Culto

Cómo Mario Vargas Llosa enfrentó su “silenciosa” enfermedad sin cura y el fantasma de la muerte

El matutino español El País reveló esta jornada que al escritor le fue diagnosticada una enfermedad incurable en 2020, cuyos efectos padeció en silencio y sin hacer público. Ello le permitió planificar su retiro de la literatura y su cierre como columnista. Unos últimos años en que vio la muerte de frente y habló sin tapujos de ella.

Cómo Mario Vargas Llosa enfrentó su "silenciosa" enfermedad sin cura y el fantasma de la muerte

Sabía que iba a morir. Escuchando el tic tac de su reloj interno, Mario Vargas Llosa enfrentó sus años finales con la sombra de la muerte encima suyo. Como cuando se le aparece al caballero Antonius Block en El séptimo sello y le pregunta si ya está listo para irse con él y el Cruzado le responde invitando a una partida de ajedrez. Algo así fue lo que hizo el peruano.

De acuerdo a una publicación del matutino El País, al autor de La ciudad y los perros se le detectó una enfermedad grave, incurable, en el verano 2020. Ahí comenzó su cuenta regresiva. Apenas lo supo se lo comunicó a sus hijos de la mejor forma que sabía: de forma escrita. Les redactó una carta dándoles cuenta de la información, y también del tratamiento que si bien, no lo curaba, sí al menos le permitiría tener unos años más de vida, postergando el momento en que la muerte se le apareciera. Fue el instante en que Vargas Llosa sacó sus peones y abrió con un gambito de dama.

Solo un año antes de eso, y quizás presintiendo la visita de la dama de negro, Vargas Llosa se refirió a la muerte en declaraciones a la BBC. No lo hizo en tono angustioso, ni urgente, ni menos dramático. Cómo podría hacerlo un hombre que ya estaba hecho.

La muerte a mí no me angustia. Hombre, la vida tiene eso de maravilloso: si viviéramos para siempre sería enormemente aburrida, mecánica. Si fuéramos eternos sería algo espantoso. Creo que la vida es tan maravillosa precisamente porque tiene un fin”.

Y recalcó, en un tono muy agradecido de la vida: “Lo que me parece muy importante es tratar de aprovechar esa vida, no desperdiciar las oportunidades. Creo que es muy importante tener una vocación y poder materializarla, aunque desde luego mucha gente no puede hacerlo”.

Más aún, agregó una frase que podría decirla alguno de sus personajes: “Me gustaría que la muerte me hallara escribiendo, como un accidente. Haber vivido la vida hasta el final y sobre todo no haberme muerto en vida, que es el espectáculo que me parece más triste para un ser humano”.

Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa.

Por entonces, afirmaba que tenía una rutina de escritura de 7 días a la semana, 12 meses al año. “Aunque tampoco soy un obseso de cuidarme a la hora de comer o dormir. Hago una hora de ejercicio todos los días antes de comenzar a trabajar”. Una vez que se le diagnosticó la enfermedad, siguió manteniendo esos hábitos, no quiso que la sombra de la muerte lo amilanara. Sacó los caballos para dominar el centro del tablero.

En ese tiempo vivía un romance con Isabel Preysler, y pese al diagnóstico, no canceló ninguna de sus actividades. En abril del 2022 fue ingresado a una clínica de Madrid para seguir un tratamiento por su enfermedad. Oficialmente, su hijo Álvaro comunicó que se debía al Covid-19. Y todo el mundo lo creyó.

Tanto fue así que a inicios de mayo, una vez que ya había salido de la clínica, se presentó en la FILBA (Feria del Libro de Buenos Aires). En la ocasión, se ciñó al guión y comentó cómo fue su vivencia con el Covid. Como buen creador de ficción, no tuvo problemas en relatar una narrativa sólida y que tuviese verosilimitud. El afil posicionado al centro esperando atacar al rey.

El Covid fue una experiencia desagradable porque comencé a sentir mucho frío en las piernas y, de pronto, comencé a perder la respiración, a ahogarme, a respirar con mucha dificultad. Fue una experiencia de solo 24 horas, pero muy angustiante. Recuerdo como una liberación cuando me colocaron el oxígeno". Ahora sabemos que en rigor, no vivió nada de eso.

Mario Vargas Llosa

A fines de ese año, terminó con Preysler, y en 2023, ingresó a la Academia Francesa de la Lengua. Entre ambos hechos, Vargas Llosa habló con El País, y volvió a abordar el tema de la muerte. Ahora sintiéndola cerca. “Ser inmortal me parecería aburridísimo. Mañana, pasado, el infinito… No, es preferible morirse. Lo más tarde posible, pero morirse”.

También señaló: “Lo que yo detesto es el deterioro. Las ruinas humanas. Es algo terrible, lo peor que podría pasarme. Por ejemplo, ahora tengo problemas de memoria. La memoria la tuve siempre muy lúcida. Recordaba las cosas, y noto cómo se ha empobrecido”.

El acto de ingreso en la Academia Francesa fue su última aparición pública en un acto oficial. Luego de eso, comenzó a limitar sus apariciones. En noviembre del 2023 Mario Vargas Llosa alcanzó a publicar su última novela, Le dedico mi silencio (Alfaguara). El libro apunta al arraigo de la música criolla en Perú, vista como una herramienta utópica para unir al país en torno a una sola melodía. En parte, con ello retomó el tema de las utopías, que tocó en otros momentos de su carrera.

Mario Vargas Llosa

Al final de ese volumen hizo un anuncio que sacudió al mundo: “Ahora, me gustaría escribir un ensayo sobre Sartre, que fue mi maestro de joven. Será lo último que escribiré”. Su retiro de la literatura. Le dedico mi silencio fue, efectivamente, su última novela. Ya lo tenia todo calculado, un pensado mate pastor.

De hecho, en diciembre del 2023 también cerró la puerta de sus habituales columnas de El País, adujo problemas de memoria para esto. Todo estaba pensado.

Y para cerrar el telón, decidió emprender un viaje a Lima, a fines del 2024, a los sitios donde fueron ambientadas sus novelas. Entre otros, recorrió el lugar donde estaba el Bar La Catedral -hoy en ruinas- y el Colegio Militar Leoncio Prado, donde se ambienta su primera novela, La ciudad y los perros. También pasó por el antiguo barrio rojo de Lima, telón de fondo de La ciudad y los perros; la cárcel de San Juan de Lurigancho, vinculada a su novela Historia de Mayta. Un cierre de ciclo perfecto.

Mario Vargas Llosa en su regreso al Colegio Militar Leoncio Prado.

Para entonces, ya lo acompañaba su exesposa y prima, Patricia Llosa, y las últimas vacaciones de verano fueron en la agradable costa mediterránea, en Grecia. El pasado 28 de marzo, celebró su cumpleaños en familia, y su memoria ya estaba más frágil. Lo que sí tenía claro, y siempre lo decía, es que quería ser recordado como escritor, más que como un político y excandidato presidencial. “Aunque uno no sabe en qué forma va a ser recordado, si es que va a ser recordado”. Fue quizás su intento de hacer tablas por rey ahogado, pero la muerte es una ágil jugadora de ajedrez.

En 2023 dijo el que acaso podría ser su epitafio -aunque fue cremado-. En charla con El País sentenció cual aforismo (y citando involuntariamente a Edith Piaf): “No me arrepiento de nada, absolutamente”.

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