
Isabel Baboun, escritora: “Me impresiona cómo a pesar de tantas pérdidas, la comunidad palestina logró asentarse en Chile”
La escritora nacional publica Ummi (Tusquets), donde narra cómo fue la historia de la migración palestina a Chile. Al mismo tiempo, lo aborda desde una perspectiva familiar. Aquí se explaya sobre eso y la situación en Gaza. "Palestina debe ser reconocida como Estado independiente, ya no más apropiado y colonizado, libre, ante todas las naciones", dice.

La curiosidad de conocer el origen de la numerosa comunidad palestina en Chile movió a la actriz y escritora Isabel Baboun Garib (40) a investigar y escribir un libro sobre el tema. Como descendiente de palestinos, le tocaba también la fibra familiar, que decidió incluirla incluso desde el título en Ummi. Una historia de la migración palestina (Tusquets) que acaba de llegar a librerías. La palabra significa “mi mamá”, en árabe.
“Este libro surge desde una necesidad y urgencia por conocer el por qué nuestro país aloja la comunidad de inmigrantes palestinos más grande después de la de Medio Oriente -dice Baboun a Culto-. Me interesaba conocer e investigar fuentes que me dieran alguna idea del recorrido que hicieron los palestinos para llegar a nuestro país. Qué puertos dejaron, a qué puertos llegaban, cuánto demoraban en barco, cómo llegan a nuestro país y por qué lo eligen como destino final".
Y agrega: “En paralelo, sentía el eco muy fuerte de la pregunta ¿y mi familia?, ¿cómo hicieron mis abuelos y bisabuelos para llegar hasta aquí? Qué los empujó a irse, cómo recordaban la tierra que dejaron, qué imagen tenían ellos de América, y si acaso Chile había sido un destino escogido. Por supuesto que ellos hoy ya no están; y esto era otro interés mío, pedirles a quienes todavía viven en mi familia que me narraran esas historias, que a su vez es la memoria contada de otros que a ellos se las narró antes. Conocer ese recorrido, quería, y sobre todo, escucharlo".

Baboun tiene una cierta trayectoria en el mundo editorial chileno. Es autora del libro de cuentos Un hermano muerto (Cuarto Propio, 2018) y la novela La tailandesa (Tusquets, 2023). Además de un par de libros de poesía Un cuarto, un nombre (Nueva York, Pen Press, 2011) y Todos los árboles (Libros del amanecer, 2015).
- ¿Cómo fue el proceso de escritura de Ummi?
- Vertiginoso. Escuchar en paralelo con escribir fue un vértigo constante. Pero escribir el libro no fue solo sentarme a desgrabar voces para llevarlas al papel. El proceso creativo de su escritura significó indagar y leer muchísima poesía árabe (traducida al español), mirar documentales sobre Palestina de directoras jóvenes y otras de generaciones anteriores, reunirme con personas de la comunidad palestina que generosamente me contaron sus historias, y por supuesto, escribir de lejos y muy de cerca sobre mi propia familia. La estructura del libro como viste, tiene una primera parte para la que necesité documentarme muchísimo. Saber en profundidad sobre los éxodos y migraciones forzadas que atravesaron los palestinos y otras comunidades árabes antes de llegar a nuestro continente. Para la segunda parte quise fragmentar esa secuencia de Historia/historia que ya se había fragmentado desde la escritura, para adentrarme desde una experiencia “más en presente” escuchando a personas mayores que migraron desde países árabes al nuestro. Ya para la tercera parte, y última del libro, me centré en la mujer. Mujeres que se organizaron políticamente para defender su tierra a princpipios del siglo XX en Palestina, contrastadas con las de mi familia, quienes se organizaron, como pudieron, junto a los suyos, para asentarse en una tierra primero desconocida, y después, en esta que sería su casa.

- ¿Qué fue lo más complejo del proceso de escritura?
- Poner verdadera atención al escuchar las historias sin anteponer un juicio de lo que se me relataba. Cómo hilar, cada parte, cada relato, uno con otro, y darle continuidad a pesar de su fragmentación. El relato oral, aprendí, siempre es una fragmentación, sobre todo si su hilo madre es la memoria. Entonces, otra dificultad, fue encontrar el tono de la narradora, quien haría el entretejido de las partes del libro; encontrar esa voz, su acento, su pulso, su ritmo. Era muy importante porque es quien lleva al lector a mirar y escuchar, de nuevo, cada relato, las tres estaciones del libro. Mi deseo es, por supuesto, que los lectores lleguen al final y se sorprendan como me sorprendí yo, de lo que implicó para tantos palestinos migrar.
- Es una crónica familiar, pero también entroncada con la historia del pueblo palestino en Chile. ¿Cómo fue para ti escribir y desvelar cosas más íntimas de tu núcleo?
- Las historias de mi familia y las de mi núcleo están en relación a la Historia del pueblo palestino, entonces si bien se narran situaciones familiares (unas más dolorosas que otras) entre todas articulan un relato más grande que es el de la Historia de un pueblo mirado y rememorado desde la experiencia de personas que vivieron la migración. Ahora claro, sus nombres en el libro están cambiados, hay situaciones que sucedieron así y otras que no pero que al narrarse y luego al yo ponerlas en la escena de la escritura, pasan a ser una mirada “novelada” más que una “radiografía” exacta. Esto es muy importante que se entienda, porque si bien el libro narra acontecimientos históricos de la migración palestina a Chile que son todos ciertos, esa exactitud no sucede de la misma forma con el relato oral porque ninguno lo es. La migración, me parece, es un relato oral armado de muchos y en su conjunto es polifónico, hexagonal, y por eso, no persigue ser radiografía de nada. Este libro no es un retrato sociológico, es una mirada que se abre y cierra, espero, como la respiración de alguien que se emociona al recordar.

-En el libro cuentas de la presencia de una violencia machista en contra de las mujeres, y que lo viste en tu familia.
- Si bien en los relatos que escuché de las mujeres de mi familia hubo machismo, también lo vemos aquí, a diario, en nuestro país. Y lo menciono en el libro, que así como escuché relatos de mujeres quienes tuvieron que obedecer al marido o a sus hermanos hombres y que si desobedecían eran castigadas, también oí cómo muchos hombres árabes las protegían y cuidaban, cómo muchos palestinos adoran a sus hijas, hermanas y esposas, sin tocarlas jamás. Mi abuelo materno, por ejemplo; todas las historias que escuché de él decían que nunca ejerció violencia sobre ninguna mujer de su familia. En este sentido, el de la mujer, hay un libro con el que trabajé muy de cerca: Historia del movimiento de mujeres en Palestina de la española Mar Guijón Mendigutía. Ella narra cómo la mujer palestina jugó un rol fundamental a finales del siglo XX y hasta hoy, en cuanto a luchar y defender sus derechos y los de su tierra. Se organizaron políticamente, se armaron colectivamente, tanto para defender su territorio como para defender sus derechos, la cultura y la educación.
- ¿Qué es lo que más te llamó la atención de la historia de la comunidad palestina en Chile?
- Muchas cosas, pero sin duda, cómo a pesar de tantas pérdidas (tierra, parte de la familia, la lengua materna) ellos consiguen asentarse, aprender una lengua completamente distinta, resistir desde su extraordinaria capacidad de trabajo, tesón, defendiendo a su cultura desde y con la familia. Cómo logran abrirse paso en el comercio sin hablar castellano, en la pesca, la industria del cobre, la ganadería, sin perder nunca jamás el sentimiento de pertenencia a su tierra de origen. Diría, también, que su adaptabilidad, una forma que yo admiro de sobrevivencia.
-¿Cómo ves lo que pasa actualmente en Gaza?
- La Palestina histórica se quebró hace muchísimos años y con ella su tierra, y su sociedad. Lo que pasa hoy en Gaza es una guerra, no un conflicto, y debe terminarse. Debe terminarse sin condiciones, terminarse de una vez y para siempre. Palestina debe ser reconocida como Estado independiente, ya no más apropiado y colonizado, libre, ante todas las naciones y países del mundo.

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