Culto

Crítica de discos: de la mujer fatal de Mon Laferte, a un disco de ruptura de Lily Allen a un clásico de Kiss

Esta semana las novedades discográficas traen al nuevo álbum de la viñamarina, además del nuevo trabajo de la estrella británica que ronda alrededor del adulterio y la reedición de Dressed to kill, un clásico de Kiss.

Mon Laferte - Femme fatale

Algunos de los músicos nacionales más populares de los últimos 30 años siembran y cosechan en géneros propios de la medianía del siglo XX. Los Tres, Chico Trujillo, Los Bunkers y Mon Laferte maniobran en zonas probadas y se aferran creativamente al pasado con uñas y dientes, aun cuando la artista viñamarina se ha aventurado también en el presente y los maridajes: Autopoiética (2023), el título anterior, lo ejemplifica. Este séptimo álbum en una década de merecido éxito consagratorio desde el virtual renacimiento de Mon Laferte Vol. 1, se identifica con la personalidad de la mujer fatal, un personaje que le queda como guante satinado en una mezcla de empoderamiento y vulnerabilidad expuesta desde el corte homónimo, seguido de Mi hombre, la versión de My man de Billie Holiday, que retrata una tóxica relación de pareja en otros días. Mon Laferte pasa del bar al cabaret, para abrazar el jazz de fina confección con propiedad, sin dejar de atender la América morena en sepia (Las flores que dejaste en la mesa, La Tirana). A veces ciertas dinámicas como marca registrada -el canto ronroneado previo a un estallido como pataleta- se convierten en jugadas reiteradas (Otra noche de llorar), aunque finalmente se imponen los voluptuosos recursos vocales de Mon Laferte para persistir en una narrativa sobre el amor focalizado en la entrepierna y el corazón mal herido.

Lily Allen - West end girl

Lily Allen se casó con el actor David Harbour -Jim Hopper en Stranger Things- en 2020, y tuvo un final infeliz. La pareja se conoció mediante una app de citas, y por la misma vía la cantante descubrió la disponibilidad de su marido. West end girl, primer álbum en siete años de la estrella británica, es una vívida crónica del desmoronamiento de la relación en 14 canciones. “Encontré un caja de zapatos llena de manuscritos de mujeres despechadas (...), sábanas arrancadas de la cama, un juguete sexual en el suelo (...) un montón de condones”, detalla en Pussy palace. Cada escena despliega una personalidad musical única. El título homónimo propone un coqueto ritmo playero adornado de cuerdas ante la expectativa de la vida conjunta, un primer episodio que incluye una llamada telefónica donde ella acepta de mala gana las reglas de un matrimonio abierto. La triste Ruminating cabalga en un pulso electrónico y los reproches de Sleepwalking van edulcorados con pop de los 60, en tanto Tennis se mantiene en un territorio similar hasta un giro crucial cuando Allen pregunta “¿quién es Madeleine?”, personaje desarrollado en la siguiente canción homónima. En rigor, Madeleine es una creación que representa las múltiples infidelidades del ex. En la categoría del disco conceptual en torno al adulterio, con clásicos como Lemonade (2016) de Beyoncé y Las mujeres ya no lloran (2024) de Shakira, este álbum pasa a la delantera.

Kiss - Dressed to kill (50th anniversary super deluxe)

“Si no estuvieran tan pendientes del éxito comercial, se llamarían Blow Job”, escribió el legendario crítico Robert Christgau sobre este tercer álbum de Kiss, publicado en marzo de 1975. Pasajes de Room service como “estoy a punto de coger mi abrigo y abrir la cremallera, ella dice ‘por favor’, y se arrodilla”, le dan la razón al célebre periodista musical. Christgau también aseguró que el disco “tiene una fuerza brutal e intransigente que funciona”, halagos entusiastas para la mezcla de rock duro y power pop del cuarteto neoyorquino en apenas media hora de canciones. Ciertamente, Dressed to kill posee la determinación de una obra fundamental, un faro para el hair metal que florecería en la década siguiente con letras prosaicas sobre sexo de estribillos al mentón, y riffs de genética parrandera recubiertos de glam sobre tiempos cuadriculados. Esta edición aniversario suma un segundo disco de tomas alternativas y demos, y otros dos álbumes con shows de 1975, el año en que Kiss cruzó el umbral hacia la grandeza debido al éxito de Alive!, el álbum en vivo que prácticamente regrabaron por completo en el estudio. Los conciertos registrados en Detroit y Davenport son instantáneas de una banda en plena ebullición lista para devorar al mundo, tal como lo hicieron marcando generaciones.

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