Inhaler: el hijo de Bono no pasa la prueba en Lollapalooza Chile

En su debut en Chile, el grupo liderado por Elijah Hewson, el vástago del cantante de U2, lució un rock de inspiración garagera -similar a Kings Of Leon-, pero sin personalidad y donde prima la monotonía instrumental.
Ser hijo de un artista extremadamente famoso es un arma de doble filo. Por una parte, se te abren puertas y debido a que conoces -o, al menos, deberías conocer- la industria musical por dentro, tienes más facilidades para llegar a las discográficas y a las entrevistas. El aspecto negativo es que si tu música es vulgar, la crítica profesional y las opiniones de los que te siguen en redes sociales puede tener consecuencias devastadoras.
Elijah Hewson es el líder de los irlandeses Inhaler, una banda de rock que podría ser otra más de las tantas que existen, pero tiene una particularidad: es hijo de Bono, el cantante de U2.
Aunque en el Reino Unido provocaron una gran controversia con su disco debut, It Won’t Always Be Like This (2021), que llegó al número 1, supuestamente por la resonancia de Bono, y que les generó tanto reproche como mayor masividad, en otras partes del mundo su nombre es apenas conocido.

Por eso llamó la atención que en su debut en esta versión de Lollapalooza, el cuarteto se presentó en uno de los escenarios principales. Más allá de las ganas de los músicos, donde sobresale el baterista Ryan McMahon, encargado de llevar el peso de las canciones por su ductilidad instrumental, las canciones de Inhaler no tienen peso específico propio, ni una búsqueda por un sonido que los haga distintivos.
Mientras los integrantes se esfuerzan por mirarse en el espejo y reconocerse como los U2 de la primera época, antes del arribo de Brian Eno a la producción, la diferencia de musicalidad con los creadores de War (1983) es apabullante. El grupo de Elijah Hewson es uniforme, plano, con una progresión sonora que en casi el 90% de sus temas arranca con la batería en primer plano, luego entra la voz de Hewson -tratando de calcar a su padre-, sigue un estribillo y un remate donde terminan al unísono o, derechamente, McMahon cierra para ponerle el broche de calidad.

Es un rock sin garra, estandarizado, que tiene ciertas similitudes con el rock garagero de comienzos de siglo, especialmente Kings of Leon, pero que adolece de una característica primordial para sobresalir: la falta de personalidad. Pero Elijah y sus compañeros se tienen fe. Y entre los primeros cuatro temas de su show, se aventuraron con tres de su disco más reciente, Open Wide (2025) -Your House, Eddie in the Darkness y el homónimo-, publicado hace apenas un mes.
Esa jugada fue un riesgo innecesario. O, quizás, una muestra de excesiva autoconfianza. Porque lo que Inhaler observa internamente de su música no es lo mismo que vuelca hacia el auditorio. Debieron haber apostado por sus canciones más reconocibles -aunque fueran demasiado pocas-. A ese problema se suma otro asunto no menor. Una sensación permanente de buscar una cierta épica instrumental que, lamentablemente, no llega ni a la esquina.
El público, en tanto, fue respetuoso y los siguió con atención -aparte de las loas femeninas al hijo de Bono, que no alcanzó a comprender-, pero con el mismo encantamiento de un lunes por la mañana. La despedida, al menos, tuvo dignidad con My Honest Face, un rock de cierta intensidad que despertó al público. Fue, en todo caso, muy poco. Apenas un saludo a la bandera de un grupo limitado que si no tuviera un líder con apellido famoso no podría tocar más allá de sus fronteras.
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