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Diego Céspedes, el chileno que competirá en Cannes: “Quería abordar el Sida, pero no a través de la miseria”

El director de 30 años estará en el prestigioso festival de cine con La Misteriosa Mirada del Flamenco, el primer largometraje de su carrera. En entrevista con Culto, habla de los orígenes de la historia ambientada en el norte en los 80, de su interés por alejarse de un enfoque didáctico y de su regreso al certamen en el que debutó en 2018 con un premiado cortometraje. “Es un sueño”, asegura.

Diego Céspedes, el chileno que competirá en Cannes: “Quería abordar el Sida, pero no a través de la miseria”

Hace un año, entre Diego de Almagro (Copiapó) y Santiago, Diego Céspedes filmó su primer largometraje, La misteriosa mirada del flamenco. Ahora cierra detalles de la postproducción de la película antes de su estreno mundial en el Festival de Cannes, que celebrará su 78° edición entre el 13 y 24 de mayo.

Según el anuncio realizado esta mañana por Thierry Frémaux, director artístico del certamen, la cinta competirá en Un Certain Regard, una de las mayores vitrinas que ofrece el prestigioso evento que se realiza anualmente en el sureste de Francia. En diálogo con Culto, el cineasta cree que quienes seleccionaron su ópera prima apreciaron su singular mezcla de géneros.

“Uno al verla se emociona, pero, por otro parte, tiene una rareza en la narración y en los personajes. Eso, más el humor, le da un tono muy particular. Además de mostrarte la historia de una comunidad que es hermosa, tierna y ruda, también te invita a reírte y llorar”, señala.

El filme se instala en un pueblo minero a inicios de los 80. Allí, entre el polvo y las altas temperaturas, aparece Lidia (Tamara Cortés), una niña de 11 años que vive junto a una familia queer encabezada por Boa (Paula Dinamarca). Esos personajes son apuntados como culpables de una misteriosa enfermedad que se ha propagado en la zona y que, según la creencia local, se transmite con una sola mirada cuando un hombre se enamora de otro.

“Hay una cosa que siempre me llamó en las comunidades disidentes: la creación de familias que no son de sangre, pero se hacen familia para sobrevivir y vivir en el mundo. Hay algo muy extrañamente bello en esas relaciones que me llama profundamente la atención. Es un mundo al que yo pertenezco, y sentía que estaba muy poco contado desde una forma tierna. Eso es lo que se impregna en los personajes de esta película”, plantea el director y guionista de 30 años.

La misteriosa mirada del flamenco aborda el Sida, pero evita hacerlo de una manera didáctica, afirma. “No hablamos tanto sobre el Sida, sino sobre las relaciones humanas y cómo la ternura hace sobrevivir a las comunidades disidentes”, indica.

Su interés en el tema se remonta a cuando era niño. Cuenta que sus padres tenían una peluquería cerca de la población El Estanque, en Peñalolén, y los trabajadores murieron a causa de esa enfermedad. “Crecí con un estigma gigante hacia la enfermedad, pero cuando me volví adulto entendí mi ignorancia y empecé a conocer a estas personas que eran también parte de mi comunidad, y que eran increíbles y una fuerza de la naturaleza”, explica Céspedes, quien cree que ese tipo de relatos en el cine en general han tenido un énfasis “triste o utilitario”.

“Quería abordar la enfermedad, pero no a través de la miseria, sino de lo bondadosos y lo hermosos que son estos corazones, que a muchos les parecen extraños, pero cuando ahondamos un poco, no hay nada más que una búsqueda de amor, que es lo que al final buscamos todos”, sostiene.

El personaje principal de la historia es Lidia, una niña que, según la sinopsis se enfrenta a “la violencia, el miedo y el odio”, y a que “el amor podría ser el verdadero peligro”, pero en paralelo también juegan un rol preponderante Flamenco (Matías Catalán), una especie de mamá y hermana de la chica, y Boa (Paula Dinamarca), quien vendría siendo su abuela y la líder del grupo.

El realizador nacional construyó muchos de esos personajes a partir de su relación con personas que conoció en la realidad. En el caso de Dinamarca, ya había trabajado con ella en sus dos cortometrajes previos, El verano del león eléctrico (2018) y Las criaturas que se derriten bajo el sol (2022), lo que facilitó la colaboración. “Boa es una mezcla entre ella y señoras que tenían este rol de matriarcas en las comunidades trans-travestis. El personaje se fue amoldando a ella”.

Fuera de Luis Dubó y Claudia Cabezas, el elenco lo componen casi exclusivamente rostros nuevos. La integrante más difícil de encontrar fue la actriz que encarna a Lidia, porque los requerimientos eran muy específicos.

“Fue uno de los trabajos más largos del casting. Con Robert Matus, el director de casting, estuvimos más de un año buscando a la niña, porque tenía que cumplir características muy particulares y que se desenvolviera de una forma natural en un mundo que puede lucir violento, pero que en realidad está cargado de emoción. La idea era que no se sintiera cohibida ante los otros personajes. Fue un proceso extenso, paso a paso, hasta que un día dimos con Tamara”, detalla.

Giancarlo Nasi, productor ejecutivo de la cinta a través de Quijote Films, la describe como “profundamente chilena, fresca y libre”. “Sabemos que es una película que gustó mucho al comité (de Cannes). Fue todo muy rápido. Estamos luchando contra el tiempo y preparando todo para que tenga el lugar que se merece y brille como tiene que brillar”, agrega, subrayando que su selección en el festival es el primero de una serie de hitos que sumará durante 2025. “Principalmente espero que conectemos con la audiencia en todos los rincones del mundo”.

Regreso a Cannes

El Festival de Cannes no es una instancia nueva para Diego Céspedes. En 2018, gracias al cortometraje El verano del león eléctrico, obtuvo el primer premio del jurado de la Cinéfondation, un espacio reservado para trabajos universitarios. Luego, en 2022, participó en la Semana de la Crítica –una de las secciones paralelas del certamen– con Las criaturas que se derriten bajo el sol, su segundo corto.

Ahora competirá en la Selección Oficial, en Un Certain Regard, un escaparate potente donde también se exhibirán los primeros filmes como directores de la actriz Scarlett Johansson y el actor Harris Dickinson, y asoma como el único realizador latinoamericano del listado (el brasileño Kleber Mendonça Filho fue incluido en la Competencia Oficial, en carrera por la Palma de Oro, y el chileno Sebastián Lelio estará en Cannes Premiere).

“Cannes es como la iglesia de los cineastas, donde se juntan todas las películas y directores que admiras. Como espectador, siempre es increíble. Ahora ser parte con un largometraje es un sueño. Me siento muy agradecido con el festival por apoyarme en mi carrera”, expresa.

Y enfatiza: “Me siento muy agradecido de mi equipo, pero en particular de mi elenco. La mayoría son rostros nuevos, gente muy talentosa. Muchos ya estaban ahí, pero faltaba que nos juntáramos e hiciéramos algo para que se vieran. Tanto las chicas de la cantina como los mineros tenían tanto que dar que me pone muy contento”.

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