Culto

Brian Wilson: el atormentado genio de The Beach Boys que revolucionó el pop muere a los 82 años

El emblemático líder de The Beach Boys sufría de deterioro cognitivo y demencia. Su música, desde los años 60, marcó una era e influyó a legiones de artistas.

Brian Wilson: el atormentado genio de The Beach Boys que revolucionó el pop muere a los 82 años

Es algo así como el fin de una era. Brian Wilson, el genio del pop de los 60 que revolucionó la canción popular al frente de The Beach Boys y que con su creatividad influyó a legiones completas de cantautores y creadores a través de los años, empezando por Paul McCartney, ha muerto a los 82 años.

Desde hace unos meses, se informó que sufría de demencia y un desorden cognitivo.

Así lo confirmó su familia en un comunicado en redes sociales, donde informa de su fallecimiento: “Nos duele el corazón anunciar el fallecimiento de nuestro querido padre, Brian Wilson. Nos faltan las palabras. Por favor, respeten nuestra privacidad en nuestros momentos de duelo familiar. Compartimos nuestro dolor con el mundo”.

Partiendo de la música surf y de un sonido playero, veraniego y ligero que hacía apología a las olas, los autos y las chicas de California, Wilson junto a su banda fue empujando al pop hacia pequeñas sinfonías dotadas de una arquitectura colosal, llena de detalles, timbres, armonías, orquestaciones y juegos vocales, en una conquista que se convirtió en obra maestra en el eterno Pet sounds (1966). Se trata de uno de los álbumes más alabados e influyentes de todos los tiempos, pieza fundamental para un arco de músicos que va desde The Beatles, David Bowie o Radiohead, hasta The Flaming Lips, Tame Impala, Charly García o Álvaro Henríquez.

The Beach Boys, en las fotos de Pet Sounds

Con los años, Wilson fue naufragando entre los excesos, la grandilocuencia, las metas que nunca se cumplieron y el propio cambio de modas, hasta convertirse en un fantasma de sus mejores tiempos en el nuevo siglo, aunque siempre siendo sinónimo de excelencia y vanguardia.

En 2024 un juez de un tribunal de Los Ángeles aceptó la petición de la familia de Wilson para poner bajo tutela al músico a causa de la avanzada demencia que sufría. Por ello, Wilson estaba tutelado por el que había sido, durante la mayor parte de su vida, su publicista y manager, Jean Sievers, y por su gestora de negocios, LeeAnn Hard. La petición se hizo tras el fallecimiento de la esposa del artista, Melinda Wilson, a los 77 años.

Una historia tan brillante como tormentosa

Los orígenes de la vida musical de Wilson se remontan a los suburbios al sur de Los Ángeles, en Hawthorne, en el estado de California, cerca del océano Pacífico.

Ahí, él y sus hermanos Dennis y Carl eran hijos de Murry Wilson, un compositor frustrado, y en ocasiones un padre abusivo, lo que marcaría la vida y la carrera de los jóvenes.

Los tres hermanos ya armonizaban musicalmente sus voces siendo aún casi adolescentes, en un juego de armonías que imitaba al pop vocal tradicional de mediados del siglo XX en EE.UU.

The-Beach-Boys.jpg la-tercera

Muy a menudo se unía a ellos su primo Mike Love, completándose finalmente el grupo con la llegada de Al Jardine, un amigo de Brian Wilson en la escuela secundaria y compañero suyo en el equipo escolar de fútbol americano. Sería el elenco con el que pasarían a la inmortalidad como The Beach Boys.

En 1958, y con motivo de su cumpleaños 16, Wilson recibió de regalo un magnetófono de bobina abierta, con el que empezó a ensayar y ejercitar en su pieza. Ahí sumó a sus camaradas, despuntando de manera iniciática y embrionaria lo que sería el “sonido Beach Boys”: experimentación y exploración al servicio de bellas armonías vocales, la búsqueda siempre en juego con el preciosismo.

De hecho, Wilson partió en el piano, pero pronto saltaría a otra clase de instrumentos al ver que podía expandir sus posibilidades creativas. Su primera banda, con su mismo elenco, se llamó The Pendletones, y con ellos grabó un tema de nombre profético: Surfin. Sería algo así como el concepto que marcó la vida y la carrera de The Beach Boys. La melodía pegajosa y las voces atractivas fueron todo un éxito en Los Ángeles.

Wilson ahí se topó por primera vez con otro aspecto que marcaría su destino: la fama fulminante. Seria a su vez una piedra en el zapato que no podría jamás controlar.

Gracias a ese empujón inicial, en 1962 firman con Capitol ya convertidos en The Beach Boys, nombre acorde a su vínculo con las playas, el verano, el cosmos que querían transmitir como parte del nacimiento de una nueva generación en los años 60.

Surfin’ USA fue el sencillo que en 1963 los catapultó al éxito global y masivo. En paralelo, mientras despuntaban Los Beatles al otro lado del Atlántico, The Beach Boys también eran capaces de fabricar y propulsar un sonido fresco y juvenil.

Fueron dos mundos paralelos tan recíprocos como fieros: la vida de The Beatles y The Beach Boys casi como si fuera un espejo también marcó para siempre la existencia de Wilson.

Luego salieron los álbumes Surfer Girl, Little Deuce Coupe, All Summer Long, The Beach Boys’ Christmas Album, The Beach Boys Today! y Summer Days (and Summer Nights!!), todos ellos certificados disco de oro.

Los sonidos de Pet Sounds

Pero la relación abusiva de su padre, algunos conflictos internos y el trajín de la gira que lo empezó a aburrir -algo que también lo semeja con The Beatles, aburridos de no poder escucharse en vivo-, lo llevó a concentrarse cada vez más en el estudio y en el trabajo a puertas cerradas. Por esos años, decía que los tours, las multitudes y las chicas lo habían llevado a grandes “crisis nerviosas”.

Sus letras y sus melodías también se fueron sofisticando, alejándose cada vez más de los paisajes estivales y de las aventuras de adolescentes para remitirse más a líneas existenciales, en un cambio de giro propio de los creadores jóvenes de los años 60. Pero ahí donde The Beatles tuvieron como base a Bob Dylan para decir que los tiempos estaban cambiando, Wilson se fijó en el trabajo del productor Phil Spector y su muralla de sonido para nutrir sus nuevos aires.

Pero también tenía un oído en los Fab Four. Cuando el cuarteto de Liverpool lanzó Rubber Soul en 1965, Wilson se embarcó en una carrera por lanzar un disco aún más grande y majestuoso. Quería vencer en el gallito creativo de dos colosos de su era. Su ambición era total.

brian-wilson-pet-sounds

Así surgió el incandescente Pet sounds, con su portada icónica con animales y sus melodías que parecen escarbar el alma y trasladarte en viaje a otro universo. Fue su máxima creación como autor y su techo como artista.

Durante los años anteriores, Wilson había desarrollado un gran nivel en su método de producción musical, utilizando ahora toda esa experiencia para Pet sounds. Una de las técnicas utilizadas por Wilson en el álbum fue un refinamiento de la famosa técnica Wall of Sound del propio Spector, que se conseguía mezclando muchos instrumentos y voces creando el efecto de una inmensa capa de sonido. De hecho, Wilson ha declarado que el título del álbum utilizaba las iniciales de Spector como un homenaje hacia él.

Pero su ambición no quedaba ahí. En una indisimulada competencia y rivalidad con The Beatles, el músico ansiaba llegar aún más lejos.

Con Lennon y McCartney también ingresando al Olimpo al concebir Revolver (1966), Wilson quería su propia gema.

El primer paso para la creación del álbum fue contratar al letrista Van Dyke Parks como socio en las composiciones. Se llegaron a grabar muchas horas y de pedazos de canciones fragmentados, tanto instrumentales como vocales que se fueron volviendo más extrañas y experimentales.

Brian Wilson

Paranoias, manías y grandeza

Fue en esta época cuando empezaron las manías y paranoias en Wilson, tales como tocar el piano sobre un cajón de arena argumentando que le servía para sentir el mar en sus pies (así compuso Surf’s Up, Heroes and Villains, Wonderful, Cabinessence y Wind Chimes),​ meter la cabeza dentro de peceras y fobia al fuego, todas agrandadas por el consumo de sustancias alucinógenas como el LSD.

Wilson también decía sentir voces y argumentaba que Spector podía en cualquier momento atentar contra él. En un viaje alucinógeno que también marcaría a otras figuras de los 60 como Syd Barrett, el artista entregó las primeras señales de su derrotero errático en la música popular.

Eso sí, en ese estado, concibió otra joya medular: Good vibrations. Otra canción que le dio ticket inmediato al cielo dorado de la canción popular.

Eso sí, su gran proyecto, titulado Smile, fue cancelado y no vio la luz en ese momento. La leyenda dicta que, abrumado por la grandiosidad del Sgt. Pepper’s de The Beatles, quiso destruirlo todo. No vio ningún futuro. Décadas más tarde, consultado por el tema, dijo que si Smile hubiera salido en paralelo al Pepper de los de Liverpool, este último “les habría pateado el trasero”.

Aunque en ningún caso significó un tiro de gracia, su participación en los Beach Boys se fue tornando cada vez más escasa, anclada además en su adicción a la cocaína. En los 70 lanzó algunos singles, hizo terapia y vio como el legado de las grandes instituciones de los 60 era pateado por expresiones como el punk.

En los 80 retornó más a plenitud a los escenarios, aunque no era una década para viejas glorias. Su renacer más absoluto se dio en los 90 y los 2000, cuando recuperó los derechos de las grabaciones de The Beach Boys y pudo girar presentando su repertorio. Aunque no se le veía en buena forma física, su sola presencia y su nombre se imponían bajo los focos.

Se fue retirando paulatinamente de los escenarios, publicando regrabaciones y biografías, aunque sin revivir la gloria de antaño. Era la sombra del genio que alguna vez fue. Atormentado y excesivo, el hombre que se dio espacio para revolucionar el pop a su manera.

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