
Crítica de discos: Dire Straits y Britney Spears reviven su gloria, Niño Cohete asciende
Dire Straits reflota su mejor capítulo discográfico en su aniversario 40, mientras en su propio universo lo mismo hace Britney Spears. La banda chilena Niño Cohete vuelve después de varios años. Lee aquí nuestras reseñas.

*Dire Straits - Brothers in arms (40th anniversary)
Dire Straits se convirtió en una mega banda súper moderna en pleno 1985, aún cuando la base de su sonido y estilo no dialogaba directamente con el momento musical, cuando los sintetizadores y las programaciones tenían la última palabra. Los británicos provenían de esa raíz de rockeros de la isla enamorados del sonido en sepia del sur estadounidense -la guitarra que ilustra la portada data de 1937-, pero el líder de voz cansina Mark Knopfler bregaba por el mejor sonido posible mediante tecnología de punta.
Brothers in arms se grabó en 24 pistas digitales y fue el primer disco compacto en despachar un millón de copias. A la fecha, suma más de 30 millones de unidades vendidas, y todo conteo serio de los 80 debe incluir a Money for nothing como pieza definitiva de la era. No eran los primeros en cruzar tradición sureña y tecnología -ZZ Top se había adelantado, también con mucho éxito-, sin embargo las consecuencias de la fijación con la alta fidelidad provocaron otra clase de material en Brothers in arms que requiere exigentes consideraciones técnicas.
Cortes como Your latest trick y Ride across the river colindan, respectivamente, con el pulcro yacht rock y la alambicada world music. Esta edición aniversario suma material en vivo exquisitamente registrado en San Antonio, Texas, durante la gira del ‘85, incluyendo una generosa versión de Sultans of swings.
*Britney Spears - Oops!... I did it again (25th anniversary)
Hace un cuarto de siglo Britney Spears se separó del personaje inicial, la chica de secundaria audaz y enamoradiza de … Baby one more time (1999), para empoderarse en este contundente segundo álbum con una sexualidad a borbotones. El single homónimo juguetea desde el título con repetir y superar el debut que la instaló en el firmamento del pop, en tanto aborda una historia romántica donde ella se divierte mientras el chico se ilusiona.
El hit Stronger proclama el término de la relación -”no hay nada que puedas hacer o decir, ya tuve suficiente”-, y la soledad como alternativa en un gesto de empoderamiento. Don’t go knocking on my door también es una declaración de ruptura, en tanto Lucky se convirtió en una autoprofecía. Son todas canciones imbatibles, como sigue sobrando el cover de (I can’t get no) Satisfaction de los Stones. A diferencia de predecesoras como Whitney Houston y Mariah Carey, o la competencia directa de Christina Aguilera, Britney era más melodía y personalidad que volumen y acrobacia, aún cuando You got it all demuestra que dominaba la cara más pop del R&B.
En las canciones de Oops!... I did it again no hay una heroína dramática sino una joven con certezas y dudas, cuyas melodías transmitían cierta melancolía en medio del baile irrenunciable. La versión aniversario suma remezclas que palidecen con las originales.
*Niño Cohete - Donde las serpientes toman el sol
Después de un receso de siete años donde una parte de los integrantes de esta banda de Concepción trabajó junto a otros artistas como Bronko Yotte y Benjamín Walker, Niño Cohete se reformula y estrena su tercer álbum Donde las serpientes toman el sol.
Acorde al líder, cantante y guitarrista Pablo Álvarez, el disco nació “en medio de un bosque” donde vive. La naturaleza es una constante en el cancionero de los penquistas, con títulos como Aves de Chile (2013) y La Era del sur (2015), escenario que se subraya en este tercer álbum con piezas como Lo que ya planté y Reverdecer. Las canciones poseen una vocación luminosa, de amanecida, como sucede en Abedul -”tú vas a volver, cuando salga el sol, para poder ver, este cielo azul”-, donde la guitarra acústica funciona como enclave y la contraparte eléctrica se eleva con suave reverberación, hasta que la banda ensambla en una mezcla precisa, con los instrumentos disfrutando de aire y espacio, un detalle no muy común en los mix actuales.
En Atardeceres las guitarras se alzan decididas entre pasajes de intensidad eléctrica y bifurcaciones acústicas. La música de Niño Cohete encarna una perfecta muestra de rock indie de lograda orfebrería compositiva e instrumental. A la vez, genera interrogantes en la medida que Pablo Álvarez economiza el fraseo con escasas inflexiones, como si la naturaleza le provocara pereza.
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