuchar tu propia voz. Fue muy genial la experiencia”.

Hace 10 años que el Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas (SNBP) inició el fomento de los clubes de lectura. En 2024, el trabajo fue sistematizado en un sitio web donde destacan 16 catálogos regionales con colecciones especiales, que cuentan con 1.500 títulos con una decena de copias de cada uno. Hay 270 clubes de lecturas en bibliotecas inscritos en el sistema.

Este no es un espacio como de análisis crítico o literario, sino un espacio donde se comparten impresiones. Creemos que esta es una estrategia superimportante de fomento lector”, explica Paula Larraín, subdirectora del SNBP. Aquí, el papel de los mediadores como Luzmira es clave. Ellos se forman a través de cursos e-learning y encuentros presenciales.

Asimismo, la Biblioteca Pública Digital (BPD) ofrece acceso virtual y gratuito a libros, y promueve su propio club de lectura inclusivo que va en su séptima versión. “Se trata de clubes digitales por medio de plataforma, el mediador es una persona con discapacidad visual, que es profesor de literatura de la Universidad Católica”, explica Salvador Young, encargado de contenidos de la BPD. Son cerca de 30 los inscritos por versión, quienes acceden a 18.000 títulos que cuentan con la modalidad de lectura en voz, y a 2.000 audiolibros.

Clubes de lectura

Virtuales y pagados

Si prefieres un enfoque más especializado y desde la comodidad de tu hogar, las opciones abundan. Por ejemplo, Autoras Librerías impulsa desde 2022 La Ejemplar, un club de lectura de suscripción mensual que ofrece una caja literaria (incluye una novedad de una autora, una postal, un marcapáginas y un regalo sorpresa), más un grupo online donde se conversa de la lectura y un taller de profundización con una especialista.

Taira Sedini, una de las dueñas de la librería, explica que la iniciativa surgió tras identificar las necesidades de su público. “El hábito lector es solitario y pospandemia, la gente buscaba algo más comunitario. También, nos dimos cuenta de que había gente que no leía porque no sabía qué leer. La mayoría lee lo que otros le recomiendan; así se fueron juntando las necesidades”.

La Ejemplar

El libro llega a tu casa, lo lees y luego participas en un taller en línea con unas 50 personas, mientras que otras 100 lo ven posteriormente en diferido.

“La Ejemplar es nuestro modelo más importante, no es solo marketing, sino nuestro pilar y propósito como librería. Creemos que es por lejos la instancia donde uno puede vivir y entender lo enriquecedor que puede ser leer un libro con otras personas”, explica Sedini.

Quien también ofrece un espacio comunitario de lectura es Rocío Lepe (@chiobooks). Abogada de profesión, hace seis meses que se dedica exclusivamente a organizar clubes de lectura virtuales, y presenciales en su casa, en Santiago y en La Serena. Todo comenzó en bookstagram—cuentas de Instagram dedicadas a libros—, donde hace tres años comparte su amor por la literatura.

Clubes de lectura

Lepe identificó que había personas “que querían ponerse como hábito la lectura” y otras que “leen muchísimos libros al mes”. Todas, a su vez, buscaban algo común: un lugar donde comentar las lecturas.

Los clubs que ofrece son pagados ($20.000) y los usuarios tienen la libertad de inscribirse mes a mes, de acuerdo al título correspondiente al mes. “Mensualmente, las personas van variando, pero hay quienes se repiten”, cuenta Rocío Lepe.

Así, los clubes de lectura, con diversas modalidades, públicos y costos, crean espacios de encuentro comunitario en torno a la lectura.

Sigue leyendo en Culto

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.