Coco Legrand: el epílogo de una leyenda de la cultura popular chilena

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Coco Legrand: el epílogo de una leyenda de la cultura popular chilena

El célebre comediante –retirado de los escenarios desde hace un año– es el foco de El Gran Coco Legrand, documental que muestra la trastienda de su espectáculo final. Ese marco le permite al cineasta Sebastián Moreno elaborar una recapitulación de su trayectoria, desde sus primeros pasos en televisión hasta sus shows más recordados y sus presentaciones en el Festival de Viña. “Andar con Coco era como andar con Elvis Presley”, asegura el realizador a Culto.


Los ritos son los mismos en cada ciudad. Coco Legrand responde con gracia ante el afecto de las personas que advierten su presencia. Se pasea por un teatro vacío (que pronto se llenará de espectadores y risas), habla con su productor general sobre los últimos detalles del show y la venta de tickets (siempre exitosísima), repasa exhaustivamente su texto (“No quiero transformarme en un collar de puros chistes”, dice en un momento). En el camarín se prueba el vestuario, se peina y gestualiza ante el espejo. Hasta que todo está listo para que salga al escenario arriba de una bicicleta.

El humorista ya sabe que cada presentación es parte de la recta final de su trayectoria. Pero no en el sentido figurado: cada uno de esas fechas es parte del último espectáculo que hará antes del retiro. Una vez terminado 70 o sé tonto, como llamó a ese monólogo, no pretende volver a subirse a un escenario.

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Tengo 77 años y siento que también uno tiene que entender que hay cierta edad para ciertas cosas”, explica mientras en las imágenes se le ve ocupado con los preparativos. “Vamos a recorrer todo Chile y después yo voy a bajar la cortina. Y niego que te lo dije”.

El documental El gran Coco Legrand –que se estrena en cines el próximo jueves 28– captura la trastienda de la última ráfaga de shows del comediante, mostrándolo en sus trayectos por diferentes ciudades, en sus ensayos y durante sus funciones. Un acercamiento íntimo a un recorrido que se apagó en marzo de 2024, cuando tuvo que suspender una serie de fechas en el Teatro Nescafé de las Artes debido a problemas de salud, y que se cerró definitivamente en junio pasado, cuando anunció que ponía punto final a su vida artística. “Nunca más voy a actuar, porque ya cumplí con todos mis deberes”, dijo a Alfredo Lamadrid en una entrevista televisiva.

El responsable de esa aproximación audiovisual al epílogo de la carrera del célebre humorista es el cineasta Sebastián Moreno, quien lo siguió entre 2022 y 2024, entre sus 75 y 77 años. En diálogo con Culto, detalla que cuando concretó su primer acercamiento –gracias a un amigo en común– el espectáculo 70 o sé tonto ya existía, por lo que, tras lograr su venia, se unió a una serie de fechas programadas con anterioridad.

El director, reconocido por documentales como La ciudad de los fotógrafos (2006) y Sergio Larraín: El instante eterno (2021), decidió rodearse de un equipo minúsculo: dos o tres personas, incluyéndolo a él, para registrar la imagen y el sonido en los lugares por los que se desplazó la gira. En más de una ocasión viajó solo.

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“Unirte a un equipo que ya tiene su propia complejidad no era fácil. En ese sentido, he aprendido que menos es más. Mientras menos intervengas un espacio, sobre todo documental, siempre va a ser mejor. Siempre vas a generar menos distracción. La idea es entorpecer lo menos posible los procesos que quieres registrar”, plantea.

Esa mecánica, afirma, “es más dúctil, te permite adaptarte mejor, tener mayor capacidad de reacción y ser más invisible, que es lo más importante de hacer documentales. Siempre entender que uno no es lo importante, sino lo que está sucediendo frente a ti”.

El gran Coco Legrand enseña algunas dinámicas poco conocidas por el público general. Se ve al comediante interactuando con Roberto Grimm, su productor general desde hace décadas (“Somos como un matrimonio al final”, bromea Grimm). También se aprecia su meticulosa preparación antes de cada show, un funcionamiento que se reitera independientemente del recinto que lo recibe.

“Me llamó la atención el rigor de su trabajo, su método, que siempre era el mismo. Es una persona concentrada en lo que está haciendo, hasta el final. Muy obstinado”, señala Moreno. Y comparte una anécdota que grafica la enorme popularidad que goza: “Andar con Coco era como andar con Elvis Presley, por las calles de Talca, de Concepción, de Antofagasta. En un almuerzo pedíamos la cuenta y llegaba al mozo a decirnos que ya estaba todo pagado, porque el señor del fondo ya había pagado, cuando no era necesario”.

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Ese seguimiento en tiempo presente también incluye un acceso a una dimensión personal, presentando a Coco Legrand junto a su esposa, Magdalena Jullian, sus hijos, sus nietos y sus hermanos. Hay una imagen que ilustra el nivel de acceso que tuvo el realizador: la celebración de su cumpleaños 77, donde se subraya que ahora es abuelo (todos los presentes le cantan al “Tata Coco” antes de que apague las velas).

“Algo que he aprendido es que hay que partir sin expectativas de nada. Esa forma de enfrentar los proyectos te abre muchas puertas, porque genera una impresión de cero ansiedad. Permite que ocurran cosas como esa, que uno pueda llegar a esos espacios íntimos y poder tener esos registros que inmediatamente pasan a ser archivos históricos”, sostiene.

Antes de siquiera imaginar que tendría ese grado de acceso, Moreno visualizó la estructura que tendría el largometraje: un relato en tiempo presente que permite visitar la biografía y la carrera del comediante, desde su infancia y primeros pasos en televisión bajo el nombre Coco Legrand hasta los episodios más recordados de su carrera y personajes como el Lolo Palanca y el Cuesco Cabrera. Y hacerlo acompañado del testimonio de su protagonista, así como de colaboradores y familiares. “Lo que más me interesaba era, en una hora y media, seguir el viaje de este humorista, de este artista”, expresa.

Tras realizar diferentes gestiones con canales de televisión, con Don Francisco –quien le cedió el archivo de Sábado gigante y es uno de sus entrevistados– y con el equipo y familia, Moreno acumuló horas y horas de presentaciones. Advierte que la propia naturaleza de su humor le impuso un desafío particular. “La síntesis era difícil, porque generalmente los chistes de Coco son historias, no son chistes cortos. Fue complejo alternar los chistes con el material actual, y que mantuvieran su matemática y se comprendieran. Eso fue lo más desafiante”.

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La perspectiva de los amigos

Coco Legrand y Jaime Azócar se conocieron en la época del Bim Bam Bum, pero no fue hasta los inicios de los 80 que trabajaron mano a mano, en el contexto de un café concert. Fue la primera vez que sus estilos disímiles se encontraron sobre el escenario: mientras uno abrazaba la improvisación, el otro, formado en la escuela de Teatro, se apegaba al libreto.

“Por deformación profesional”, dice Azócar en el documental, “me sabía los textos de todo el mundo”. “Eso me costó en las primeras funciones, y después me acomodé. Como le empecé a contestar, el público se empezó a reír. Dije: bueno, este es sistema, contestarle”.

El actor y comediante, quien trabajó con Legrand durante más de 30 años y mantiene una amistad con él, es una de las figuras que aparecen en el largometraje de Sebastián Moreno entregando sus impresiones en cámara. Un coro de voces que también incluye a Maitén Montenegro, Don Francisco, Pilar Sordo y Roberto Grimm.

“Es muy importante que se haga un documental en vida a una persona que ha colaborado y ha potenciado el sano humor contingente de nuestro país”, indica a Culto Azócar, para quien los grandes méritos de Legrand son “haber hecho del humor un espectáculo teatral” y “llegar a todas las capas sociales y a todas las edades”.

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“Nosotros pasábamos viajando. En los 30 años que trabajamos juntos vivíamos afuera, con giras y funciones. Él ahora decidió dedicarse a la parte familiar, estar con sus nietos, estar con su gente”. Y enfatiza: “Que una persona tan activa y llena de energía tome esa decisión es admirable y muy respetable”.

Maitén Montenegro, quien coincidió con Legrand en múltiples escenarios, incluyendo el Festival de Viña en 1975, asegura que su encuentro con el comediante “fue la primera vez que tuve la oportunidad de estar al lado de un humorista, de un artista que dominaba la risa totalmente en palabras y gestos. Fuera de lo que dije en el documental, me produjo una gran emoción y orgullo recordar lo que compartí con Coco y todo lo que él ha construido. En estos momentos en que el humor está pasando una transición extraña, creo que es mucho más grandioso observarlo de lejos”.

“No es fácil dar un paso al costado. Yo tal vez no sabría darlo”, analiza la cantante. “Por el tiempo, por la vorágine, no alcanzamos a vernos. Tengo pendiente esa conversación con él. Pero mi cariño, aprecio y respeto por todo lo que él ha significado es muy grande. Y Chile tiene que estar muy agradecido de esa risa. En deuda”.

Sebastián Moreno revela que el plan original era seguir a Coco Legrand hasta la última fecha de 70 o sé tonto, por lo que estaba considerado registrar sus suspendidos shows en el Teatro Nescafé de las Artes, en marzo de 2024. Finalmente, debido a los problemas de salud del comediante (quien padece vértigo), la última presentación fue en el verano en el Teatro Municipal de Viña del Mar.

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“Íbamos a seguir hasta que estuviera arriba de los escenarios”, apunta, transmitiendo serenidad ante el desenlace que experimentó la cinta. “Con los proyectos que decido hacer me pasa mucho que hay sincronías, coincidencias, que ayudan mucho a la película, al momento que estamos viviendo y registrando. En este caso coincidió con el fin de la vida profesional de Coco, de su espectáculo”.

Si bien se esperaba que el humorista participara en la avant premiere de El gran Coco Legrand –realizada este jueves en el Teatro Oriente y a la que asistieron figuras del ámbito artístico nacional y varios de los entrevistados–, finalmente no llegó al evento. Según se informó, habría desistido a último momento por motivos personales.

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