¿Hubo apoyo inglés a Chile en la Guerra del Pacífico? La historia de un mito
Una información que suele repetirse sobre la Guerra del Pacífico, es que el triunfo chileno pasó en buena medida por la ayuda prestada por Inglaterra. Sin embargo, bajo la mirada de un historiador, esto es falso. En Culto contamos cómo fueron los hechos en realidad.
Una de las sentencias que más se repite en Chile cuando se habla de la Guerra del Pacífico (1879-1884), es que uno de los factores del triunfo nacional sobre los aliados Perú y Bolivia fue el apoyo decisivo que habría prestado Inglaterra a nuestro país.
Sin embargo, esta afirmación no tiene asidero histórico alguno y se trata de un mito. Así lo explica a Culto el historiador Rafael Mellafe, quien ha estudiado a fondo el conflicto que enfrentó a los tres países. Incluso, publicó un libro al respecto: Mitos y Verdades de la Guerra del Pacífico (Legatum).
Con la autoridad de quienes han sumergido en las manos en el archivo, Mellafe es tajante: “Eso es falso. El gobierno británico nunca apoyó a Chile durante la Guerra del Pacífico como tampoco ninguna de sus instituciones, es decir, ni el ejército británico ni la Royal Navy. Las entidades financieras no apoyaron a Chile ni nada parecido. Es un gran mito lo de la ayuda inglesa a Chile durante la Guerra del Pacífico".
Tanto es así que según Mellafe es posible detectar el kilómetro cero de tal mito, que curiosamente se originó en la prensa. “Lo encontramos en una entrevista al Secretario de Estado de los Estados Unidos, James G. Blaine, aparecida el 30 de enero de 1882 en el periódico New York Herald”. En dicha conversación con el matutino de la Gran Manzana, a Blane le preguntaron cómo había sido posible que Chile ocupara el Perú, en alusión a la toma de Lima y de buena parte de su territorio. Y la respuesta de Blaine fue la siguiente:
"Perú estaba exhausto por su extravagante gasto en ferrocarriles, que asciende a un total de $200.000.000, y no tenía Armada, sólo un Ejército desorganizado. Chile tenía buques blindados ingleses y material de guerra de la misma fuente. Los soldados chilenos marcharon al Perú en uniformes de tela inglesa, con mosquetes ingleses sobre sus hombros. La simpatía inglesa estuvo a su lado en cada conquista, y los intereses comerciales ingleses reciben un tremendo impulso con el engrandecimiento de Chile. Yo creo que este resultado de la guerra peruano chilena, destruye la influencia estadounidense en la costa del Pacífico Sur y literalmente arrasa con los intereses comerciales americanos en esta vasta región.”
En esa misma conversación, Blaine deja ver las razones de su pensamiento, y este no es otro que el interés de los Estados Unidos en la región: “Especialmente me desagrada ver a Inglaterra obteniendo triunfos comerciales en un área que legítimamente le pertenece a Estados Unidos, y que los Estados Unidos podrían fácilmente comandar si quisiera. La victoria de Chile arroja todo el negocio peruano a las manos de los ingleses.”
Ahí comenzó el mito. Una post verdad, una fake news diríamos en el siglo XXI, y que comenzó a ser repetida sobre todo en el Perú sin mayor cuestionamiento. “Esas desafortunadas declaraciones son la semilla de la creación del mito que años después fue agrandado por la clase política peruana de la época, ya que era una muy buena explicación de que el Perú perdiese la guerra contra Chile – antigua Capitanía General al sur del Virreinato del Perú y por tanto un territorio de inferior categoría –, sino que la derrota era debida a Inglaterra, la potencia mundial dominante en esos momentos, que usaba a Chile en el rol de brazo armado en pos de la conquista, ya no del Perú, sino que del salitre. ”, asegura Mellafe.
Pero un análisis detallado a las declaraciones de Blaine echa por tierra lo que afirma. Por ejemplo, cuando se refiere a que los soldados chilenos tenían “uniformes de tela inglesa, con mosquetes ingleses sobre sus hombros”, eso no fue así. Rafael Mellafe aclara el origen de tal material bélico: “Los fusiles – no mosquetes, como indica Mr. Blaine - que fueron utilizados por Chile, eran de origen francés y belga, Gras y Comblain respectivamente. También se utilizó la carabina norteamericana Winchester para los escuadrones de caballería y para las unidades de artillería". Y en rigor, quienes usaron fusiles ingleses fueron los aliados: “Una parte del ejército peruano usó el fusil Martini Henry de procedencia británica”.
Asimismo, Mellafe señala que el resto de las armas del Ejército tampoco eran de origen británico: “Los sables de la caballería chilena eran de origen francés, fabricados por La Manufacture d’armes de Chatellerault. La artillería ocupada por las fuerzas terrestres chilenas fue en un 90% de procedencia alemana fabricada por la empresa Krupp. El resto se componía de unas pocas piezas Armstrong, adquiridas antes de la guerra y ya obsoletas por ser de avancarga, al igual que las anticuadas piezas francesas La Hitte, adquiridas en 1858″.
¿Y los uniformes? Tampoco fueron ingleses. “Las telas para los uniformes de los soldados chilenos fueron compradas en Chile a la empresa ‘Paños Bellavista Tomé‘, o importadas desde Francia, desde donde incluso llegaron algunas partidas de botones”.
El único punto donde sí estuvo presente Reino Unido fue en la construcción de los barcos de guerra, no es de extrañar considerando la condición de potencia naval de los británicos en el siglo XIX. “Los buques de la Armada de Chile fueron mandados a construir en astilleros británicos entre los años 1854 y 1874 -dice Mellafe-. En el primer caso está la corbeta Esmeralda, y en el segundo para el ya mencionado blindado Almirante Cochrane. La única nave sirviendo en la Marina chilena durante la Guerra del Pacífico sin ser de origen inglés fue la goleta Virjen de la Covadonga, capturada a España durante la guerra de 1865 en el combate Naval de Papudo”.
Incluso, tanto era el peso naval británico que hasta la armada peruana tenía buques construidos ahí. “Destacamos que los dos navíos más importantes de la escuadra peruana, el Huáscar, la Independencia y la cañonera Pilcomayo, también fueron hechas en astilleros ingleses”, apunta Mellafe.
Otro factor que pone en duda tamaño mito fue la postura oficial de la corona británica durante la guerra. Rafael Mellafe da cuenta de un hecho muy relevante:
“Existen dos comunicaciones del Foreign Office que hacen referencia a la retención de dos buques mandados a construir por Chile. Los cruceros protegidos Arturo Prat y Esmeralda, los cuales tenían prohibición de zarpe desde los puertos ingleses en razón a la estricta observación de los convenios de neutralidad del Reino Unido ante los países beligerantes, siendo en definitiva retenidos hasta el fin de la guerra".
Este hecho tiene concordancia con la postura de las potencias europeas respecto a la guerra. “En realidad, todos los países del viejo continente asumieron una actitud neutral, solo preocupados pro el bienestar de sus connacionales que habitaban estos lares -dice Mellafe-.Salvo una idea inicial de los británicos liderados por Benjamín Disraeli de invadir Tarapacá para proteger el salitre, idea que fue apoyada por Francia, pero el canciller alemán Bismark la desechó debido al alto costo que aquello significaba y del dudoso resultado de la misma”.
Las salitreras y el rol de Estados Unidos
Un tema que se menciona es el de la propiedad de las compañías salitreras por capitales británicos, y que por eso Inglaterra habría intervenido en el conflicto. Sin embargo, una mirada más a fondo del tema da cuenta de que los hechos fueron de otra forma.
Para Rafael Mellafe, el tema hay que analizarlo incluso antes de la Guerra. “Las salitreras de Tarapacá habían sido nacionalizadas en 1875 por el presidente peruano Manuel Pardo, por lo tanto el dueño era el estado peruano. El pago por la expropiación fue efectuado con bonos sobre Londres pagaderos dos años después de la fecha de expropiación. Una vez que Chile toma Tarapacá el 23 de noviembre de 1879 se decide que los tenedores de los bonos de compra de las salitreras son los legítimos dueños de éstas".
“Es ahí cuando en 1882 surge la figura de John Thomas North que compra dichos bonos muy por debajo de su valor real y se hace dueño de las salitreras más importantes de Tarapacá”, acota.
La verdad es que la potencia extranjera que sí intervino en la Guerra del Pacífico fue Estados Unidos, y ello explica las declaraciones del secretario de Estado James Blaine. El gigante del norte tuvo un rol central sobre todo en la Conferencia de Arica (donde se intentó llegar a un acuerdo para terminar la guerra...a bordo de un buque estadounidense) y en las posteriores negociaciones de paz donde instaron a Perú a no firmar la paz con cesión de territorio. Todo por los intereses estadounidenses en la zona.
“Los Estados Unidos en un principio buscaban la paz entre los países beligerantes ya que no podían tener el “patio trasero” desordenado -dice Mellafe-. En una segunda mirada vemos que el mencionado míster Blaine quería contar con una base para la armada norteamericana en el puerto peruano de Chimbote y para aquello sabía que debía de pagar a todo trance al gobierno de Francisco García Calderón, también llamado de la ‘Magdalena’”.
Mellafe remata con un dato: “En sus memorias Patricio Lynch describe muy bien el negocio que (los estadounidenses) deseaban hacer en Chimbote que además comprendía una línea férrea y la explotación de minas de carbón”.
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