Columna de Rodrigo González / Las Vidas de Sing Sing: Cárcel para Luchadores

Sing Sing 1
Columna de Rodrigo González / Las Vidas de Sing Sing: Cárcel para Luchadores

Nominada a tres premios Oscar, Las Vidas de Sing Sing es el retrato magnánimo, empático y transparente de un grupo de presidarios que trata de darle dignidad a su paso (perpetuo o pasajero) por una cárcel de Nueva York.



Las Vidas de Sing Sing es una película particularmente simple y modesta en su ejecución. No pretende entregar ninguna proclama ni poner modelos de vida a la vista para seguir como ejemplos. Es un gran reto, pues contiene el tipo de historias que fácilmente podrían ser carne de cañón de la autoayuda y la reflexión pomposa. Nada de eso. Lo que hay acá es un relato emotivo hasta lo justo y honesto hasta lo infinito.

Es más, si hubiera operado con más “recetas” probablemente habría tenido mejor llegada en la Academia de Hollywood y habría postulado a más Oscar que a los de Mejor actor, Mejor guión adaptado y Mejor canción. Nada de eso pasó y, por lo demás, tampoco obtuvo ninguna estatuilla.

Sing Sing 2
Un grupo de internos y su profesor (Paul Raci) en pleno ensayo en Las Vidas de Sing Sing.

Buena parte de la acción transcurre en Sing Sing, la famosa cárcel del estado de Nueva York, que alguna vez albergó al gángster Charles “Lucky” Luciano y también a los activistas de izquierda Julius y Ethel Rosenberg. Los tiempos han cambiado y si ya no hay famosos, sí hay proyectos para que los internos se rehabiliten.

Justamente en uno de esos programas reales se basa Las Vidas de Sing Sing, drama sobre un grupo de internos que montan obras de teatro para darle sentido a vidas que en muchos casos terminarán entre las cuatro rejas. El líder del grupo es John “Divine G” Whitfield (Colman Domingo), un hombre de porte magnánimo (físico y psicológico) que tiene un entusiasmo inversamente proporcional al aciago destino de un presidiario promedio.

Sing Sing 3
Divine Eye (Clarence Maclin) y Divine G (Colman Domingo) en Las Vidas de Sing Sing.

Uno de sus compinches más cercanos es Mike Mike (Sean San José), divertido y pesimista a la vez, un talento ahogado por el tráfico de drogas a temprana edad. También están Carmine LoVacco, un viejo mafioso de aspecto bonachón, o Sean Johnson, un grandulón afroamericano con más ganas que talento escénico. En general, los secundarios no son actores y se interpretan a sí mismos en la película, dándole una inesperada y sincera pincelada de verosimilitud a la trama.

Tampoco es actor profesional Clarence Maclin, que hace de sí mismo, pero mucho más joven. Él es quién mueve la balanza dramática en el rol de un nuevo presidiario algo caprichoso y bravucón, pero interesado en el programa de actuación. Divine G y Mike Mike se le acercan para convencerlo de unirse al programa y ahí comienza una curiosa historia de conocimiento grupal.

El gran aporte autoral de Clarence es decirles que en vez de montar El Rey Lear o cosas por el estilo, mejor prueben con una comedia. Después de todo la vida ya es lo suficientemente dura como para agregarle más cucharadas de sal dramática. Guiados por su profesor y consejero Brent Buell (Paul Raci) comienzan a ensayar un pastiche que parece no tener rumbo ni forma, pero que les place a todos: es una farsa donde desfilan desde Hamlet hasta Freddy Krueger, pasando por momias egipcias, gladiadores y Robin Hood.

Sing Sing 4
John "Divine G" Whitfield (Colman Domingo) interpreta a Hamlet en Las Vidas de Sing Sing.

Paralelamente hay una línea dramática que tienen que ver con la apelación de Divine G para salir en libertad después de 25 años tras las rejas. El realizador Greg Kwedar trata todo este episodio con delicadeza y sin caer en la fórmula. Así es en general la textura de la película, sin el volumen a todo dar. Todo se construye y se desvanece de a poco, con personajes transparentes, creíbles, esperando una segunda oportunidad, fracasando y triunfando al mismo tiempo, siempre con dignidad.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.