
Claudia Piñeiro, escritora argentina: “El concepto de verdad está en crisis, con tendencia a desaparecer”
La destacada autora publica su nueva novela La muerte ajena (Alfaguara), donde aborda el vínculo entre la prostitución VIP y la política desde diferentes puntos de vista, sin que ninguno de ellos tenga la verdad. Se trata, comenta, de un “narrador no confiable”. En charla con Culto, desmenuza el libro.

En el principio fue una imagen. Una noticia repetida hasta el agote por los medios le disparó una idea a la escritora argentina Claudia Piñeiro (65). “Un caso policial, aún no resuelto, protagonizado por una chica scort que cayó por una ventana en un barrio acomodado”, cuenta a Culto. Desde ahí, Piñeiro comenzó a darle forma a una historia, y esa se convirtió en una novela, La muerte ajena (Alfaguara), que acaba de llegar a las librerías chilenas.
“No trata este caso en particular, esa muerte sólo origina la imagen de origen, pero luego la novela la abandona para contar una historia totalmente de ficción”, explica Piñeiro. “Después de que aparece esa imagen disparadora, yo espero que se asiente, que los personajes empiecen a hablar, a moverse, a mostrar su conflicto, y recién luego de eso empiezo a desenredar una madeja muy enredada, para ovillar de a poco. Tengo la sensación de que todo o casi todo está ahí, en ese origen, pero solo surge con ese trabajo fino de desenredar y ovillar”.
Piñeiro es una de las más relevantes narradoras argentinas de los últimos años. Con una prolífica carrera, ha obtenido reconocimientos como el Premio Clarín de Novela 2005 por Las viudas de los jueves; el Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2010 por Las grietas de Jara; y además fue finalista del prestigioso Booker Prize por Elena sabe, en 2022.

En esta novela, Piñeiro cuenta la historia de todo lo que genera una noticia: una joven scort, Juliana Gutiérrez, cae desde el departamento de un poderoso empresario del rubro agropecuario. Al parecer en el marco de una orgía donde corrían el alcohol y las drogas. La autora arma la novela desde diferentes puntos de vista a través de testimonios orales pero también de escritos y hasta en forma de una novela. De todos modos, queda claro que el personaje central es el de Verónica Balda. Una periodista de investigación quien descubre que la muchacha caída era una media hermana suya de quien sabe poco y nada.
“Desde el principio pienso una estructura narrativa, y en este caso elegí lo que en literatura se llama ‘narrador no confiable’, que aparece en tres versiones distintas. No alcanzaba con pensar en tres puntos de vista diferentes porque en La muerte ajena lo que está en juego no es el lugar desde donde se mira sino lo que se mira, la realidad misma, que es cambiable, inasible, en movimiento. Algo que replica lo que nos pasa hoy cuando nos enfrentamos a las noticias y dudamos si lo que vemos es fake news o no. La verdad no parece existir más”.
Una de las voces es la de un hombre, Santiago Sánchez Pardo, ¿cómo fue para ti construir esa versión de los hechos?
Fue difícil. Sobre todo salir del estereotipo. Pero peor aún fue armar el discurso del protagonista de Varón y qué, la supuesta novela que escribe Pablo Ferrer, el novio de Verónica Balda. Sánchez Pardo es un personaje que tengo más claro y que no intenta mostrar una versión de sí mismo. Es la consecuencia de un pasado de mi país que sigue presente y cada tanto aparece. En cambio, el protagonista de Varón y qué quiere convencernos de que lo que hace está bien y que es casi una víctima de las circunstancias. En ese sentido, el del ocultamiento, el de la hipocresía, me costó más. De todos modos, considero que es mi obligación ponerme en los zapatos de todos los personajes y caminar con ellos, incluso con los de quien no me gusta para nada.
Hay dos hermanas que saben de la existencia de la otra, pero no se conocen. Esto por efecto de las decisiones de los adultos. Es una de las capas de la novela. ¿Era una de las reflexiones que te propusiste desde el inicio?
El camino que trazo con la escritura no va de los temas a la historia, sino lo contrario. Pongo a los personajes frente a ciertos abismos y veo cómo lo resuelven. No es que me propongo un tema abstracto y lo pruebo a través de ellos, sino que la historia y los personajes traen esos temas consigo, los tienen que atravesar, los afectan. En este caso, el desencuentro de dos hermanas que podrían haber tenido un mejor vinculo si los adultos, en su momento, hubieran manejado las crisis familiares de otro modo.

¿Crees que en el mundo de hoy con redes sociales y fake news la verdad está permanentemente en discusión?
El concepto de verdad está en crisis, con tendencia a desaparecer. Yo cuando leo una notica busco inmediatamente la firma del periodista y si no la tiene, dudo. Cuando veo un recorte de una entrevista que me suena raro, busco el video completo. Pero es casi por deformación profesional. No podemos pretender que todos los ciudadanos hagan lo mismo. Entonces lo que suele circular tiene poco que ver con la verdad. Incluso cuando algo se desmiente, esa desmentida circula mucho menos que la fake news original. Por eso no sé si la verdad está en discusión o ni siquiera eso, ni siquiera importa hoy discutir la verdad. ¿Importa la verdad? ¿A muchos? ¿A pocos? La novela creo que plantea estas preguntas.
La novela aborda ese nexo entre la prostitución VIP y la política. ¿Por qué te interesó?
Porque si bien es algo que viene de tiempos inmemorables, adquirió nuevas formas en el siglo XXI. Antes una relación de ese tipo se trataba de mantener en las sombras, mientras los políticos mostraban su familia feliz, constituida de acuerdo a pautas morales vigentes. Hoy, en cambio, hay una exposición de la sexualidad casi extrema. Hombres poderosos mostrándose con mujeres muy sexualizadas como si eso los constituyera como varones. Políticos llevando a las filas de sus partidos mujeres que conocen por el trabajo sexual, ya que tienen que cumplir con los cupos de géneros, y se preservan la posibilidad de manejarlas a su antojo.
Sobre eso, y teniendo en cuenta el perfil de investigadora de Verónica, ¿Crees que en tu país falta vigilar más al poder?
En mi país, sin dudas; pero en muchos otros países, también. Mi país está pasando en este momento por una crisis institucional en virtud de la cual nada parece ser suficientemente fuera de la legalidad para ser investigado. El caso Libra es un ejemplo de esto.
Un debate sobre la prostitución que aparece en la novela es el de abolicionistas y regulacionistas. ¿Cuál es tu postura al respecto?
Muy parecida a la de la protagonista, que se interesa en ese debate pero lo considera aún abierto, por lo que le cuesta tomar una postura definitiva. Como Verónica Balda, cuando escucho los argumentos a favor de una de esas posturas me parecen razonables. Y cuando escucho los argumentos con los que rebate el grupo otro también. Por lo que no tengo una posición definitiva y creo es algo que debemos seguir discutiendo pero también considero que las prohibiciones, como la Ley seca, por ejemplo, no eliminan nada y solo hacen que se beneficien los que manejan los mercados negros y la clandestinidad. En el caso de la prostitución serían hombres explotando mujeres. Por el momento, y hasta que no me convenzan de lo contrario, lo que quisiera es que se protegiera a las mujeres que hacen trabajo sexual y que se respete su voluntad. Por supuesto que la trata de personas y la explotación contra la voluntad son delitos que tienen que ser castigados.

De alguna forma, se ha disparado el uso de las plataformas donde las mujeres usan su cuerpo para trabajar, como Arsmate. ¿Qué piensas tú? En la novela se aborda un cierto cinismo de la sociedad sobre el trabajo sexual.
Creo que en los últimos años y sobre todo después de la pandemia muchos jóvenes perdieron la esperanza de futuro. Ya no creen que estudiando y trabajando de la profesión que estudien podrán mantenerse, irse a vivir solos, etc. Entonces aparecen formas de ganar dinero que prometen un mayor ingreso y más rápido. Así los varones se volcaron más a las criptomonedas y los juegos on line, y las mujeres a ese tipo de páginas donde pueden hacer desde subir fotos a “chat sex”. A veces se eligen estas actividades con la idea de que será un tiempo, mientras estudien, o hasta que puedan pagar una alquiler, pero luego el mercado laboral le ofrece en sus otras profesiones trabajos muy poco atractivos con bajísimos salarios y cuesta aceptar el cambio. Es una trampa del mercado laboral en estos tiempos, en los que se te pide que hagas repartos en una bicicleta o atiendas en un negocio en horarios extendidos y con poca paga.
En un momento, Verónica Balda es crítica del periodismo de estos tiempos, o de los medios, preocupados del rating. ¿Qué mirada tienes tú del periodismo? Porque pareciera que en el siglo XXI el periodismo “vieja escuela” está en retirada.
No estoy tan segura. Creo que cada vez más ante la invasión de fakes news se buscara la firma del periodista. Y muchas noticias creadas con IA son poco atractivas. No dudo que hay parte del trabajo que será remplazado, pero el periodismo de investigación y la buena pluma creo que seguirá vigente.
En otro aspecto, ¿qué te ha parecido el gobierno de Javier Milei?
Lo peor que vi en mi país en cuanto a gobierno elegido democráticamente. Por supuesto la dictadura fue peor. Por eso aclaro que me refiero a gobiernos elegidos democráticos: el peor que he conocido. El clima social es de una hostilidad extrema incentivada desde el poder con agravios, amenazas y guarangadas. Todas las cosas que me importan son despreciadas por este gobierno: las mujeres, los grupos LGTB+ la cultura, la ciencia, la educación pública, son atacados y declarados enemigos. El hecho de que estén funcionando algunas variables económicas sería bueno si no fuera a cosa de jubilados, discapacitados, médicos del Garrahan, etc. El de este gobierno es un plan económico de base darwiniana: para que funcione, tendrán que quedar fuera de sistema, y eventualmente morir, los que tengan que morir. Por eso el gobierno se afana en romper los consensos y el tejido social, para que a cada uno le importe sólo sí mismo.

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