
Aguaturbia y el nuevo ropaje de un disco al desnudo (y polémico)
El legendario primer disco de la banda chilena, con aquella famosa portada en que los músicos posaron desnudos, vuelve a las tiendas a 55 años de su lanzamiento, en una edición de vinilo de 180 gramos. Un hito del rock chileno. Denise y Carlos Corales rememoran su historia para Culto.

Fue una tarde, en las oficinas de la discográfica Arena en el centro de Santiago, cuando la cantante Denise notó en el diario una imagen que le llamó la atención. Una nota se refería a Unfinished Music No.1: Two Virgins (1968), el álbum experimental que habían publicado John Lennon y Yoko Ono, y para el que posaron desnudos en la foto de portada. Una imagen tan desafiante como escandalosa para la época.
A Denise, la vocalista del entonces emergente grupo de rock chileno Aguaturbia, la imagen la remeció. Con su desplante habitual, le comentó su impresión al fotógrafo Roberto Carvajal, que se encontraba en el lugar. “Yo veo la foto de Two Virgins y le digo a Roberto: oye, ¿sabes qué? Yo me sacaría una foto en pelota”, recuerda al teléfono con Culto.
El deseo de Denise sonó como una invitación. Pronto, se animó el resto del grupo que integraban su esposo, el guitarrista Carlos Corales, el bajista Ricardo Briones y el buen baterista Willy Cavada. “Carlos, que estaba a mi lado, me escucha y me dice: yo también. El Willy lo mismo, y el Ricardo fue como ¡hagamos la foto en pelota!”.

Los escuchaba con atención Camilo Fernández, productor y mánager del grupo. Por entonces, la banda estaba trabajando en su disco debut y les faltaba precisamente la portada. Hombre práctico, no se complicó. “Camilo nos dijo, ‘mira, a mí no me importa si me traen un dibujo, una foto, el logo, tráiganme cualquier cosa”, recuerda Denise. Ahí quedó todo zanjado. Al día siguiente, Roberto Carvajal habló con el grupo. “Ya, hagamos la foto”.
La foto de los músicos desnudos, ilustró el primer disco homónimo de Aguaturbia lanzado finalmente en el convulso 1970. Un álbum clave en el rock chileno, buscado por los coleccionistas internacionales, y que vuelve a estar disponible en una nueva edición. Por años fue difícil de hallar, incluso en versión CD. Solo habían algunas versiones fabricadas en Europa y Estados Unidos. Hoy vuelve a las bateas de las tiendas en vinilo de 180 gramos de fabricación nacional.
“Hay una nueva generación que nos quiere tanto, que nos pide los temas cuando hacemos nuestros shows. Ahora que la banda cumple 55 años, decidimos gestionar para que este disco se editara en Chile con la misma excelencia”, explica Denise.

Esta nueva versión cuenta con sonido remasterizado por Carlos Corales, a partir de las copias que existían. “No teníamos los masters originales, que eran en cinta -cuenta el músico-. Entonces, no teníamos eso, nadie los tiene. Hubo que sacar de todas las cuestiones que hicieron afuera. Hay versiones del vinilo que se hicieron en Europa, en Estados Unidos, en que hay partes que le faltaban, como el solo de batería de Willy (en Ah ah ah) que nunca estaba completo. Pero, conseguí una versión que estaba completa, hice la masterización y ahora está perfecto. Esa es la novedad que tiene el disco”.
Aunque se trataba de un disco debut, Aguaturbia sorteó la experiencia con total aplomo, pues sus músicos eran muy competentes. Corales era un guitarrista probado, que había colaborado con Pat Henry y los Diablos Azules (de su autoría es la afamada instrumental Te quiero), Los Jockers, entre otros. Ese bagaje le permitió conocer al resto de los integrantes. “A Willy Cavada lo conocía porque tocamos en Los Jockers, hicimos un reemplazo. Él tocaba con los Red Juniors, el grupo donde estaba el Miguel Zabaleta. Era un baterista excelente, de primera, tocaba de todo. Y Ricardo Briones, era sobrino de ‘Toscano’ Vidal, que era bajista de los Twisters, el muchacho aprendió bien de él, tenía talento, así que nos sirvió mucho”.
El grupo se inició tocando covers y no tardó mucho en componer su propio material. Gracias a sus poderosos shows, donde desplegaban su propuesta de blues rock que remitía a Cream, Blue Cheer, The Who, entre otros, se posicionaron en el ambiente, lo que les valió ser fichados por Camilo Fernández, quien los impulsó a grabar.

Antes, en 1968, Corales había viajado a Estados Unidos para adquirir equipos. “Vendí todo lo que tenía y me fui un mes allá. Me quedé en la casa de mi amigo Alan (Ferreira), el vocalista de Los Jockers. Trabajé un mes de conserje de un edificio, pero al final me echaron, porque me la pasaba tocando una guitarra que me había comprado con esa plata. Las cosas eran súper asequibles en ese tiempo. Una guitarra costaba no más de 400 dólares”.
Corales llegó a Estados Unidos en pleno apogeo del rock de la costa oeste. Tuvo la oportunidad de ver en vivo, entre otros, al legendario Jimi Hendrix. “Fue en el Madison Square Garden. La cosa es que él no estaba como en un escenario, estaba en el centro en un escenario que giraba. Tocaba con su banda nueva, la Band of Gypsys, con Buddy Miles de baterista. Pero fue una presentación más o menos nomás, parece que estaban volando muy alto…”.
De vuelta al país, tras fichar, Corales y el grupo grabaron su primer disco en apenas tres días. “Se grabó como se hacía en los años 60, con no más de cuatro pistas; una para la reverb, otra pista para la voz, más las otras dos pistas para que grabara toda la banda junta, casi mezclando ahí mismo. Los técnicos en esa época eran expertos en hacer este tipo de trabajo. Lo hicimos en un par de días, porque nos exigieron sacarlo rápido”, recuerda el músico, quien grabó con una Fender Stratocaster. “Esa guitarra me acomoda por el timbre que tiene, a esa uno le tiene que sacar el sonido”, apunta.
En el repertorio del álbum, hay temas propios y versiones de bandas rockeras de la época. Destacan su interpretación de Rolling and tumblin’ de Muddy Waters, una desatada versión de Baby it’s you y Somebody to love, aquella canción popularizada por Jefferson Airplane, que el grupo adaptó a su estilo. “Un buen amigo nuestro, Alan Ferreira, él nos mostró esa canción. Ahora, yo no hablaba un gran inglés, así que entré estudiar al Instituto Chileno-Norteamericano”, recuerda Denise.
Luego de grabar, el grupo se reunió una noche en la casa donde vivían Corales y Denise para tomarse la foto desnudos que habían convenido. “Nosotros vivíamos en la casa de los abuelos de Carlos, que eran circenses, el señor Corales y su abuela, que dicho de paso, era la única que me quería en la familia, porque los demás nadie me quería. Me encontraban una loca de patio”.
Pese a los nervios, la banda y el fotógrafo Roberto Carvajal bromearon un poco para capear la situación. “Bromearon mucho, pero yo estaba muy preocupada de mi maquillaje, los lentes, el pelo, todas esas cosas de cabra -apunta Denise-. Carlos empezó a bromear con un lápiz, a dibujarse una chaqueta, era un risotada ¡y hacía un frío! Yo estaba con un toallón y les pedí ‘saquen la foto luego que me va a dar frío’”. Así se hizo una de las portadas más legendarias del rock chileno. Días después, le entregaron las fotos a Camilo Fernández. “Fue de las pocas veces que lo vi con la boca abierta”, recuerda la cantante.

El disco salió a la venta al poco tiempo. La foto de la banda desnuda de inmediato llamó la atención de los medios, y salió reproducida en las portadas de los diarios. Una mañana Denise y Carlos salieron hacia el centro. Ahí notaron las miradas de la gente. “Nos miraban, algunos aplaudían, no sabíamos qué pasaba. Pero hasta que llegamos cerca de la Plaza de Armas, porque ahí estaba el estudio, y vimos los quioscos tapizados con la foto del disco que había salido en los diarios. Yo estaba fascinada. Con los chicos del grupo nos reímos mucho”.
Para Denise no todo fue risas. Ella se llevó la peor parte con el escándalo suscitado por la foto, en el conservador Chile de fines de los 60. “Mi hermana me vino a avisar que mi mamá le había dado un preinfarto y que no me acercara por la casa. Y mi suegra linda me dijo: ‘Yo no quiero que te sientes a mi mesa porque tú me has ofendido sacándote esta foto’“.
El escándalo generado por la portada le dio un empujón al disco. La idea se replicó en el segundo álbum del grupo, en que Denise figura crucificada, a inspiración del Cristo de San Juan de la Cruz, de Salvador Dalí. Pese a todo el revuelo, la cantante guarda un particular afecto por ese debut. “Fíjate que siempre sentí un poco de pudor, pero ahora lo amo ese disco, lo adoro”.
En paralelo a la salida del vinilo, ya disponible en tiendas, el grupo ha estado trabajando desde hace un año en su nuevo disco, el sucesor de Fe, amor y libertad (2019). Un proceso que ya está en su fase final. “Yo espero terminarlo ojalá este mes, estamos preparando los últimos temas -dice Carlos Corales-. Pero la gente de nuestra época ya tiene nuestra edad, a veces nos preguntan ¡y ustedes siguen tocando? Claro que sí. Pero tenemos que apuntar a un público nuevo”.
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