Crítica de discos de Marcelo Contreras: los buenos rumbos de Rush, Cami y Jimmy Page & The Black Crowes

Rush
Crítica de discos de Marcelo Contreras: los buenos rumbos de Rush, Cami y Jimmy Page & The Black Crowes

Las novedades discográficas de la semana tienen un acento en el rock clásico, gracias a Rush y el proyecto que unió de forma fugaz a Jimmy Page & The Black Crowes. Pero también despuntan modernidad: Cami escala como la artista chilena que más juega con el riesgo.


*Rush - Rush 50 (anniversary super deluxe)

Garden road, escrita en 1969, es el último corte en esta colección de cuatro discos que repasa la carrera de Rush en estudio y en vivo, a 51 años del debut. Integra un medley de la gira final de 2015, que incluye piezas de ese primer disco de rock primitivo con John Rutsey en batería, con link a la primera canción de este lanzamiento, el cover de Not fade away de Buddy Holly, de 1973.

Una de las lecciones de este recorrido, una trayectoria de ascenso sideral basado en el boca a boca hasta convertirse en una de las instituciones más reverenciadas del rock -desde Metallica a Meshuggah pasando por Primus-, y con la resistencia de la crítica y el periodismo musical, es el vigor creativo y estilístico del trío canadiense, la necesidad de superar patrones y enmarcar el virtuosismo en torno al formato canción. La banda verborreica de 2112 (1976) figura a notoria distancia de la síntesis de Permanent waves (1980) y Moving pictures (1981), a su vez lejos del rock de sintetizadores de Grace under pressure (1984), inspirador de talentos como Trent Reznor.

Sin lados b ni material sobrante de estudio -Rush publicó todo cuanto grabó-, las relativas novedades se remiten al audio de un par de canciones en un show televisado antes del arribo sísmico de Neil Peart, una toma alternativa de Working man más densa que la original y con otro solo, y una versión de The Trees con la guitarra más predominante y una toma vocal alternativa.

*Jimmy Page & The Black Crowes - Live at the Greek

Aunque Chris Robinson, el cantante de The Black Crowes, aseguró que la alianza con Jimmy Page para los conciertos del 18 y 19 de octubre de 1999 en el legendario Greek theatre de L.A., fue más un trabajo que un goce -no es muy fan de Robert Plant como intérprete y letrista-, la efímera unión entre el cerebro de Led Zeppelin y la banda de Atlanta quedó registrada en un álbum doble publicado en febrero de 2000.

La edición original constaba de 20 temas, mientras este lanzamiento aniversario contiene una remasterización a cargo del reputado Kevin Shirley (Iron Maiden, Aerosmith) y 16 canciones extras. Entre el material inédito hay una prueba de sonido con Custard pie y Ten years gone, entre otras, y una jam de Page y el guitarrista Rich Robinson, de los Crowes.

La curatoría privilegia canciones más oscuras de la fortaleza británica. Entre las escasas concesiones a títulos más manidos figura Heartbreaker, contrapuesta a la selección de Wanton song, Your time is gonna come, In the light y Out in the tiles. Con la disponibilidad de tres guitarristas, resalta el deseo por recrear las numerosas capas que Jimmy Page aplicaba a las composiciones. A pesar de la distancia de Chris Robinson con la impronta de Plant, el vocalista resuelve de la mejor forma apropiándose con sus maneras de melodías mayoritariamente desafiantes.

*Cami - Anna Vol2 El ojo de mi frente

La artista viñamarina de ambición internacional sigue mudando de piel. Quedan atrás, cada vez más lejos, sus inicios ligados a un pop de barniz folclórico, colorido, romántico y melodramático, gracias a sus poderosas cualidades vocales. El desvío electrónico se agudiza con un trabajo timbrado en México. El corte homónimo -una especie de intro instrumental con fondo vocal-, se envuelve de una cascada con resonancias synth pop de inspiración vintage.

En Cierro los ojos restringe la voluptuosidad al micrófono en función de una composición de resonancias cósmicas y rápida pulsación. Pasará el tiempo muta del jazz a un ambiente ácido con máquinas mientras un piano persiste melancólico. Quiero toda mi vida de vuelta se instala como una canción de potencial rock con sus acordes descendentes de aroma grunge en guitarra acústica y la angustia lírica -”refugiada en soledad, desaparecí, no creo en esta mierda”-, hasta transformarse con naturalidad en una dosis de electrónica de gran factura. En Poseída combina dance y rock de bajo cachondo con confesiones eróticas -”en mi cuerpo no hay dios (...) tómame fuerte amor”-, mientras No quiero ir a la guerra guiña a la distancia la música de raíz, a pesar de la cuidada producción. La progresión de Cami se mantiene como una de las más radicales del pop chileno de los últimos años. Desechó el camino fácil.

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